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martes, 5 de agosto de 2025

EL “CINISMO HONESTO de ROCHA MOYA”: “GOBERNADOR que DEBERIA estar en PRISION en VEZ de DAR DISCURSOS y PRETEXTOS se SINCERA”…es el artifice de la primera traición que condujo a la violencia.


El gobernador Rubén Rocha Moya es un verdadero maestro del “cinismo honesto”, ese peculiar arte político en el que la autocrítica se recita tan natural que uno casi podría aplaudir… si no fuera porque la sinceridad se usa como escudo para justificar la ineptitud. 

En una de sus mas recientes conferencias, Rocha Moya,el artífice de la primera traición que llevó a la segunda y volcó a Sinaloa a la violencia, no dudó en señalar: “Claro, hay muchas cosas que probablemente yo le estoy quedando a deber, también, a la ciudadanía. Que no resolvemos las cosas tal cual quisiéramos resolver al 100 por ciento”.

A primera vista, pareciera la confesión de un gobernante humilde, el clásico político que reconoce sus limitaciones. Pero ojo, porque tras esa cara de “abuelito que pide disculpas”, Rocha Moya se escurre por la rendija del folclor sinaloense para disfrazar la falta de resultados con un toque de ternura. 

¿Que la inseguridad no cede? 

“Bueno, se hace lo que se puede”, dice, mientras agradece (con todo el profesionalismo del que puede presumir) la ayuda del Ejército, la Guardia Nacional, la Marina y hasta del gabinete de seguridad federal, como si la coordinación fuera suficiente para explicar la ola de violencia inédita que azota Sinaloa y el fracaso de todos.

Incluso se da tiempo para lanzar elogios a la presidenta Claudia Sheinbaum y al secretario Omar García Harfuch por mandar “cientos de policías” al estado, combinando el agradecimiento con un sutil “si no hacen magia, tampoco es mi culpa”. 

En resumen, Rocha Moya reconoce que la seguridad está muy lejos de resolverse, pero remata con ese aire de “nada humano me es ajeno”, intentando convertir la resignación en virtud y el fracaso en íntima empatía: “Mi calificación para el servicio que nos están dando es bueno… Nosotros creemos que se está haciendo lo que es posible hacer”.

Y así, el gobernador se convierte en el showman de lo políticamente cínico. Ríe, admite, agradece y… nada mejora. Los resultados no llegan, pero las explicaciones sí. Al final, su honestidad termina siendo tan turbia como su pasado y resultados: promete que entrega “al 100%”, aunque los números de homicidios y secuestros digan lo contrario.

¿Es cinismo, persuasión, simple resignación o una genial estrategia para que los ciudadanos olviden que están esperando algo más que sinceras disculpas y bonitos discursos? Tal vez Rocha Moya sólo está “quedando a deber” en creatividad para disfrazar el desastre, porque en reconocerlo, de eso sí va sobrado.

Con informacion: NOROESTE/

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