Desde
hace casi un año, el órgano de inteligencia del Estado Mexicano, se encuentra prácticamente descabezado. No es porque
carezca de dirección, sino porque su jefe, Eugenio Imaz, ha sostenido una larga
y feroz batalla contra el cáncer, que buena parte de este tiempo lo ha tenido
en tratamiento en Houston o convaleciente en México.
En un Gobierno donde la
responsabilidad es la salvaguarda de los intereses nacionales, Imaz habría sido
relevado hace tiempo de su cargo. No ha sido así, ni por las justificadas
razones de salud, ni por la incompetencia que esa agencia, bajo su mando, ha
demostrado. La razón de su forzada permanencia está directamente asociada a los
intereses políticos y personales de su jefe, el Secretario de Gobernación,
Miguel Ángel Osorio Chong. Perder a Imaz, un incondicional suyo, debilitaría el
uso que le ha dado al CISEN este sexenio.
El CISEN,
que surgió de las ruinas del espionaje político y la corrupción de la vieja
Dirección Federal de Seguridad en el Gobierno de Miguel de la Madrid, se fue
construyendo como un aparato de inteligencia al servicio del Estado. Tuvo
vaivenes, presupuestales por un lado, y de calidad de algunos de sus
directores. En el Gobierno de Felipe Calderón, la inexperiencia de su primer
director, Guillermo Valdés, provocó que el poderoso Secretario de Seguridad
Pública, Genaro García Luna, formado en ese organismo, creara su propio centro
de inteligencia con recursos de la Iniciativa Mérida. Ubicado dentro de
Plataforma México, Osorio Chong lo visitó en octubre de 2012 y observó los 600
equipos para intercepción telefónica.
Con el
inicio del Gobierno del Presidente Enrique Peña, también arrancó el
desmantelamiento de Plataforma México, capitaneado por el primer Comisionado
Nacional de Seguridad, Manuel Mondragón, quien dependía directamente de Osorio
Chong. Los 600 aparatos para escuchar teléfonos y las herramientas de
inteligencia criminal dentro de la extinta Secretaría de Seguridad Pública,
fueron tomados por el CISEN, que cambió su orientación, a decir de los
resultados y la información disponible, para enfocarse en el espionaje
político. Imaz, que ha estado cerca de Osorio Chong desde que era Gobernador en
Hidalgo, concretó ese cambio fundamental.
La
pérdida de capacidad para combatir el crimen propició varias catástrofes. La
más notoria fue la segunda fuga de Joaquín El Chapo Guzmán,
que estaba bajo su vigilancia directa y personalizada. Una de inconmensurable
irresponsabilidad por el daño que le hará a Peña Nieto en tribunales
internacionales cuando deje la Presidencia, fue haber avalado que la política
de combate a los criminales en Michoacán se hiciera de la mano del Cártel
Jalisco Nueva Generación. Otra que causó un daño internacional irreparable al
gobierno peñista, fue no haber actuado en contra del Batallón 27º de Infantería
en Iguala -donde desaparecieron los 43 normalistas de Ayotzinapa-, en la
primavera de 2014, pese a tener conocimiento de la mala reputación de varios de
sus elementos.
En
cambio, se incrementó de manera sobresaliente el espionaje no sólo en contra de
actores políticos, económicos, sociales y periodistas, sino sobre Secretarios
de Estado. Varios miembros del gabinete han tenido acceso a transcripciones de
las escuchas telefónicas que hace el CISEN de ellos, lo que revela que dentro
del aparato de inteligencia civil y del gobierno peñista, existen tensiones tan
fuertes dentro del organismo, que está fluyendo la información de sus
ilegalidades. Llevar el CISEN a ocuparse más del espionaje político que de
los asuntos de Estado, a decir por los resultados públicos, ubica a Osorio
Chong en la lógica del Secretario de Gobernación Luis Echeverría, que en los
60’s utilizó los recursos ilegales y legítimos del gobierno para asegurar la
candidatura presidencial en 1970, que en pensar en la seguridad interna y
externa de México.
Es decir,
la utilización del aparato de inteligencia con fines políticos, permite un
juego perverso para quien tiene el control de él. Puede crear conflictos y
desactivarlos; puede generar desestabilización y presentarse como el
solucionador de los problemas. Puede utilizar el espionaje telefónico para
intimidar, hostigar o desacreditar. Puede lograr que un político, como
Echeverría con el Presidente Gustavo Díaz Ordaz, se vuelva en el candidato
inevitable para la sucesión presidencial, aunque lleve al país, como en 1968, a
una crisis política profunda por haber detonado una crisis estudiantil que
terminó en la matanza de Tlatelolco. En aquellos años, el descrédito de la
crisis política la asumió Díaz Ordaz. Hoy, sólo como referencia, el descrédito
de los errores políticos y de seguridad los absorbe Peña Nieto.
La
insistencia de mantener a Imaz en el cargo subraya la necesidad de mantener
ocupado esa trinchera. Osorio Chong no ha permitido que nadie ponga un pie en
esa estructura de seguridad, salvo Renato Sales, el comisionado nacional de
Seguridad, quien llegó por otra vía, y ha sido recientemente por gobernadores
incondicionales al secretario. Imaz es intocable. Osorio Chong no permitió que
lo interrogaran por la fuga de Guzmán, ni le ha importado que durante meses,
las reuniones que encabeza el CISEN, no las haya presidido Imaz.
Pero el
director del CISEN sigue mal de salud. En diciembre tuvo su peor momento y le
costó semanas restablecerse en su casa y volver al trabajo, aunque de manera
esporádica. Hoy ha vuelto a recaer y está buscando recuperarse una vez más en
su casa. El CISEN no puede seguir acéfalo, en términos reales, por una
necesidad política de un secretario que quiere ser Presidente. Ni el
Presidente, permitirlo.
Fuente.-@Rivapa/