Un articulo citado ayer sábado por el diario español, El País sobre el asesinato del abogado David Cohen en la CDMX ,pinta un cuadro de poder, favores y silencios institucionales. En su superficie, muestra una investigación policial que captura a dos jóvenes sicarios; pero entre líneas, deja ver una red mucho más oscura: una colisión entre intereses judiciales, ambiciones políticas y posibles encubrimientos dentro del Tribunal Superior de Justicia de Ciudad de México .
Lo explícito
El articulo de Andres Rodriguez, relata que David Cohen fue asesinado a las afueras de los juzgados capitalinos tras recibir dos disparos . Los presuntos asesinos son dos jóvenes sin historial criminal relevante, reclutados para cometer el ataque por una paga ínfima. La Fiscalía de la Ciudad de México, dirigida por Berta Alcalde, sostiene de manera oficial que pudo tratarse de un ajuste del crimen organizado, aunque expertos y abogados dudan de esa versión .
La pieza conecta a Cohen con Rafael Guerra, presidente del Tribunal Superior de Justicia, quien busca reelegirse gracias a una reforma promovida con apoyo del movimiento obradorista. Cohen, al parecer, lo asesoraba en esa campaña —una relación que incomoda tanto al aparato judicial como al político .
Lo implícito
Entre líneas, el reportaje sugiere que las autoridades podrían estar cuidando más las apariencias del Tribunal que la verdad del caso. La fiscalía evita citar a declarar a Guerra y su secretaria, Karen Miranda, a pesar de que múltiples fuentes aseguran que Cohen había tenido contacto reciente con ambos .
El experto David Saucedo habla claro: lo que se oculta es una “vertiente política” del asesinato. Y si alguien mandó matar al abogado, lo habría hecho como mensaje interno, un aviso de poder —“una especie de mensaje siciliano”, dice .
Hay un tufo de impunidad: los sicarios están detenidos, pero los intelectuales del crimen siguen cómodamente en sus despachos. En el fondo, el texto insinúa que Cohen no fue víctima de crimen organizado, sino de una maquinaria institucional que castiga la lealtad mal distribuida. Esa relación incómoda con Guerra, sus críticas al obradorismo y su participación en casos de alto perfil (Cruz Azul, figuras del espectáculo) lo hacían un personaje con demasiados frentes abiertos .
Lectura irreverente
El reportaje es un retrato del México donde las balas son avisos políticos y el silencio judicial, un blindaje corporativo. Los “muchachos” armados son carne de cañón; los verdaderos responsables, los que firman nombramientos y reformas, siguen escribiendo comunicados.
En ese contexto, el artículo de El País hace lo que muchas fiscalías no: trazar las líneas entre la justicia institucional y la justicia a secas. Y lo hace dejando entrever que, en la capital del país, los crímenes se resuelven más rápido cuando apuntan hacia abajo, nunca hacia arriba .
Con informacion: DIARIO ESPAÑOL/ELPAIS/ANDRES RODRIGUEZ

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