La prensa alineada a intereses económicos y a los vaivenes del poder politico en turno, el de Morena y Americo Villarreal en Tamaulipas,a quien señala con la intermitencia con que sube o baja el valor de un convenio periodi$tico, sigue mostrando una tendencia unidireccional: carece de crítica genuina para señalar los «horrores» del gobernador de Morena, mientras se lanza en ofensiva mediática contra su antagonista y rival mas fuerte, el alcalde de Reynosa.
La pluma filosa y el teclado puntilloso del ordenador del periodista Marco Esquivel,otra vez volvio a las andadas y esta listo, desde chiquito, para crear esa atmósfera de columnas y editoriales que se convierten en diatribas personalizadas y que no solo parecen,son redactadas por encargo desde la oficina del corruptor que trabaja par el corrupto gobernador, ignorando la esencia periodística de cuestionar a todos los actores y no solo al adversario político de moda.
Retrato irreverente de la prensa “a la carta”
Mas alla del mensaje de Esquivel en torno a las condiciones que prevalecen en Reynosa,por cierto sin menciones a la inseguridad,es contrastante leer esas editoriales donde las plumas —que antes se indignaron brevemente por la falta de transparencia o por la ineficiencia del aparato estatal— hoy relajan su criterio, celebrando los actos del gobernador sin someterlos a escrutinio público, mientras desmenuzan la vida, obra y presuntos vicios del alcalde rival.
Las métricas de los baches, la jodencia,inseguridad y corrupción se convierten en hazañas para unos y tragedias para otros porque los errores del gobernante estatal simplemente desaparecen del radar informativo, como si la objetividad fuera un lujo innecesario en vísperas electorales.
Censura selectiva y periodismo de consigna
La censura opera de forma selectiva: el dedo inquisidor del editor nunca apunta a la gestión estatal, donde los problemas de fondo suelen resolverse “en los boletines de prepago en plan amigo”, pero sí a cualquier indicio de yerro municipal, sobre todo si se trata del alcalde de Reynosa el eterno rival del gobernador y anda de atrevido queriendo cambiar el paisaje político de Tamaulipas,pero siguiendo otra vez la contra al Gobernador,entonces no hay boletín que valga y los señalamientos se reparten como tarjetas a discreción, según las coordenadas del poder y del presupuesto publicitario que sale ser abundante.
Sucesión gubernamental: medios de combate
En el preludio de la selección sucesoria tamaulipeca, las acaldias para 2027 y luego la gubernatura en 2028, la prensa “a la carta” parece conformar una especie de batallón mediático que clama por la continuidad, promueve las obras emblemáticas y de paso olvida el sentido incómodo de la crítica, permitiendo que el gobernador camine sin sobresaltos por la avenida de la impunidad mediática, usando como ariete para horadar esa credibilidad,precisamnte el dinero que le encargaron resguardar los contribuyentes.
El alcalde rival es el antagonista perfecto: nunca hay aciertos que celebrar, solo aristas por magnificar. Así, el periodismo pierde dimensión pública, sustituida por el guion del poder y que termina dandole vigencia a esa composición musical de Los Dos Carnales.
«Y es que el envidioso es más peligroso y no por su persona
Según son amigos, pero por la espalda, nunca te perdonan
Yo sigo en lo mío y no los ocupo ni pa’ carcajadas
Acuérdense que Kiko enviaba al Chavo y no tenía nada».
Analogía: la póliza de conveniencia
Si el periodismo “a la carta” tamaulipeco fuera un seguro, sería —en su envoltorio más refinado— una póliza con letra dorada, vendida con voz cálida y sonrisa de cortejo, pero llena de cláusulas diminutas que solo cubren al poderoso y dejan expuesto al ciudadano común. Cada editorial sería su prima anual, cada elogio un pago regular de fidelidad, y cada silencio, la exclusión deliberada de un siniestro político que jamás se indemniza.

Así como el agente de seguros promete convertir la incertidumbre en tranquilidad, este tipo de prensa convierte la duda pública en seguridad oficial, y lo hace con la elocuencia del vendedor de fe en tiempos de ansiedad institucional. Sus editoriales no aseguran la verdad, sino la continuidad; no protegen la integridad informativa, sino el patrimonio mediático de quienes pagan la póliza. En su retórica elegante —esa que parece nacida de la solemnidad corporativa— se promete tranquilidad al poder, no certeza al lector.
La prima y el cliente
El cliente ideal no es el ciudadano informado, sino el gobernante que prefiere estar cubierto contra el riesgo de la crítica. El pago no se hace con moneda ni transferencia, sino con benevolencia y acceso privilegiado. En este contrato tácito, la prensa vende la cobertura total contra la tormenta de la opinión adversa, clausurando la posibilidad de que la verdad —ese siniestro indeseado— se presente de improviso.
Moraleja final
Así, el periodismo complaciente se asemeja a un seguro de vida política: protege al titular mientras este respire poder y exude dinero del publico. Y cuando el ciclo de gobierno acaba, el pago mensual no se otorga o expira, la póliza se traslada al próximo beneficiario, sin importar la ideología ni la bandera. En esencia, es la fe de los cínicos: creer que la objetividad también puede asegurarse por prima mensual.
En síntesis, Tamaulipas vive y vivirá a partir de ya, una temporada donde las voces periodísticas se alinean a los intereses dominantes, olvidando que el verdadero periodismo no es ni escudo ni arma, sino espejo de todos y para todos…donde todos, es todo.
Con informacion: HoyTamaulipas/ Medios/

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