Una cadena de acero. Esa es la única división que existe entre el área de atención a urgencias general y la destinada a recibir y diagnosticar a pacientes con síntomas del nuevo coronavirus Covid-19. La cruzas y estás en un área infectada. “Imagina que de la entrada de tu casa a la sala es la ‘zona cero’ donde llegan los enfermos de Covid-19, pero de la sala a la cocina estás fuera de peligro del virus. ¿Dónde quedan la lógica, la prudencia y las medidas de seguridad para nosotros ahí?”.
En el mismo hospital. Una bolsa de plástico, apenas amarrada con un nudo, hay un cubrebocas N95, un gorro, una filipina, bata y botas quirúrgicas desechables, tan frágiles que en el transcurso del día al primer movimiento brusco se deshacen. Lo único que permanece es el tapabocas. Googles y caretas no hay, así que deben reutilizar las del turno anterior o traerlas por cuenta propia, porque al solicitar el material en la jefatura o dirección la respuesta hace semanas es la misma: “no hay”.
El lugar, el Hospital General Regional No. 72 del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS). Es uno de los epicentros de la batalla contra el Covid-19 en México. En donde jóvenes y adultos mayores declarados con el virus o sospechosos de tenerlo, sólo tienen una esperanza: que los médicos, enfermeras y enfermeros los salven. Son así, la primera y última línea de defensa contra la pandemia.
Las condiciones que viven en ese hospital lo describen un grupo de enfermeras, pero no son las únicas, todo el cuerpo médico ofrecen los mismos detalles, las mismas sorpresas, los mismos miedos.
A partir de entrevistas con personal de enfermería y médicos de tres hospitales clave en la atención de pacientes: El 72 del IMSS, La Raza y Centro “20 De Noviembre” del ISSTE, y seguimiento a las diversas manifestaciones que se han desatado en varias partes del país ante el desabasto de insumos, así como la falta de medidas básicas de seguridad en instalaciones hospitalarias, ejecentral retrata lo que ocurre al interior de muchos de los nosocomios que enfrentan problemas y aún no están llenos, porque el pico de la epidemia, de acuerdo a documentos del IMSS, se espera para la última semana de abril.
Es la historia del personal médico, contadas por ellos mismos de manera anónima. Son los que trabajan más de ocho horas continuas, sin descansar un momento, sin comer ni tomar agua. Los mismos que reusan el equipo, lo intercambian entre compañeros para apoyarse o lo compran. Utilizan dos horas para desinfectarse con los materiales que ellos mismos elaboran, y sus días de descanso fueron reducidos al mínimo. También son los mismos que tienen miedo de infectarse o infectar a su familia, los que ganan entre ocho mil y 20 mil pesos mensuales en enfermería, o hasta 30 mil si son médicos especialistas. Y son los mismos que en distintas ciudades del país la población ha agredido y hasta corrido del transporte, bajo la idea de que son “infecciosos”.
“Sí hay mucha molestia porque las jefas se han tomado días, no se han presentado y siguen tomando sus descansos, pero al personal operativo no nos los dan, aunque somos los que más expuestos estamos”. Enfermera del hospital Siglo XXI
La 72, choque de realidades
Hasta el cierre de esta edición al menos 32 trabajadores, entre personal de enfermería, médicos, residentes de medicina interna, e incluso directivos del Hospital General Regional 72, presentaban síntomas de coronavirus, de ellos se han confirmado sólo cinco casos positivos al virus SARS-CoV-2, causante del Covid-19.
A través de un documento fechado el 7 de abril, trabajadores de ese hospital ubicado sobre la avenida Gustavo Baz Prada, en el municipio de Tlalnepantla de Baz, en el estado de México, denunciaron ante directivos, jefes de servicio, delegados y la propia delegación sindical el grave y constante “peligro de contagio” con el que labora todo el personal operativo del hospital ante la falta del equipo adecuado, útiles, instrumentos, herramientas y la tecnología vigente necesarios para el desempeño de sus labores, tal cual lo estipula su contrato colectivo de trabajo.
›No se trata del primer aviso. El documento sentencia que los trabajadores se han inconformado a través de dos escritos anteriores, dirigidos a la delegación sindical del hospital, uno del 26 marzo y otro el 3 abril. Piden, a partir de las recomendaciones del Comité Hospitalario de Bioética, que se lleven a cabo el estudio de casos de Covid-19 entre personal operativo que mantiene contacto directo con los enfermos.
