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martes, 14 de enero de 2025

“SI,SI NOS CREEN TARUGOS los del CIRCULO VICIOSO”: “SIN DISTINGO de PARTIDOS TODOS TE la PARTEN con CATALOGO INCUMPLIDO de PLANES OPTIMISTAS y BUENAS INTENCIONES”…mero recicladero de viejas promesas.


Cada seis años es lo mismo. Sea con el PRI, con el PAN o con Morena. Los llamados planes de desarrollo en el arranque de cualquier sexenio son un catálogo de cifras optimistas y de buenas intenciones. Y el Plan México que se presentó ayer no es la excepción.

Decepcionantes, por decir lo menos, las visiones alegres del gobierno de la Cuarta Transformación. Todavía más deplorable la abyección y el servilismo de quienes se dicen líderes del sector privado y que aplauden fervorosamente en público lo que tanto condenan en privado. No existe la congruencia.

Que si el plan es crear más empleos. ¿Alguien quiere que se creen menos?

Que si queremos mejores sueldos. ¿Alguien apuesta por peores sueldos?

Que si queremos crecer en cifras no alcanzables y al mismo tiempo ascender en la escalera de las economías mundiales del lugar 12 al 10. ¿Alguien apuesta por descender? Todo aquí es color de rosa.

Pareciera que México está aislado, ajeno a los jaloneos económicos del planeta y en particular que no nos inquieta el Factor Trump que sacudirá la geopolítica y con ello, las economías a partir del 21 de enero próximo. Las metas y las cifras del Plan México son de laboratorio. Y si no se les aplica una pequeña dosis de realidad serán inútiles, como lo fueron los planes de sexenios anteriores. Tricolores, azules o guindas.

Lamentamos estropear la fiesta del optimismo en el Segundo Piso de la Cuarta Transformación para buscar -con cifras más reales- lo que de verdad podemos esperar. Y para eso hay que voltear a ver lo que está sucediendo con los indicadores económicos de países pares en América Latina o en economías que, asumiendo la realidad del convulso 2025, prefieren salir a ajustar sus números alegres.

Ahí está, por ejemplo, el caso de Brasil, en donde la borrachera del triunfo de Luiz Inácio “Lula” da Silva, en octubre de 2022, despertó todo tipo de esperanzas tras el errático gobierno derechista de Jair Bolsonaro. ¿Qué sucedió de entonces a la fecha?

Después de dos años, el déficit fiscal -es decir, lo que hay que pedir prestado por encima de los ingresos para cumplir con el presupuesto- está por encima del 7.3 por ciento. Eso frenó la economía brasileña que se espera que crezca un 2.5 por ciento en 2025, con un tipo de cambio que cotiza en 6.09 reales por dólar, alcanzando una depreciación del 25.6 por ciento en los últimos 12 meses. Y su deuda, como porcentaje del PIB, ya anda en 87.6 por ciento y la proyección es que se eleve a 97.5 por ciento para 2029. Es decir, los brasileños tendrían que trabajar todo un año para cubrir lo que deben, guardándose para ellos apenas 12 centavos de cada real.

En China, la llamada economía con desarrollo ejemplar, las proyecciones de crecimiento del Fondo Monetario Internacional se ubican en 4.5 por ciento, cuando nos tenía acostumbrados a crecimientos de entre 6 y 8 por ciento anual. Su déficit fiscal, en 2024, alcanzó el 4.9 por ciento, pero Fitch Ratings proyecta el de 2025 en 7.1 por ciento. Y no es para menos, pues su deuda como porcentaje del PIB es monstruosa y hay que cubrir la pila de intereses. De acuerdo al Carnegie Endowment for International Peace, a junio de 2024, China tenía una deuda equivalente al 307.7 por ciento de su PIB. Es decir, para que China la pague tiene que entregar tres años completos de todo lo que produzcan sus mil 400 millones de habitantes, sin gastar nada internamente.

A pesar de ello, el Yuan todavía se defiende con un deslizamiento de apenas 6.5 por ciento en el último año, para quedar en 7.33 por dólar. Pero esas cifras son todavía frágiles si se considera que, en cualquier momento, estalla en China la burbuja inmobiliaria. Lo que ya ocurrió en Estados Unidos en 2008, pero multiplicado por cinco.

Para nuestro país y en el contexto del Plan México, el crecimiento 2025 está proyectado por el Fondo Monetario Internacional en 1.3 por ciento. 1.2 puntos porcentuales menos que Brasil y 3.2 puntos porcentuales menos que China.

El déficit fiscal alcanzó en México el 5.9 por ciento del PIB, en 2024, y se exigía que se bajara al 3 por ciento. No podrá cumplirse. Será del 3.9 por ciento. El tipo de cambio cerró ayer en 20.65 pesos por dólar, una depreciación del 22.4 por ciento en el último año.

Lo único que nos mantiene a flote es que la deuda como porcentaje del PIB es de 50.98 por ciento, la herencia que dejó Andrés Manuel López Obrador. Aunque no es la mejor, si se compara con los últimos cuatro sexenios, cuando el tabasqueño la recibió de Enrique Peña Nieto con el 46.9 por ciento del PIB; Felipe Calderón la heredó a Peña con el 34.8 por ciento y Vicente Fox se la dejó a su sucesor en 18.7 por ciento. De cualquier manera, tendríamos que dejar en la mesa seis meses de la producción nacional, nada mal contra el año de Brasil y los tres años de China.

Por eso decimos que, el Plan México, es un ramillete de optimismo y de buenos deseos. Porque se opera en el vacío, sin incluir las realidades de los sacudimientos políticos y económicos que sucederán con la transición política de los Estados Unidos y sus efectos globales.

¿Alguien dibujó en ese Plan México los efectos potenciales de los aranceles que nos quiere imponer Trump?

¿O los ajustes unilaterales que amenazan con reescribir o cancelar el T-MEC?

¿Alguien ya cuantificó la eventualidad de los efectos de una incursión militar -aunque de élite- al momento de capturar a capos y a narco-políticos?

¿O hasta dónde llegarían las sanciones económicas sobre las remesas que se nos pueden venir, porque al nuevo inquilino de la Oficina Oval no le parece la estrategia mexicana sobre la migración?

En el jolgorio del Segundo Piso de la Cuarta Transformación no existen esos peligros. Todo para ellos está fríamente calculado. Pero su resultado no será diferente al que dieron otros planes nacionales. Distante de lo que se proyectó. Por lo pronto, a recoger las varas, que los cuetes ya tronaron ayer en el Museo de Antropología.

Fuente.-CODIGO MAGENTA/

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