La tos no le permitía hablar; tampoco podía respirar bien y tenía fiebre. Pese a estos síntomas, en el 911 consideraron que el señor José Hilario Montes López, de 60 años, no necesitaba atención hospitalaria y le pidieron permanecer en casa.
Dos días después de buscar apoyo en esta línea, habilitada para orientar y referir a las personas con síntomas graves y sospechosa de Covid-19 a unidades médicas, el hombre falleció, aseguró su esposa María Concepción Lara Sosa.
De acuerdo con la señora de 58 años, don José Hilario continuó trabajando como vigilante en una unidad habitacional de Taxqueña.
Presentó fiebre y tos desde el sábado 2 de mayo. Al aumentar la gravedad de los síntomas con problemas para respirar, el lunes 4 de mayo buscaron apoyo en el 911.
"No podía respirar, ni siquiera podía hablar bien porque la tos no lo dejaba. Tenía mucha temperatura, frío, no se podía sostener para dar un paso", aseguró.
"Y la operadora dijo: 'ok, ahorita se le va a atender con un doctor'", agregó.
Del 911 hicieron una videollamada con don José Hilario para revisarlo y evaluar sus síntomas. Esto quedó asentado en el reporte C5/200504/062/62.
Sin embargo, sostuvo la mujer, tras hablar con él, le dijeron que tenía síntomas "normales" y no era necesario que recibiera atención médica.
"La doctora que nos atendió, que hizo la videollamada, dijo que no era necesario que recibiera atención médica, que eran normales los síntomas, que se tomara paracetamol, que tomara líquidos y que se acostara, y que con eso se iba a aliviar. Entonces, se quedó así y pensé: 'bueno, no es nada grave'", recordó.
Pero los síntomas de su esposo no mejoraron y el martes 5 de mayo llamaron de nuevo al 911, donde les indicaron que ya se había levantado el reporte, que ya lo habían atendido y les reiteraron que se quedara en su casa, indicó.
"Como los del 911 dijeron que no se moviera de ahí porque no era necesario, y que aparte los hospitales estaban saturados y no le iban a dar la atención, no salimos. Y lo que pasa es que ya no se podía mover y yo se lo dije a la operadora".
Don José Hilario no tuvo hijos, vivía con un ligero sobrepeso y, como su esposa padece hipertensión y diabetes, decidieron no arriesgarse a salir, indicó la señora María.
El miércoles 6 de mayo por la mañana, "después de sentir que se ahogaba", el señor falleció en su casa de Tlalpan, donde vivía solo con su esposa.
"No supieron actuar, no sé si de verdad son médicos los que están atendiendo ahí (en el 911) o qué pasa", reprochó la señora.
"Fue una tragedia, la verdad, porque no tenía que haber sido de esa manera", sostuvo.
Además, indicó, la recolección del cuerpo de su esposo se realizó casi 24 horas después.
"Fallece a las ocho de la mañana del día 6 y van por él hasta las tres de la mañana del día 7 (de mayo), y eso porque se estuvo presione y presione", indicó.
En el acta de defunción de don José Hilario quedó asentado que falleció de insuficiencia respiratoria aguda causada por neumonía por posible Covid-19.
La señora María intentó poner una denuncia por estos hechos ante la Comisión Nacional de Arbitraje Médico (Conamed), pero le dijeron que no era procedente. Ahora, ella manifiesta síntomas de la enfermedad y se encuentra aislada en su domicilio.
De acuerdo con la señora de 58 años, don José Hilario continuó trabajando como vigilante en una unidad habitacional de Taxqueña.
Presentó fiebre y tos desde el sábado 2 de mayo. Al aumentar la gravedad de los síntomas con problemas para respirar, el lunes 4 de mayo buscaron apoyo en el 911.
"No podía respirar, ni siquiera podía hablar bien porque la tos no lo dejaba. Tenía mucha temperatura, frío, no se podía sostener para dar un paso", aseguró.
"Y la operadora dijo: 'ok, ahorita se le va a atender con un doctor'", agregó.
Del 911 hicieron una videollamada con don José Hilario para revisarlo y evaluar sus síntomas. Esto quedó asentado en el reporte C5/200504/062/62.
Sin embargo, sostuvo la mujer, tras hablar con él, le dijeron que tenía síntomas "normales" y no era necesario que recibiera atención médica.
"La doctora que nos atendió, que hizo la videollamada, dijo que no era necesario que recibiera atención médica, que eran normales los síntomas, que se tomara paracetamol, que tomara líquidos y que se acostara, y que con eso se iba a aliviar. Entonces, se quedó así y pensé: 'bueno, no es nada grave'", recordó.
Pero los síntomas de su esposo no mejoraron y el martes 5 de mayo llamaron de nuevo al 911, donde les indicaron que ya se había levantado el reporte, que ya lo habían atendido y les reiteraron que se quedara en su casa, indicó.
"Como los del 911 dijeron que no se moviera de ahí porque no era necesario, y que aparte los hospitales estaban saturados y no le iban a dar la atención, no salimos. Y lo que pasa es que ya no se podía mover y yo se lo dije a la operadora".
