Sucedió hace algunos años en la sierra de Chihuahua, una avioneta del gobierno del estado fue cubierta en su despegue por testaferros que custodiaban bodegas donde se almacenaba droga.
¿Hasta dónde llegan los vínculos de políticos locales con las bandas de tráfico de drogas?, se preguntaba en aquel entonces un oficial del ejército. El asesinato de la periodista Mirolava Breach el 23 de marzo pasado en la capital del estado, sacó a flote de nuevo esta vieja relación que, en voz de éste militar, sirve para reflexionar sobre las inercias y poderes “fácticos” de las mafias de la narcopolítica que enfrenta el gobierno del panista Javier Corral.
Esa región serrana de Chihuahua que abarca los municipios de San Rafael, Témoris, Chinipas Guazapares, en la zona norte del “Triángulo Dorado” que colinda con Sinaloa, es controlada por narcotraficantes ligados al PRI.
“Conocí esa región en el año 2006, cuando estaba adscrito al 23 batallón de infantería en Chihuahua”, dice un oficial del ejército en charla con este blog, tras conocerse el asesinato de la periodista Miroslava Breach Velducea, corresponsal del diario La Jornada y reportera del rotativo Norte, de Ciudad Juárez, sucedido la mañana del jueves 23 de marzo pasado, en un caso que apunta a políticos locales ligados a bandas de tráfico de drogas.
Formado como oficial de infantería con preparación en diversas disciplinas castrenses, este militar que pidió reservar su identidad y rango, recuerda que un día de diciembre de 2006 iba al mando de sus tropas cuando realizaron un aseguramiento importante de droga en la cabecera municipal de Témoris, donde estaba establecido el puesto de mando del 23 de infantería que en aquel tiempo estaba al mando del entonces coronel Ernesto Ávalos Pardo, quien hoy día es general de brigada y comandante de la 14 zona militar en Aguascalientes.
“La orden del coronel Ávalos era no salir a ningún recorrido por el poco personal con que contaba el puesto de mando en Témoris, un pelotón y medio aproximadamente 15 elementos. El primer día que llegamos, realizamos un reconocimiento del área, recuerdo que encontramos una pista de aterrizaje, distante a unos dos kilómetros del centro del poblado, que en ese ent0nces tenía alrededor de mil 500 habitantes. En una casa aledaña a la pista observé movimientos extraños de dos individuos que por su vestimenta y apariencia (eran dos jóvenes que no rebasaban los treinta años de edad) contrastaba con los habitantes del lugar. Mientras en todas las casas jugaban niños y las señoras trajinaban en los patios, estos individuos con ropas nuevas aparentemente arreglaban una camioneta pick up, tenían el cofre levantado y lo revisaban”.
“Durante el reconocimiento únicamente los miré y me fui a una parte elevada para observar los movimientos de los individuos con mis binoculares, cuando llegamos a la parte alta de un cerro y avisté la casa, las personas estas ya no arreglaban el vehículo, probablemente estaban en el interior de la casa. Deduje entonces que algo ocultaban y que su presencia cerca de la pista no era casual”.
Dice que entonces implementó un plan lo más rápido posible. Avisó a sus soldados que iban a practicar deporte en una cancha de basquetbol que se localizaba frente al pequeño cuartel que había sido acondicionado como puesto de mando. Les dijo que en caso de que apareciera una aeronave sobrevolando, de inmediato así como estuvieran con ropa deportiva, abordaran los dos vehículos Hummer para dirigirse a la pista a toda velocidad. El tiempo ya había sido calculado, y por la distancia tardarían aproximadamente siete minutos en llegar.
“Tal como lo supuse, era como las once de la mañana, jugábamos básquetbol cuando sobrevoló una avioneta Cessna inmediatamente nos armamos y a toda velocidad fuimos a la pista, faltando unos doscientos metros antes de llegar nos topamos con dos vehículos tipo pick up que servían como patrullas con personal de la policía de Témoris, venían de regreso de la pista. Nos obstruyeron el paso y en ese momento la avioneta que aún estaba en la pista, pues había aterrizado, se elevó. Monte en cólera, y les grite ‘quítense pendejos’. Se me acerco quien dijo ser el comandante de ellos, para informarme que la avioneta que despegó era del gobierno del estado de Chihuahua y que había acudido al lugar para evacuar a un menor de edad que accidentalmente había sido atropellado por su propio padre cuando jugaba debajo de su camioneta. Que el traslado del menor no se realizó porque este había fallecido ya. Obviamente no le creí y fui a examinar el lugar. Los policías se fueron. Observé en la pista las rodadas frescas de la avioneta y de un vehículo, seguí las marcas del vehículo y llegue exactamente a donde muy temprano había visto a los dos jóvenes. No tenía dudas ya, ellos habían servido para cargar la avioneta. Rodee el domicilio y los llame en voz alta, uno de ellos salió corriendo intentado huir, fue asegurado por mi tropa, entramos por el otro y nos percatamos de la existencia de una bodega con una cuarta parte de su capacidad conteniendo paquetes grandes de droga que al momento de ser pesadas resultaron ser en total dos toneladas con 350 kilos de marihuana”.