Pero las pruebas para confirmar Covid-19 se hacen prácticamente “a ojo de buen cubero”, asegura una enfermera. Las personas, añade, llegan con los síntomas: fiebre, tos, dolor muscular, dificultad respiratoria o están desaturando —que es cuando no hay el suficiente oxígeno en los pulmones—, “se les toma una placa, se toman muestras de laboratorio y con base a eso el médico en turno toma la decisión de pasarlos a la zona cero o sólo mandarles tratamiento”.
“Hay aproximadamente 33 casos de Covid, pero sólo se han hecho cinco pruebas que los confirman, detalla, los demás están como neumonía atípica posible Covid. Pero es un hospital grande, todos estamos expuestos, los pacientes con ese ‘probable Covid’ los pasan a la supuesta zona restringida en el piso dos en las camillas, por los pasillos y el elevador que todos usamos, sólo tapados con una sábana, o sea totalmente expuestos”
A inicios de esta semana, un video difundido en redes sociales del mismo Hospital Regional de Tlalnepantla da cuenta de la inconformidad del personal de todas las áreas. En la grabación de casi 45 minutos, el personal operativo reclama a sus líderes sindicales las deficiencias del equipo, reprochando los días que han transcurrido sin que reciban alguna respuesta.
Antes, el 26 de marzo pasado, alrededor de 70 trabajadores, principalmente médicos y de enfermería del mismo 72 del IMSS salieron a manifestar la exigencia de insumos para atender a los enfermos de Covid-19, como para protegerse.
“La parte de los brotes, como pasó en Monclova, donde hay demostración epidemiológica que hubo un contagio al interior del hospital, no es el mismo caso en la 72. No es el mismo caso. El estudio epidemiológico que lleva varias semanas está demostrando que vino de fuera”. Zoé Robledo, director general del IMSS
20 casos; brote es hospitalario
El primer caso que dio positivo por Covid-19 ocurrió el 18 de marzo y fue del que todos en el hospital se enteraron. El paciente fue colocado en la entrada de urgencias, “a un lado del área de choque, donde hay toma de oxígeno, no hay material y la única manera de aislarlo fue con una cortina”, coinciden en el relato el cuerpo médico.
El contagio interno es posible, a diferencia de lo que sostiene la autoridad, porque de acuerdo al personal de enfermería no se aisló al paciente, así lo relata una enfermera: “pusieron al paciente en la regadera de urgencias, tapado con una cortina, y la única orden que se dio del director y la subdirectora fue que no se pasaran pacientes por ahí. Cando estamos hablando que es la entrada de urgencias, ¿cómo es que no se pase a la gente ahí? Esa no es para nada la técnica de aislamiento adecuada ni para la seguridad de los pacientes ni para el persona”.
›Las autoridades guardaron silencio. Apenas este miércoles, 13 días después de esa manifestación, y un día después del escrito que emitieron los trabajadores, el director general del IMSS, Zoé Robledo habló del caso del hospital de Tlanepantla. Reconoció que 20 doctores de esa unidad habían sido confirmados con Covid-19, pero descartó que se trate de un brote al interior del hospital.
En la conferencia matutina de este miércoles 8 de abril sostuvo Robledo que había un estudio completo, avalado por el doctor Juan Manuel Lira, y la doctora Concepción Grajales, el cual se llevó a cabo hace varias semanas y en el que “concluyen que el brote no fue hospitalario, están siendo… se tomaron las muestras a todos los doctores con todos los estudios de contacto y, efectivamente, hay 20 doctores confirmados, pero no porque se haya iniciado ese brote en el hospital, porque decirlo o incluso siquiera quererlo dejarlo ver, es de una enorme irresponsabilidad”.
El director del IMSS señaló que hubo tres casos de Covid-19 desde el 10 de marzo, cuando llegó un paciente de 60 años “que tuvo todos los cuidados y luego hubo otros dos casos cero, como le llaman los epidemiólogos, que se han investigado”. Son tres líneas las principales por las que se pueden originar el contagio: uno es este primer caso de un paciente, que ya se recuperó afortunadamente; otro es de un médico, una doctora que no estuvo en contacto con pacientes por COVID-19 en ese momento; y otro es un doctor que también simultáneamente trabaja en otro sistema de salud.
“Lo digo porque la parte de los brotes, como pasó en Monclova en donde hay demostración epidemiológica que hubo un contagio al interior del hospital, no es el mismo caso en la 72. Entonces no es el mismo caso, el estudio epidemiológico que lleva varias semanas lo que está demostrando es que vino de fuera”, subrayó el funcionario.
