Qué ironía tan monumental fue escuchar ayer a la lideresa de Morena en Tamaulipas,precisamente en la capital nacional del trafico de huachicol que practica como deporte el gobernador de su partido, Americo Villarreal Anaya,hablando de la corrupción de Francisco «Pancho» García Cabeza de Vaca,con todo el cinismo que le caracteriza,como si su partido cargara un halo de pureza celestial.
Qué cómodo resulta señalar al “PRIAN” con dedo flamígero mientras los suyos saquean, manipulan y mienten con la serenidad de quien ya olvidó el espejo. Luisa María Alcalde, que ahora funge de tribuna moralista, truena contra Cabeza de Vaca —sí, un personaje que sin duda tiene lo suyo y mucho—, pero se le olvida que el manual del cinismo parece haber sido actualizado por Morena y con prólogo suyo.
Habla del saqueo “a costillas del pueblo”, como si los contratos amañados, las adjudicaciones directas y los moches de la llamada Cuarta Transformación fueran cuentos de la oposición. Qué delicia escuchar condenas al “exilio dorado” de un prianista mientras los suyos se coaligan con el crimen organizado, trafican huachicol con traje de gobernador, uniforme de gala de la marina o el ejercito, mientras se pasean en camionetas blindadas financiadas por el erario o despachan desde oficinas donde la transparencia esta ausente y la tracala siempre presente. Hablan de justicia que “tarda pero llega” mientras sus propias carpetas duermen el sueño de los justos entre fiscalías dóciles y jueces complacientes.
La retórica de Alcalde se desmorona frente a una realidad que no necesita discursos: basta asomarse a cualquier gobierno morenista para encontrar familiares enchufados en nómina, gobernadores narcos o señalados por desvíos, dirigentes extraviados en el pantano del poder mientras se devoran entre ellos mismos.
Es el clásico síndrome del espejo sucio: gritan “corrupción” mientras se empapan de ella, predican austeridad mientras derrochan privilegios, y se visten de pueblo mientras negocian como casta.
Hay que reconocerle coherencia, eso sí: cuando llama “cínico” a Cabeza de Vaca, sabe de lo que habla. El ejemplo cotidiano la respalda. En el nuevo régimen, el cinismo dejó de ser pecado para convertirse en doctrina, y la corrupción, en instrumento selectivo. Hablar de moral desde ese pedestal es casi arte conceptual: un performance de hipocresía tan bien ejecutado que hasta parece genuino.
«…Cínico y corrupto son las palabras que mejor definen al exgobernador prianista, @fgcabezadevaca. Prófugo en Estados Unidos, es la viva representación del régimen de corrupción y privilegios que solo unos cuantos siguen añorando. Y que no se nos olvide: tanto en México como en Tamaulipas la justicia tarda, pero siempre llega.»…Luisa Ma. Alcalde/Lider Morena.
Le tupen en redes
Las reacciones al discurso de la lideresa morenista en Tamaulipas dejaron claro que lo que ella deseaba como un “gran golpe moral” se convirtió en un festival de irreverencia y contraataques precisos. La red social se ha llenado de un combo de ironías, memes punzantes y acusaciones que no dejan duda: la gente está harta de la doble moral y está dispuesta a devolver cada palabra con la misma rudeza.
Primero, está el coro burlón que no se cansa de recordarle a la lideresa que si Cabeza de Vaca está en Estados Unidos «prófugo», ¿qué decir entonces de los morenistas que no solo no tienen visa, sino que tienen denuncias y señalizaciones aún más contundentes? La respuesta en redes es un “ja, ja, ja, tú primero”, con comentarios que van desde la clásica “la zorra no se ve la cola” hasta la precisión feroz de Pedro Ferriz, que compara crudamente: para él, Cabeza de Vaca es una “pera en almíbar” junto a la gestión morenista.
Luego, vienen los que se cansaron del discurso y simplemente mandan a sentar con un seco “Ya siéntese Sra Baladro”, elevando el tono casi a un meme recurriendo a apodos y sarcasmo bruto, dejando claro que la paciencia se agotó. Otros lanzan la pesada pregunta que nadie quiere responder en Morena: «¿Y qué me cuentas de Adán Augusto, Andy López, el clan Carmona y tantos otros?» —los mismos que presumen bienes, viajes y lujos, y que la justicia parece no tocar, mientras critican a otros desde una cómoda impunidad.
La carnicería verbal se completa con imágenes y memes que le recuerdan que el chaleco moreno no es un talismán anti-corrupción sino más bien un escudo para proteger a toda clase de pillos. «¿Eres un priista corrupto? Pues cámbiate a Morena y ya no eres corrupto», ironizan. Este humor negro es la respuesta más elocuente a quien se escuda en discursos sin autocrítica.
Los usuarios van más allá y sueltan el látigo directo, recordando que no solo “la justicia tarda,” sino que también “jamás llega” para los de Morena, que tienen a más de 50 políticos con visas revocadas por vínculos con el narco mientras ellos critican a un solo exgobernador evadiendo que en su casa también hay muertos, y no precisamente de hambre. Entre memes y sarcasmos, se escucha un reclamo social claro: «Ustedes escupen para arriba y por ello les cae en la cara».
En fin, el desahogo en redes es un desmadre irónico cargado de verdades descarnadas que deja a la lideresa sin muchas palabras de réplica: el público ya no compra discursos sin autocrítica ni memoria. El cinismo no se combate con más cinismo, y señalar “al otro” cuando la viga propia es indudablemente más grande solo genera risas, molestia y una avalancha de memes que seguirán circulando hasta que el discurso cambie de canal o, mejor aún, de partido.
Así que sí, la temperatura es altísima, la irreverencia total y la paciencia cero. La crítica mordaz y sin concesiones es la respuesta natural a cualquier intento de erigirse en adalid de la justicia cuando se practica el todo vale a la sombra del chaleco morenista. Que quede claro: el que esté libre de pecado, que tire la primera piedra, porque aquí la gente ya está harta de tanto teatro.
Con informacion: @Redes/









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