México se ha convertido en el epicentro latinoamericano de la crisis económica por el coronavirus. La segunda mayor economía de América Latina sufrirá una dentellada del 6,6% este año, según la proyección hecha pública este martes por el Fondo Monetario Internacional (FMI) y encadenará dos ejercicios consecutivos en negativo: ya venía de caer un mínimo 0,1% en 2019. Aunque el golpe será regional —y mundial: “Ningún país está a salvo", dice la economista jefa del organismo multilateral, Gita Gopinath, que prevé una caída de la economía global del 3%—, el país norteamericano se llevará la peor parte por una combinación de factores: exposición a Estados Unidos, dependencia de unas cadenas globales de suministro altamente golpeadas por la crisis, caída drástica del turismo y crisis en un sector petrolero que, pese a haber perdido importancia en los últimos años, sigue teniendo relevancia en la economía mexicana.
En el resto de América del Norte, EE UU sufrirá una contracción del 5,9% este año y Canadá, del 6,2%. La primera potencia latinoamericana, Brasil, también encajará las consecuencias de la pandemia, con una caída del 5,3%, mientras que la economía argentina se dejará un 5,7%. En los países andinos, el choque también será fuerte pero menor: del 4,5% en Chile y en Perú, y del 2,4% en Colombia. En todos los casos, con la única excepción de Perú, las cifras son peores a la proyección del Banco Mundial del pasado domingo. Venezuela, desde que cayó en la espiral de la crisis económica y política, es caso aparte: su PIB se desplomará otro 15% este año, con la inflación todavía desbocada en el entorno del 15.000%.
“El mundo ha cambiado dramáticamente en los tres últimos meses, desde nuestra última actualización", reconoce Gopinath. El escenario de una pandemia había sido contemplado como una posibilidad en los debates de política económica, pero ninguno de nosotros tenía un sentido significativo de cómo sería y lo que significaría para la economía”. En el caso latinoamericano, como en el europeo o en el estadounidense, los impactos serán más que severos: el mínimo crecimiento del 0,1% el año pasado se transformará en una profunda caída del 5,2%, una cifra inédita en, al menos, 70 años. Ni en los momentos más duros de la crisis de deuda de los ochenta, germen de la primera década pérdida en la región, América Latina y el Caribe sufrieron tanto como en este 2020 marcado a fuego por el coronavirus.
En términos per cápita, como recuerda el Fondo, el golpe será aún mayor que en la crisis financiera global de 12 años atrás, con riesgo de que la situación empeore aún más en todo el mundo en los próximos meses si las medidas de distanciamiento social han de ampliarse y el desarrollo de la vacuna contra el virus se posterga. En 2020, el PIB por habitante caerá un 7,6% en México y un 5,9% en Brasil, los dos únicos países del latinoamericanos sobre los que ofrece datos. El batacazo también será considerable en EE UU (-6,4%) y en Canadá (-7,5%).
Como en el resto del mundo, la recuperación económica de la región llegará el año que viene. Entonces, el PIB de la región rebotará un 3,4% liderado, paradójicamente, por los países que menos sufrirán el golpe: el bloque andino. Chile y Perú tirarán del carro, con sendos crecimientos del 5,3% y del 5,2%, y Colombia registrará un crecimiento igualmente notable, del 3,7%. En los tres casos, les permitirá recuperar con creces el camino desandado en 2020. El repunte de Argentina también será sólido (+4,4%) —el primero tras tres años de descensos (2018, 2019 y 2020)—, mientras México (+3%) y Brasil (+2,9%) tendrán que esperar al menos dos años para recuperar la riqueza esfumada por la crisis sanitaria. Sin atisbo de recuperación a la vista y en pleno descalabro petrolero, la economía venezolana sigue siendo la gran excepción regional, con o sin coronavirus de por medio: en 2021 sufrirá una nueva caída, la enésima ya, que rondará el 5% desde una base ya de por sí muy baja. En solo siete años —desde 2013— se habrá dejado, atención, las tres cuartas partes de su PIB.
Sin presiones inflacionarias a la vista
Menos novedades hay en el terreno de los precios, uno de los grandes fantasmas históricos de la economía latinoamericana cuando vienen mal dadas. Esta vez, salvo en el caso ya mencionado de Venezuela y el de Argentina —para el que el FMI no ofrece datos pero que, salvo sorpresa mayúscula, seguirán creciendo a doble dígito en los próximos años— seguirá una senda de estabilidad pese a la acción decidida de muchos institutos emisores de la región para tratar de evitar la parálisis. En México la inflación bajará del 3,6% de cierre de 2019 al 2,7% previsto para este año y al 2,8% del próximo; en Brasil también bajará (del 3,7% al 3,6% y al 3,3%, respectivamente), mientras que en Colombia permanecerá sin cambios este año (3,5%) para descender en 2021 hasta el 3,2%.
De entre los grandes países de la región, los precios solo subirán en Chile, que acaba de convertirse en la primera nación de América Latina en dejar los tipos de interés en zona cero: la inflación pasará del 2,3% del año pasado al 3,4% en 2020 y al 2,9% en 2021. En ambos casos, no obstante, son niveles muy manejables. Esta vez, como decía recientemente a EL PAÍS el jefe del Fondo para América Latina, Alejandro Werner, la presión inflacionaria no estará en la paleta de cuestiones a solventar. Los Gobiernos y los bancos centrales podrán centrarse en el gran problema económico de nuestra era: revivir una economía que, en cuestión de semanas, ha pasado a un estado de congelación inédito. Toda la artillería es poca.
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