De aquel momento rememora este oficial, sacaría varias conclusiones. Dice que fue muy cuidadoso de no externar nada de lo que pensaba ni a sus soldados ni a sus superiores por todo lo que implicaba.
“Sin querer, descubrí que el tráfico de drogas de esa región estaba controlada directamente por el gobierno del estado. Ayudado muy probablemente por mandos superiores del ejército”.
Cuenta que al día siguiente con su pelotón y medio de soldados, trasladó la droga y los detenidos a Chihuahua, en un viaje que se prolongó más de 15 horas ante las dificultades físicas del camino. Viajaron incluso de noche ante el temor de que grupos de hombres armados buscaran rescatar a sus compinches y la droga.
“Al llegar al cuartel del 23 batallón de Chihuahua, encontré puras caras largas desde el coronel hasta el teniente coronel que era segundo comandante. Ya que ellos habían estado a cargo junto con otros jefes y capitanes de la unidad del puesto de mando de Témoris, era final de año, y en los 12 meses previos no habían realizado ningún aseguramiento de estupefacientes en la pista, en donde a escasos 80 metros había un depósito de droga que ya había sido sacada en tres cuartas partes (esa bodega podía almacenar sin problemas, calculo, unas diez toneladas de droga)”.
“Inmediatamente se me ordeno presentarme con el comandante de la quinta zona militar, que entonces encabezaba el general de brigada Alfonso García Vega, (hoy retirado), quien me preguntó si yo creía que la avioneta de gobierno del estado se había ido cargada con droga, a lo que yo contesté que probablemente, pero por no haber podido llegar antes de que despegara era imposible saberlo con certeza. No me preguntó más. Era obvio que la avioneta se fue cargada de droga, porque los dos individuos fueron los que hicieron tal acción, no era casual su presencia en ese domicilio aledaño a la pista. También era obvio de que si yo atestiguaba los detalles que rodearon ese aseguramiento seria de alguna manera afectado por esa mafia tan poderosa que opera con la tolerancia y disimulo de algunos mandos superiores de las fuerzas armadas”.
“Por su parte el entonces comandante de la onceava región militar, de donde depende la quinta zona militar de Chihuahua y el 23 batallón de infantería, era el general de división Roberto Miranda Sánchez, conocido como “el Pirrin”. Lejos de mandarme felicitar por el aseguramiento tan importante debido a la cantidad, me envió una orden de arresto por escrito, por el termino de quince días (en ese entonces aún tenían esa facultad los comandantes de región de imponer quince días de arresto a los oficiales, ahora únicamente corresponde al secretario), el motivo fue por ocultar información relacionada con el aseguramiento de la droga. El general Miranda pretendía que yo atestiguara por escrito en un parte la participación en el evento de la avioneta de gobierno del estado. No lo hice y eso le enojó, por eso me arrestó. Por su parte el general García Vega no inquirió más sobre el asunto, fui colocado como oficial de adiestramiento y se limitaron mis funciones a la elaboración de planes y ordenes relativas al adiestramiento, sin volver a salir a la sierra”.
De toda aquella experiencia, visto a la distancia, y con el agregado del proceso de descomposición política ante el surgimiento de nuevos casos de políticos vinculados al crimen, tráfico de drogas –como el caso del fiscal de Nayarit detenido en los últimos días de marzo en Estados Unidos—dice que sacó las siguientes conclusiones.
“La siembra y tráfico de drogas en esa región del Triángulo Dorado está controlada por políticos de alto nivel, que ahora con el cambio de partido en el gobierno de Chihuahua están en conflicto con los políticos que detentan el poder actualmente. Esas matanzas y desplazamientos de la población son consecuencia de sus desacuerdos en el control de ese gran negocio. De alguna manera la periodista Miroslava Breach al publicar sus artículos, llamó la atención hacia esa región. Su homicidio es además un mensaje al gobernador de Chihuahua que no le cederán el control del negocio. Lo de la autoría intelectual puede decirse es de los políticos que dejaron el poder, pero se niegan a perder su negocio de muchos años. Por eso cuando Javier Corral dice que los autores son narcopolíticos, lo dice con conocimiento de causa”.
Fuente.-Juan Veledíaz
@velediaz424
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