Este miércoles, más tarde, el Instituto emitió un comunicado: “El Instituto Mexicano del Seguro Social informa que en los casos de COVID-19 en el Hospital General Regional No. 72 en Tlalnepantla, Estado de México, no existe brote epidemiológico hospitalario como consecuencia de contagio por pacientes. Añade que en el hospital se implementa el protocolo epidemiológico para la protección de los trabajadores”, se lee en el comunicado que el miércoles emitió el IMSS en seguimiento a lo dicho por su director general al ser cuestionado sobre el brote de contagios al interior de ese centro.
La respuesta ante esa postura oficial fue en el mismo orden de contundente: “Es mentira. No hay protección para los trabajadores, ni tal protocolo; cambian el diagnostico de los pacientes, porque hay muertes de pacientes con diagnóstico de neumonía, y todos los probables los tratan igual, pero no, deben ser Covid-19”, expuso una de las enfermeras.
Tan sólo hasta lo que ella puede constatar porque conoce personal a los afectados, asegura que “enfermeras que yo conozco personalmente son 10 (con Covid), médicos que también ya se enfermaron con riesgo o con diagnóstico son como seis; y no solo es en la 72, otras unidades del IMSS están dando la incapacidad por sospecha, porque tanto al personal como a la gente que llega los médicos están diagnosticando a todos como neumonía, cuando están presentando todos los síntomas de Covid”.
Una doctora de ese mismo centro subraya que lo principal que se debe hacer es sanitizar el hospital, “ya que hay una gran cantidad de médicos contagiados, luego que doten del equipo de protección personal es imperativo, pero si no sanitizan seguirá el contagio y se extenderá más allá del hospital (…) los médicos salen de ahí a trabajar a otro lugar, público o privado. Es un crimen, un atentado contra la salud y es injusto que el director del IMSS Zoé a Robledo se jacte de decir que no es cierto y que estamos preparados”.
La doctora advierte: “Yo viví en el Hospital General de México la epidemia del H1N1 y vi como mucha gente moría a causa de este virus, y te puedo decir que estamos en una situación realmente más grave con el Covid-19”.
“Si no sanitizan seguirá el contagio y se extenderá más allá del hospital, porque los médicos salen de ahí a trabajar a otro lugar, público o privado. Es un crimen, un atentado contra la salud y es injusto que el director del IMSS Zoé a Robledo se jacte de decir que no es cierto y que estamos preparados”. Zoé Robledo, director del IMSS.
Viene lo peor
Con tos seca, constipación nasal y dificultad para hablar, una enfermera de la 72 expone a este periódico el temor de que los síntomas que desde hace tres días se le han ido agudizando resulten en un caso positivo de Covid-19. La desinformación y las condiciones impuestas son tan confusas para el personal de salud, que no sabe si la obligarán a trabajar así, si le aplicarán una prueba o lo que ha ocurrido: “si se sienten mal tienen que ir a su clínica, porque aquí no se les va a atender”.
En realidad ya no importa si el contagio fue externo o interno, el problema es que no tienen equipo adecuado todavía y atienden cada vez a más pacientes, lo que incrementa su riesgo. “En cada piso hay un enfermo de Covid, pero los tienen como probables, como neumonía atípica, pero sí son Covid. Hay dos enfermeras hasta para 20 pacientes, como les dieron licencia a embarazadas, enfermos y adultos mayores, hay muy poco personal. Cuando yo estuve en la zona cero, que es el área donde llegan todos los pacientes con probable Covid-19 llegamos a ser dos enfermeras generales para 17 pacientes. No nos damos abasto y encima de eso estamos expuestos porque si no estás en la zona cero y se te ocurre pedir un cubrebocas te dicen que no porque ahí no hay Covid”, denunció otra de las enfermeras.
El propio Instituto calcula que la ola de contagios será dos veces más grande que su capacidad instalada, y esta cantidad podría darse en sólo dos semanas.
›Los trabajadores de la salud están conscientes: “pasando la Semana Santa, se podrían aumentar los casos y ¿qué vamos a hacer, si no tenemos para intubar?; nuestra única protección es el lavado de manos, el tapabocas, el uso de gel y mascarilla, que hay que traer de casa, entonces, si no hay material se está considerando no trabajar”, suelta con desesperación otra de las enfermeras.
Pero en un segundo se da cuenta de sus palabras, esta joven enfermera de 30 años y rectifica, cambia el tono y reconoce que no podrán abandonar el servicio que en esta crisis es indispensable: “obviamente no lo vamos a hacer porque siempre está primero tu paciente, pero nosotros también tenemos familia y quién nos espere en casa. Entonces si estamos corriendo el riesgo, muchos prefieren estar con su familia al riesgo de infectarse. Yo vivo con miedo de estar infectada o que me enferme porque estoy con mis papás que son personas ya grandes, diabéticas y con mis hermanas y mis sobrinos, por eso mantengo mi distancia con todos ellos y el día que descanso me la paso encerrada en mi cuarto”.
