Ante la insuficiencia de herramientas para enfrentar la pandemia por el nuevo coronavirus SARS-CoV-2, las Mujeres Organizadas de la Facultad de Filosofía y Letras (MOFFyL) decidieron “hacer entrega” de las instalaciones –este 14 de abril–, luego de 5 meses de sostener la toma como protesta contra la violencia de género vivida en esa escuela de la Universidad Nacional Autónoma de México.
El desgaste físico y emocional traído como consecuencia de sostener la toma por casi medio año no les permite tener condiciones de seguridad sanitarias ante la pandemia de Covid-19. Al respecto, las estudiantes profundizaron: “la violencia que han ejercido sobre nuestros cuerpos no se materializa sólo en golpes, sino en el estado de alerta en que se mantienen nuestras mentes para procurar seguir vivas. Nos vigilan, nos persiguen por todos los medios posibles, nos acosas, vulneran nuestra privacidad, nos minimizan al grado de ignorar nuestras exigencias”.
A la fecha, de los 11 puntos del pliego petitorio entregado –tanto al director Jorge Linares como a autoridades pertenecientes a la Rectoría– fueron cumplidos sólo cinco: la modificación de los artículos 95, 98 y 99 del Estatuto General de la UNAM para reconocer la violencia de género como falta grave, aunque está por discutirse la aprobación del artículo 98; la revisión de los casos con resoluciones insatisfactorias y atención a la negligencia; la formación de la Comisión tripartita; la instauración de la perspectiva de género en los planes de estudio y la asignación de espacios para semanas feministas serán otorgados por la Secretaría Administrativa.
Respecto de la protección para mantenerse durante la pandemia, las Mujeres Organizadas solicitaron medidas de amparo a las autoridades universitarias. Durante los primeros 14 días de contingencia, las disidentes de los planteles tomados fueron ignoradas, denunciaron. En el caso de Filosofía, indicaron que sólo les fueron entregados dos botes de cloro para una escuela de tres pisos. Además de ser criminalizadas por sostener la protesta.
Por ello señalaron a las autoridades universitarias de “omisas”, así como de deslindarse de su responsabilidad con la “comunidad en resistencia” al pedir a “lxs estudiantes (sic)” abandonar las instalaciones en vez de tener como prioridad la resolución de las demandas.
Asimismo, apuntaron que la Universidad aprovechó la continegencia para intentar quebrantar el movimiento de Mujeres Organizadas en contra de la violencia estructural contra toda la comunidad de mujeres. “Ni siquiera una situación tan alarmante fue suficiente para que la UNAM atendiera la violencia que ha generado en la Universidad”.
Dejaron en claro que la colectiva de Mujeres Organizadas de la Facultad de Filosofía “sobrevivió” no por la Universidad: “sólo existimos y nos acompañamos porque estamos juntas. Sobrevivimos a estas condiciones gracias a las otras, cuyas formas de acompañarnos fueron distintas entre sí e imprescindibles. Nunca podrán olvidar que existimos y resistimos en este lugar”.
Por su parte, la UNAM reconoció en un comunicado “la prudencia en la decisión” de las estudiantes, pues “su salud es sin duda la prioridad”. Y agregó que refrenda su convicción de continuar tomando las medidas y acciones que permitan seguir avanzando, mediante el diálogo y con base en la legislación universitaria, en el combate decidido a la violencia contra las mujeres”.
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