En dos años de administración Andrés Manuel López Obrador ha materializado un estilo de gobernar, que desde hace 18 años viene configurando y va de luchador social a presidente de la República, pero en el fondo busca pasar a la historia como un héroe que llegó a salvar a México.
“Su estilo está centrado en sí mismo, en la figura presidencial, como lo hicieron Plutarco Elías Calles y Carlos Salinas de Gortari; no en el ejercicio del poder, sino en el control del poder”, advierte Graciela García Robín, especialista en mercadotecnia política y campañas electorales.
En lo que va de su sexenio López Obrador ha realizado más de 500 conferencias de prensa, que en promedio duran dos horas, e igual número de giras por el país. Según el vocero presidencial, Jesús Ramírez, hasta 5 millones de personas siguen diariamente las llamadas mañaneras vía redes sociales.
El uso de redes sociales, giras en todo el país aún en tiempos de pandemia, el control del partido Morena que fundó para ganar la Presidencia y la centralización del poder en sí mismo son parte de la manera de gobernar de López Obrador, quien sigue construyendo la figura de un héroe nacional que busca trascender su sexenio como presidente, de acuerdo con la consultora.
Catedrática de la UNAM y de la Universidad Iberoamericana, García Robín ha seguido la construcción de la imagen y del personaje de luchador social que el político tabasqueño ha elaborado desde 2002 y que ahora forma parte de su estilo de gobernar como mandatario.
El “salvador”
Para entender la actual figura presidencial, la investigadora considera necesario remitirse al historial del presidente y de la comunicación que ha tenido en los últimos 18 años. “Se trata de la construcción del personaje como un luchador social. Podemos estar de acuerdo o no, pero esa es su construcción”.
Detalla que, como luchador social, el planteamiento es presentarse como el salvador de los grupos sociales más afectados, a los que identifica de manera muy ambigua.
“Esencialmente son los sectores más bajos: los campesinos, los indígenas, los más marginados. A ellos los identifica como el pueblo y a los demás los deja a un lado. En este sentido, está construyendo su forma de gobernar desde esta lógica: ‘Voy a salvar a estos grupos, vengo a hacer a México algo que debería haberse hecho, pero no se hizo nunca, en donde los afectados son este pueblo’.”
Para llevarlo a cabo, López Obrador requiere de cambios sustanciales que –afirma Robín– afectarán a los grupos que han estado en el poder durante los últimos 30 años y que lo llevarán a las páginas de la historia como un héroe.
“De manera paralela hay otra parte importante, lo que él quiere dejar en los libros de historia. Cuando habla de la Cuarta Transformación está hablando de una etapa en la historia de México, tan importante como las otras tres: la Independencia, la Reforma y la Revolución. Esto está directamente relacionado con él y con lo que va a hacer. Esto que va a hacer tiene que ser distinto a lo que hacían otros, se trata de acciones para el beneficio al pueblo.”
La profesora asegura que, pese a la opinión de expertos, quienes afirman que el gobierno de López Obrador es un desorden, que no esta cumpliendo con sus promesas –así lo señala, por ejemplo, Luis Estrada, director de la consultora SPIN, quien sostiene que en las conferencias ha podido detectar más de 37 mil afirmaciones falsas o que no se pueden comprobar–, el presidente sigue cubierto por un halo social que lo protege tanto como personaje como por las acciones que está realizando.
“En la gente está muy presente esa esperanza de que se dé el cambio, la gente sigue creyendo en él. Me parece que eso se le va a terminar porque esta gente en algún momento va a preguntar cuándo se va a hacer ese cambio”, advierte la experta en mercadotecnia política.
Uno de los aspectos importantes en el estilo de gobernar de López Obrador es el control político que ejerce sin contrapartes que lo equilibren en el gabinete y en el partido.
“Las cosas se hacen como el presidente ordena, y si se dice que Marcelo Ebrard tiene poder, aún así sigue siendo una pieza en la estructura de poder de López Obrador porque él decide al final.
“Uno pensaría que existen estas mesas de análisis y toma de decisiones en el gobierno, pero todo indica que únicamente se sientan para recibir línea, esa misma línea que dicta en las conferencias mañaneras y ante el Congreso, donde su partido Morena tiene el control.”
