La percepción generalizada, de que las declaraciones de las autoridades bajo el gobierno de Morena y Americo Villarreal,con respecto al combate a la corrupción en Tamaulipas son repetitivas y reflejan un claro fracaso institucional está respaldada por datos y análisis periodísticos recientes.
Desde octubre de 2022, con el cambio de administración estatal, el Gobierno “humanista y trasformador” en voz de diferentes actores y “actrices” han prometido resultados con acciones contundentes, pero los indicadores muestran una realidad distinta y ya transcurrieron desde el 1 de octubre de 2022 a la fecha , 973 días, 09 horas y 02 minutos en que la administración anuncio la detección de daños al erario y la presentación de múltiples denuncias , los resultados concretos son desoladores, pero abundantes en saliva, mucha saliva.
Declaraciones escurren fracaso
En síntesis, las promesas y declaraciones oficiales desde octubre de 2022 “escurren y chorrean fracaso” porque, a pesar de los anuncios de mas anuncios, los resultados reales en materia de judicialización y sanción de casos de corrupción siguen siendo mínimos y poco satisfactorios para la sociedad tamaulipeca,mientras el gobierno de AMÉRICO VILLARREAL se dirige al ocaso.
La ecuación se torna peor: lentitud y corrupción, dos caras de la misma moneda
La crisis en la procuración de justicia en Tamaulipas no solo se agrava por la opacidad y los intereses políticos, ademas de la complicidad manifiesta,tambien por la preocupante lentitud institucional que, lejos de ser solo un defecto administrativo, se convierte en una forma de corrupción.
Es una estrategia que perpetúa la impunidad y protege a quienes temen rendir cuentas. Cuando el aparato de justicia se mueve a paso de tortuga, cuando los procesos se alargan y los expedientes duermen el sueño de los justos, no estamos ante simples fallas administrativas: estamos frente a una corrupción institucionalizada que se disfraza de burocracia.
La designación Jesús Govea Orozco
Pero la ecuación se torna peor cuando quien nuevamente nos habla de “ya casi o ya mero”, es un ex-recluso del penal federal de La Palma por delincuencia organizada que es impulsado por los mismos actores políticos que han hecho de la justicia un botín: Américo Villarreal y Tania Contreras.
La sociedad tamaulipeca merece algo más que promesas y simulaciones. La justicia retrasada es justicia negada. Y en Tamaulipas, la lentitud en el combate a la corrupción es, en sí misma, una forma de corrupción. Porque proteger a los corruptos de los “Vientos de cambio” con demoras, omisiones y dilaciones es tan grave como encubrirlos abiertamente.
No basta con señalar nombres o dar cifras,ni con esperar a que los procesos se destraben por sí solos. Hay que denunciar que la lentitud también es corrupción, pero ademas que los que estan al frente de la anticorrupción no pueden ser ex-acusados de corruptos, deben estar libres de sospecha, qu representen un verdadero cambio, no una continuidad de las mismas prácticas que han hundido a Tamaulipas en la desconfianza y la impunidad.
La lentitud institucional se convierte en el mejor aliado de la corrupción. No hay peor justicia que la que nunca llega.
La sociedad exige respuestas y resultados, no más excusas ni maniobras dilatorias. Porque la corrupción no solo se perpetúa por la acción de unos cuantos, sino por la inacción y la lentitud de quienes deberían combatirla.
Con informacion: HoyTamaulipas/

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