Encima de todo el riesgo que implica estar expuesto ante el virus, las adversidades no acaban al terminar el turno. Las agresiones al personal de médicos y de enfermería en las calles es un riesgo latente ante el temor de la gente de que puedan contagiarlos.
Directivos de hospitales ausentes
Otro de los epicentros de la guerra contra el Covid-19 es el Centro Médico Nacional “20 De Noviembre” del Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE). Aquí tampoco hay equipo suficiente y el personal médico teme una crisis de salud al interior.
“Por supuesto que hay deficiencias de material, hace falta mucho; no hay ventiladores, monitores estetoscopios, tampoco tenemos saturómetros, no hay ni borboteadóres, que son los frascos que lleva el agua para poner el oxígeno, es el procedimiento más rápido para un paciente que le falta el aire, antes de intubarlo. Lo más básico, no hay ni baumanómetros personales para cada paciente, con eso te digo todo”, suelta molesta una doctora.
›Y añade: “el servicio de medicina interna tiene cinco baumanómetros para 20 camas. Entonces, si hay un caso positivo y tenemos un baumanómetro, lo utilizas y después lo pones en un caso de neumonía o una influenza ¿qué va a pasar? pues una contaminación interna a todo lo que da”.
Pero la falta de insumos no se detiene allí. Los guantes son insuficientes, no hay caretas ni siquiera alcohol en gel. Por eso, el personal ha tenido que comprar su material, preparar las sustancias de limpieza y hasta ponerle nombre para identificarlo. porque los googles y las caretas se intercambian con cada cambio de turno.
En cuanto a la insuficiencia de personal, señala una enfermera, “hay recursos humanos, hay personal, porque a todos nos mandaron a llamar, suspendieron vacaciones, todo tipo de apoyo que son por días, licencias, becas de quienes estaban estudiando algún posgrado, y cancelaron las vacaciones que ya tenían autorizadas”.
Pero, señala con un tono de evidente descontento, las medidas sólo aplican para el personal operativo; “primero nos habían dicho que íbamos a rolar, y que por cada servicio, son cinco enfermeras y la jefa, y que se iban a rolar tres enfermeras por una semana y la jefa y luego las otras tres, pero con el decreto del presidente de la emergencia sanitaria, nos hicieron regresar a todos constantemente, pero no los jefes ni directivos.
“En el hospital los servicios están vacíos, en sí ya vaciaron el hospital. No hay cirugías programadas de ninguna índole, más que sean de extrema urgencia, porque es un hospital de cuarto nivel. Desalojaron el ala derecha para recibir a todos los pacientes que cubran el cuadro sintomático como probable Covid, que tengan fiebre, tos, mayores de 60 años. Aunque llego un niño de 13 años al área pediátrica que sí es Covid-19, pero lo ingresaron como neumonía atípica”, detalla.
La neumonía que parece Covid-19
Aunque no hay ningún documento que lo haga oficial, la decena de personas entrevistadas por ejecentral sostienen que es un hecho, ante la falta de pruebas, aunque cumpla los requisitos de Covid-19 se le denomina neumonía atípica. “Todos los manejan como probable Covid-19, pero la mayor parte sí son casos positivos. Las pruebas, dicen los encargados de epidemiología son valoradas, pero las valoran a tal grado que depende de cómo venga el paciente. Es decir, casi muriendo, de lo contrario, no hay pruebas”.
Luego de que a finales de marzo el subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud, Hugo López-Gatell descartó que el gobierno de México consideraría la aplicación de pruebas masivas para detectar casos positivos de coronavirus, y el pasado 2 de abril abundó:
“El número de pruebas que se hacen depende del número de casos sospechosos que se identifican, es decir, no hay un plan de decir: voy a hacer tantas pruebas por día. Si en un día hay más casos, se hacen más pruebas. Hasta el momento, el número lo acabamos de ver, hemos hecho cerca de 14 mil pruebas desde que antes que llegara el primer caso, precisamente con la expectativa de que podríamos encontrar casos y después para darle seguimiento a los casos (…)
“¿Cuántas más vamos a hacer? Todas las que se necesiten, todas las que se necesiten para monitorear, para vigilar el curso de la epidemia”, aseveró el doctor López-Gatell.