Don José Hilario no tuvo hijos, vivía con un ligero sobrepeso y, como su esposa padece hipertensión y diabetes, decidieron no arriesgarse a salir, indicó la señora María.
El miércoles 6 de mayo por la mañana, "después de sentir que se ahogaba", el señor falleció en su casa de Tlalpan, donde vivía solo con su esposa.
"No supieron actuar, no sé si de verdad son médicos los que están atendiendo ahí (en el 911) o qué pasa", reprochó la señora.
"Fue una tragedia, la verdad, porque no tenía que haber sido de esa manera", sostuvo.
Además, indicó, la recolección del cuerpo de su esposo se realizó casi 24 horas después.
"Fallece a las ocho de la mañana del día 6 y van por él hasta las tres de la mañana del día 7 (de mayo), y eso porque se estuvo presione y presione", indicó.
En el acta de defunción de don José Hilario quedó asentado que falleció de insuficiencia respiratoria aguda causada por neumonía por posible Covid-19.
La señora María intentó poner una denuncia por estos hechos ante la Comisión Nacional de Arbitraje Médico (Conamed), pero le dijeron que no era procedente. Ahora, ella manifiesta síntomas de la enfermedad y se encuentra aislada en su domicilio.
'Hubiera enfermado 3 meses antes'
Francisco Javier Martínez Serratos, un supervisor escolar jubilado de 64 años, no tenía Covid-19. Tres pruebas médicas que le hicieron salieron negativas, pero falleció el lunes 27 de abril en el Hospital General Zona 58 del IMSS, en Tlalnepantla.
El certificado de defunción dice "posible influenza y posible Covid-19". Su familia asegura que las culpables de su muerte fueron dos clínicas privadas que se negaron a recibirlo.
Fue internado el 1 de marzo en el Hospital General 58 de Tlalnepantla. Tenía una gripa grave desde finales de febrero. Su hijo Francisco, de 30 años, recuerda que tosía y las flemas salían con sangre. Dos días antes, el 28 de febrero, se había registrado el primer contagio de Covid-19 en México, que inició la Fase 1. Al entrar le hicieron una prueba que salió negativa, por lo que fue diagnosticado con pulmonía.
Estuvo internado más de dos semanas. Cuando mostró mejoría los médicos recomendaron que lo llevaran a su casa. El 24 de marzo había iniciado la Fase 2 de la epidemia de Covid-19: el Hospital iba a comenzar a recibir a pacientes graves de ese virus. Antes de irse le hicieron la segunda prueba, también salió negativa.
Para el 8 de abril, en el vecino Hospital Regional 72 del IMSS de Tlalnepantla se reportó un brote de contagio en más de 20 médicos. Con 7 mil 772 casos confirmados en todo el País, el 21 de abril inició la Fase 3 de la epidemia. Por esos días, Francisco Javier Martínez Serratos volvió a sentirse mal.
"Pensamos llevarlo a la Clínica 58, pero ya había empezado la epidemia y no queríamos arriesgarlo. Además, los médicos del IMSS nos habían dicho que esperáramos a que pasara la pandemia para hacerle un estudio más profundo, y nosotros creíamos que podría aguantar para cuando terminara la pandemia, pero hubo un punto en el que ya no podía respirar", dice su hijo.
Un médico lo visitó y sugirió llevarlo a una clínica privada en Coacalco. Les dieron cita dentro de dos días y cuando llegaron no lo quisieron atender por miedo de que estuviera infectado. En otra clínica privada de Atizapán le dieron una cita también para dos días después y cuando llegaron no los dejaron ni entrar.
"Ahí mi papá ya ni siquiera podía respirar y lo llevamos a la Clínica 58 y ahí sí lo reciben de inmediato", recuerda su hijo. Le sacaron la placa, les dijeron que sus pulmones estaban muy mal, lo internaron de emergencia el 25 de abril, le hicieron la prueba de Covid. Tuvo un día mejoría, pero el lunes 4 de mayo se complicó y lo intubaron. Murió ese mismo día. Después lo cremaron.
A tres semanas de la muerte, su hijo no puede contener el llanto.
"Yo creo que su muerte es una serie de eventos desafortunados. Si se hubiera enfermado tres meses atrás, cuatro meses atrás, en febrero, en enero, se hubiera recuperado, pero es la histeria colectiva que se ha generado", dice.
Carga su enojo contra el pavor de las clínicas que se niegan a revisar a los enfermos y los arriesgan al contagio.
"Yo entiendo que todos tienen miedo, pero si los doctores hacen el voto de cuidar a las personas pues entonces que no nos estén mintiendo".
En Tultitlán, en la casa de Francisco Javier Martínez Serratos, quien dejó tres hijos y una esposa que es ama de casa, hay una mesa con un mantel blanco, tres crucifijos, flores secas, una coca cola, una vela, una foto suya y una urna.
Una semana después de la muerte, su hijo fue a recoger los resultados de la tercera prueba de Covid-19 de su padre: dice que también salió negativa.
fuente.-
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