Proyecto transexenal
Para lograr los planes de López Obrador es fundamental ganar la mayoría de las diputaciones federales el año que viene y mantener el control en la Cámara de Diputados, como pasaba en los setenta, cuando una iniciativa presidencial era una ley. Se trata, precisa García Robín, de consolidar su proyecto transexenal, pero no en el ejercicio del poder sino en el control del poder.
“Algo como lo que hizo Plutarco Elias Calles y también Carlos Salinas de Gortari, quienes trabajaron en la formación de un partido y de algunas estructuras de poder para seguir presentes luego de que terminaron sus periodos como presidentes”. Aunque precisa que en el caso de Salinas se trató de la consolidación de un partido.
–¿En el proyecto de AMLO también está la reconfiguración de la estructura de gobierno con nuevas instituciones?
–Así es. Se trata de un cambio en la estructura de gobierno acorde a su proyecto, y aquí es donde vemos un cambio en el estilo de gobernar que forma parte de la estrategia de López Obrador, que va realizando paso a paso.
“El estilo de López Obrador vuelve a ser un estilo centralizado en la figura del presidente, las instituciones regresan a lo que habían sido antes, supeditadas a la figura presidencial.
“En las elecciones de 1997 la oposición logró que se restringiera el poder del presidente, pero ahora regresamos a una mayoría en el Congreso supeditada al presidente y con eso volvemos a la centralización del poder en la figura presidencial, ese centralismo del que hablaba Daniel Cosío Villegas.”
Desde su punto de vista, ahora que surge de nuevo una figura presidencial con todo el poder y con toda la capacidad de decisión en el Congreso y en el partido Morena, hay un retroceso político.
“Con Andrés Manuel regresan las viejas formas que estaban presentes con Salinas, en términos de la centralización de decisiones, con un Congreso controlado, lo mismo que los medios, desde la figura presidencial.”
Nada es casual
Otro de los elementos del estilo presidencial es la construcción de la imagen: la manera de hablar, de vestirse y de conducirse, dice García Robín.
“Esa imagen de trajes flojos, zapatos desgastados y la manera de hablar no es casual. Me queda claro que no es casual nada de lo que dice, hace y se pone; hay una clarísima construcción de imagen.”
Señala que el hombre que va a las giras es nuevamente el luchador social, con el pantalón mal puesto, los zapatos sucios, la camisa arrugada y sudada, despeinado y hablando como si estuviera en campaña.
Mientras que la otra imagen es la del presidente en Palacio Nacional, donde aparece con traje mal puesto, casi siempre grande, zapatos limpios y corbata, pero no de las mas caras; a veces con el cabello despeinado o mojado, como si nada de eso le preocupara.
“Es la imagen de un hombre trabajador que se levanta a las cinco de la mañana y que se puede poner el mismo traje sin problema. Parecería que no cuida esa imagen, pero a mí me parece que sí la cuida, que se trata de un acto controlado, incluso, cuando habla despacio y lo hace cuando quiere desesperar a quien pregunta, le da vueltas al tema y luego pasa a contar historias.
“Él (López Obrador) lo dijo así en una mañanera, que tenía que cuidar cada palabra que dice porque tiene muchos enemigos a su alrededor y están esperando cualquier error para atacarlo. Igualmente usa frases hechas para no equivocarse, para un político hacer eso para explicar un tema es una garantía de que no se va a equivocar.”
Lo mismo ocurre con su esposa, Beatriz Gutiérrez, asegura la analista. “Es una mujer que tiene un ego muy grande y busca no ser opacada por López Obrador, quien aún así la utilizó en la campaña cantando una canción o apareciendo en ciertos actos”.
En resumen, señala: “El personaje está definido desde hace muchos años, el de un luchador social que busca el poder, pero no por el poder mismo, sino para salvar a México. Él quiere pasar a los libros de historia como un héroe nacional, igual que Benito Juárez. Pero puede ser peligroso porque este tipo de personajes navegan entre la idolatría y el deseo real de una transformación”.
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