La enfermera del hospital del ISSSTE lo retrata así: “no se están haciendo las pruebas, no se aplican y aunque mucha gente dice que no es cierto que exista el virus, que no hay o que es un invento del gobierno, la realidad es que la gente sí se deteriora rápidamente, se agravan rápido y lamentablemente sí mueren. He visto pacientes que vienen descompensados, que padecen diabetes, hipertensión, que llevan días enfermos y no se atendieron hasta que se agudizaron los síntomas. Imagínate si además de eso no se les diagnostica a tiempo. Es fatal”.
1,075 internos médicos y 758 enfermeras (os) fueron retirados de los hospitales por la UNAM, ante el peligro de contagio.
El miedo adentro y afuera
El miedo de contaminarse ahora no es el único. Han aumentado los casos de ataques al personal de salud en las calles, acusándolos de infectar el transporte público y en consecuencia los usuarios. Por eso salen portando ropa de civil, ocultando totalmente que sean médicos o personal de enfermería.
“Estoy exactamente en el foco de infección, pues ya con al capacitación y eso uno dice pues me estoy protegiendo pero aun así vamos a trabajar con ese miedo. Porque también a algunos compañeros se les va alguna cosita que no hicieron bien sobre su protección, e incluso hay compañeros de ahí del hospital que están internados porque se contagiaron. A muchos los mandaron a su casa para que siguieran su cuarentena, los graves sí los tienen ahí”, lamenta una auxiliar de enfermería del Hospital de Infectología del Centro Médico Nacional La Raza.
Se trata de uno de los centros médicos considerado como el eje para recibir a los pacientes con síntomas de Covid-19, con un máximo para atender 200 casos graves, pero al igual que en hospitales de Tlalnepantla y el 20 de Noviembre, en La Raza el área de terapia intensiva está lleno de casos “probables” y a la fecha sólo hay dos pacientes confirmados.
›Ante la alerta sanitaria, la falta de personal no tiene mejoría con la llegada de nuevos elementos debido a que, relata una enfermera, “está entrando mucho personal nuevo, que está esperando sus contratos nuevos, pero nos hace falta experiencia, porque debido la falta de apoyo están mandado a muchos enfermeros generales y auxiliares que de algunos es su primer trabajo, entonces los están mandando sin armas”.
Aquí les han entregado insumos, solo les faltan googles y material para limpieza. Pero la división entre las zonas cero apenas la divide una cadena en la puerta. Y aquí también pasan ocho horas continuas, sin sentarse un momento, sin comer o beber agua. Atendiendo pacientes aislados o en terapia intensiva, en total cinco enfermos por cada dos enfermeras, además de urgencias en donde apoyan todos.
Al llegar a su horario les entregan su vestuario esterilizado. Se colocan la bata, dos o tres pares de guantes en cada mano, la filipina, las botas quirúrgicas, la bata, el tapabocas y los googles. Ingresan a la zona cero que está dividida en dos partes, los que están aislados sospechosos de tener Covid-19 y los que están en terapia intensiva, en donde apenas hay cinco porque es la capacidad que tienen, hacen falta ventiladores y al igual que el hospital del ISSSTE no podrían dar atención ante una deficiencia de aire.
Después de dejar a los pacientes, regresa su vestuario y desecha el resto. Se baña el hospital, pero llega a su casa y sigue otro procedimiento. “Yo llego a mi casa, con mi uniforme en una bolsa, llego, lo saco al sol o lo pongo a remojar en cloro y pino para desinfectar, y a parte lo lavo normal con jabón; me meto a bañar otra vez, roseo mis zapatos con cloro y procuro tener siempre jergas limpias con cloro. Porque sí está ese miedo de que nos traemos todo (el virus) en la ropa”.
Tienen miedo. Desde febrero han tenido que cambiar su ritmo de trabajo y atender pacientes, y sigue creciendo el número. No se dan abasto. La incertidumbre es muy grande. “El personal está muy estresado. Están cansados; muchos quieren que se les den un día de descanso o que se vayan rolando, porque desde que empezó (la contingencia) no han descansado”, asegura la joven enfermera. Hay una cierta sensación de soledad.
A la guerra sin fusil
Ventiladores, estetoscopios, baumanómetros ni los insumos más básicos para atender a pacientes diagnosticados con Covid-19 o los considerados como casos sospechosos hay en suficiencia en los hospitales; el material y equipo de protección como googles y caretas para el personal médico tiene la misma escasez.
TURÍN, ITALIA
TEGUCIGALPA, HONDURAS
ROMA, ITALIA
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