"Nací para ser buchona. El problema es que fue sin darme cuenta y no me quedaba claro de qué tipo sería", dice Carolina, protagonista de Lady Metralla (Ediciones B), de Juan José Rodríguez.
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La novela cuenta la historia de una bella y humilde sinaloense que conoce a El Rojo y de inmediato queda deslumbrada por su atractivo peligroso. Sin saberlo, se interna así en el mundo del narcotráfico que habrá de transformarla de forma radical.
¿Por qué hacer una novela sobre el narcotráfico con una mujer como protagonista?
El narcotráfico es un fenómeno global y la sociedad mexicana cambia a cada momento. Un factor interesante en esta inercia es la integración del entorno femenino a un universo que esencialmente era masculino. En principio los hombres dirigían y las mujeres solo eran parte del acompañamiento. Con esta novela quería mostrar lo que ha sucedido en Sinaloa, donde sus habitantes han dejado de ser testigos ciegos para convertirse en elementos claves.
En Lady Metralla, muestra que incluso en este terreno la mujer ha tenido que pelear también por un lugar.
Así es. A veces se nos olvida que el narcotráfico es parte del capitalismo y también es patriarcal. Las cosas han cambiado en parte por la tecnología y por el mismo desarrollo de la mujer. Con el libro quería hablar de la enorme cantidad de gente implicada, incluyendo a las mujeres que son víctimas por el simple hecho de ser parejas de un narcotraficante o por pasar por el lugar equivocado; y esto nos lleva a los feminicidios, que no son más que un síntoma de la descomposición que vivimos. Desgraciadamente, esto no es nuevo; sucede desde hace mucho tiempo.
En términos de literatura, ¿el cine o la televisión no están cayendo en la apología del narcotráfico?
A veces uno cae en la apología sin querer. Cuando Gabriel García Márquez o Carpentier tocaban el tema del Dictador, no faltaba quien decía que glorificaban a quien supuestamente odiaban. El asunto es que la literatura pone el dedo en la llaga. Nuestra obligación como escritores es contar la realidad social. Mis compañeros escritores tocan el tema desde diferentes puntos de vista y diapasones, como lo hacen Fernanda Melchor o Élmer Mendoza.
¿Pero usted percibía que faltaba un personaje femenino en el contexto del narcotráfico?
Sentí que había un vacío en el tema de la mujer, porque normalmente se le trata como una heroína. Soy amigo de Gustavo Bolívar, el autor de Sin tetas no hay paraísos y es un fundamentalista porque está en contra del consumo. Es decir, debemos tocar una nota y armar un rompecabezas con diversos puntos de vista históricos, geográficos y generacionales; solo así podremos entender el fenómeno del narcotráfico.
Aunque Pérez-Reverte ya había escrito La reina del sur y Orfa Alarcón, Perra brava.
Desde La reina del sur, han cambiado las cosas. La situación del narco es distinta a partir de que tenemos celulares y acceso a las redes sociales. Perra brava tocaba el tema de las mujeres halconas o enlace entre los grandes capos, pero ahora la posición de las mujeres es distinta: son más proactivas. Me cuentan que las venganzas perpetradas por mujeres son más brutales que las de los hombres. Tenemos una nueva generación de mujeres que están luchando y retando los valores de la entelequia del narco.
Usted ha dicho que quería escribir una novela de buchonas. ¿Así de plano?
La buchona, te guste o no, ahí está. Vivimos un momento en el que los valores del narcotráfico se han vuelto parte de la cultura popular. En mi novela no me meto tanto en el tema de las cirugías; sin embargo, quería una novela sobre la educación de una mujer, hija de padres ejecutados en la guerra sucia de los años setenta del narco, que crece y vive en ese mundo.
Fuente.-
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