Fueron los vecinos quienes alertaron a la policía en la mañana del miércoles. Dos pequeños camiones de mudanzas, aparcados en el exterior de una funeraria de Brooklyn, Nueva York, despedían un terrible hedor. Al llegar, los agentes abrieron los vehículos y encontraron docenas de cuerpos en descomposición. La policía ha abierto una investigación.
Con más de 16.000 muertes, cinco veces más de los que fallecieron en los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001, la ciudad de Nueva York lleva semanas convertida en el epicentro de la pandemia el coronavirus. La presión en los servicios funerarios de la ciudad es extraordinaria. El flujo constante de cuerpos de los hospitales y residencias les impide incinerarlos o enterrarlos rápidamente, y muchas funerarias se han visto obligadas a utilizar camiones refrigerados.
Los dos pequeños camiones localizados en el exterior de la funeraria de Andrew T. Cleckley de Brooklyn, según una fuente policial citada por la cadena ABC News, no tenían refrigeración y contenían 50 cuerpos aproximadamente cada uno, metidos en bolsas individuales. Algunos de los cuerpos, según la policía, estuvieron en los vehículos de alquiler durante más de una semana. Uno de los vecinos que alertaron de la presencia de los camiones aseguró a la policía que incluso “salía sangre de uno de los camiones”.
La funeraria Andrew T. Cleckley es un negocio familiar, abierto en 2015 por un matrimonio, que al principio solo ofrecía el servicio de transporte de los cuerpos desde las casas hasta otras funerarias, pero que a partir de 2017 empezó a realizar también las cremaciones y entierros. Un portavoz de la funeraria indicó a la cadena ABC que, debido a la cantidad de muertes por la covid-19, se han quedado sin espacio en el interior del establecimiento, aunque negó que hubiese cuerpos en los camiones no refrigerados. La funeraria, según una fuente policial citada por The New York Times, empezó a almacenar cuerpos en los camiones después de que su cámara frigorífica se averiase.
Los vecinos contaron a distintos medios que el personal de la funeraria llevaba días trasladando bolsas con cadáveres entre el establecimiento y media docena de camiones aparcados en las inmediaciones. La ciudad ha desplegado morgues móviles en tráileres refrigerados para gestionar la saturación de las funerarias. El objetivo es que las familias tengan más tiempo para reclamar los cuerpos de sus allegados. Los entierros de cadáveres sin reclamar en las fosas comunes de la isla de Hart, junto al Bronx, se han multiplicado. La idea de docenas de cuerpos abandonados, descomponiéndose a la luz del día en una calle transitada de Brooklyn, ofrece una medida de los enormes desafíos a los que se enfrenta la ciudad en el centro de la pandemia.
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