Durante la última década, América Latina ha experimentado profundas transformaciones en sus tasas de homicidio, reflejando la compleja interacción entre el crimen organizado, las políticas de seguridad y los cambios sociales.
Un análisis de InSight Crime nos habla de esta evolución de homicidios en la región y revela tendencias divergentes de los fenómenos que han marcado la agenda de seguridad pública en el continente.
Panorama general: cifras y tendencias
Al cierre de 2023, América Latina y el Caribe registraron más de 115,000 homicidios, aunque la cifra real podría ser mayor debido a la falta de datos fiables en varios países. La región concentra solo el 8% de la población mundial, pero representa el 29% de los homicidios globales, con una tasa promedio casi 12 veces superior a la de economías avanzadas y 3 veces mayor que el promedio mundial.
Las tendencias, sin embargo, no son homogéneas. Mientras que algunos países han logrado reducciones históricas en sus tasas de homicidio, otros enfrentan incrementos alarmantes.
El informe de InSight Crime divide el análisis en tres subregiones: Sudamérica, México y Centroamérica, y el Caribe, sin que ninguna muestre una tendencia clara y uniforme.
Situación en México y Brasil
México mantiene una tasa elevada de homicidios (26.1 por cada 100,000 habitantes en 2022 y con descenso marginal en 2023), aunque con una ligera disminución respecto al año anterior. La violencia sigue siendo impulsada por la disputa entre grupos criminales por rutas de tráfico de drogas sintéticas y personas. Brasil, pese a registrar el mayor número absoluto de homicidios en el mundo (47,052 en 2023), ha visto una disminución general en la tasa nacional, aunque persisten focos críticos en el noreste y la Amazonía, donde el tráfico de cocaína y los conflictos entre bandas agravan la situación.

Casos de incremento: Ecuador y otros focos de violencia
Ecuador destaca por haber registrado su año más violento en 2023, con una tasa de homicidios de 44.5 por cada 100,000 habitantes, un aumento del 74.5% respecto al año anterior y el más alto de Sudamérica y Centroamérica. Este crecimiento exponencial -la tasa se multiplicó por ocho en cinco años- está vinculado principalmente a disputas entre grupos criminales por el control de rutas del narcotráfico, en un contexto de aumento de la producción y precios de la cocaína.
La violencia se ha manifestado en ataques a medios de comunicación, motines carcelarios y agresiones a fuerzas de seguridad. Ante esta crisis, el gobierno ecuatoriano ha implementado medidas de mano dura, aunque es prematuro evaluar su efectividad.
Costa Rica y Haití también experimentaron incrementos significativos en homicidios, asociados al tráfico de drogas y la debilidad institucional para enfrentar a las organizaciones criminales.
Reducciones históricas: El Salvador, Honduras y Venezuela
En contraste, El Salvador ha logrado una reducción drástica de su tasa de homicidios, pasando de más de 100 asesinatos por cada 100,000 habitantes en 2015 a solo 2.4 en 2023, la más baja de América Latina.
Este descenso se atribuye a la política de “mano dura” implementada por el gobierno de Nayib Bukele, que incluyó la detención masiva de más de 70,000 presuntos pandilleros y la suspensión de garantías constitucionales. Sin embargo, existen cuestionamientos sobre la veracidad de las cifras oficiales y la exclusión de muertes de miembros de pandillas y de personas fallecidas a manos de las autoridades.
Honduras también redujo su tasa de homicidios en un 13% en 2023, aunque sigue siendo uno de los países más violentos de la región, con una tasa de 31.1 por cada 100,000 habitantes. Venezuela, por su parte, ha salido del grupo de países con mayores tasas, aunque persisten dudas sobre la calidad de los datos y la persistencia de la violencia en varias ciudades.
Conclusión
La última década ha sido testigo de una evolución desigual de las tasas de homicidio en América Latina. Mientras algunos países han logrado avances notables mediante políticas de seguridad intensivas, otros enfrentan crisis de violencia alimentadas por el narcotráfico y la fragmentación criminal. La región sigue siendo la más violenta del mundo, y las respuestas estatales -desde la militarización hasta la reforma policial- continúan siendo objeto de debate y escrutinio internacional.
Con informacion: INSIGHT CRIME/

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