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domingo, 16 de junio de 2019

LOS "TIERNOS OJOS del SICARIO"...del abandono a la violencia, en el sicariato ricos y pobres.

Cerrar los ojos y dejar que la dignidad de una niña o de un niño sea vejada y no hacer nada es como tomar de la mano al infante y acercarlo a las filas de la delincuencia organizada.
Una vez que las fuerzas criminales concluyan la capacitación del menor, éste podrá provocar sufrimiento a cualquier persona hasta que llegue la muerte, todo esto sin sentir culpa o remordimiento, ya que a final de cuentas, a ella o a él le destruyeron la conciencia dentro del mismo entorno social del que, si sobrevive, más tarde le va a juzgar.
De víctima a victimario, es el ciclo al que se condiciona a la infancia mexicana cada vez que no se respetan sus derechos. En este sentido cabe destacar que México ocupa el primer lugar de violencia y abuso infantil entre los países que conforman la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).
De acuerdo con Save the Children, en México siete de cada diez menores de edad sufren algún tipo de violencia, vía que de acuerdo con esta organización no gubernamental, es la causante de la muerte de tres niños al día, hostilidad hacia la infancia que es superior a la de países oficialmente declarados en guerra como Siria o Palestina.
Aunque ser pobre no es condicionante directa que implique terminar en las filas de la delincuencia, si es uno de los factores que hace proclive a un menor para que se inicie en la actividad criminal. En este sentido, el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) señala que en México hay 40 millones de menores de edad, de los cuales la mitad viven en condiciones de pobreza, y de este universo, cuatro millones no van a la escuela. Aunado a esto, si la actual economía del país tiende a que se incremente el número de familias que sobreviven de manera precaria, a la par aumentará el riesgo de que los tiernos ojos de los niños se conviertan en la fría mirada que no se detendrá hasta colocar el proyectil en su objetivo.
En casa la solución. “Estamos en guerra y quienes la están peleando son los niños y jóvenes que se supone son el futuro de este país, ya que setenta por ciento de los combatientes son jovencitos que empezaron en el sicariato”, apunta el Maestro Pablo Camacho Santos, docente e investigador del Instituto Nacional de Ciencias Penales.
Al preguntarle quiénes son las personas proclives a convertirse en sicarios, Camacho Santos comentó que no hay parámetros, “se ha metido (al sicariato) gente muy rica e hijos de políticos”, aclaró que no se debe caer en la mentira de que la gente pobre es la más tendiente a entrar a la delincuencia. “En realidad tiene que ver con los abandonos de los padres, con los maltratos que se hizo a los hijos, con el descuido a la infancia, con los golpes y la violencia con la que crecieron estos jóvenes para que al final desarrollaran enfermedades mentales”, aclara el también antropólogo Pablo Camacho, quien ocupó el cargo de director de la Agencia Federal de Investigación en Zacatecas.
En relación con los trastornos mentales que padecen los niños y adolescentes del sicariato, Camacho Santos explicó que hay individuos que son psicópatas, es decir, desde que nacen tienen inclinación por hacer sufrir a sus víctimas con la finalidad de elevar su ego. Por otra parte, están los sociópatas, individuos a quienes la maldad, el descuido y los castigos de la sociedad, fueron los elementos que moldearon su enfermedad mental.
Uno de los rituales a los que se somete a los niños y adolescentes que son reclutados por la delincuencia organizada es el Garrote Vil, tortura que consiste en amarrar un madero detrás de la nuca de la víctima para que al girar el soporte la cuerda se tense tanto que provoca la horca. Antes de que el sujeto muera se le pide que contenga la respiración para que el aprendiz de sicario pegue su boca a los labios del mártir con la finalidad de que al soltar el amarre pueda inhalar el último aliento. “Mientras esto sucede, al joven aprendiz de sicario se le indica que diga estas palabras frente al moribundo: tú no te has ido, tú estás aquí, tú eres mío, tú me perteneces, hoy tú alma me cuida en este ritual que es el de la santa muerte”, apunta el Maestro Camacho.
Con esta forma de violencia, agresiones físicas e incluso actos de canibalismo es como se va formando el perfil sociópata de los niños y adolescentes, personas que en promedio sobreviven tres meses dentro de las organizaciones delictivas, ya que son la “carne de cañón”, subraya Camacho Santos, quien fue director de Coordinación Interinstitucional de la Secretaría de Seguridad Pública.
Como policía, investigador y autoridad, Pablo Camacho ha estado en las zonas de conflicto, comentó que tuvo la oportunidad de ver como el padre Solalinde pedía perdón a un grupo de jóvenes criminales. “Consternado, le pregunté que por qué hacía eso y él dijo que pedía perdón porque no hubo autoridad ni nadie que protegiera a esas personas antes de que fueran lastimadas y vejadas por el crimen organizado”. El antropólogo lamentó que se debe tener claro que no existen niños problema sino padres problema, quienes dejan la educación de sus hijos en manos de terceros, la televisión y los dispositivos móviles. “Es el equivalente a permitir que un extraño se acerque y capte el interés de nuestros hijos”, puntualizó el Maestro Pablo Camacho Santos.
fuente.-

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