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El nuevo año nacerá con el rostro de la
crisis económica. Los gasolinazos criminales que Peña Nieto y su gobierno
prometieron erradicar, hoy pulverizan al salario mínimo y serán el detonante de
un incremento de precios generalizado que repercutirá en servicios y productos.
Es el sello del priismo con López Portillo, Salinas de Gortari y Peña: las
crisis sexenales de infausta memoria.
“Gracias a la Reforma Hacendaria, por
1era. vez en 5 años, ya no habrá incrementos mensuales a los precios de la
gasolina, diésel y gas LP”, tuiteó Peña Nieto el 4 de enero de 2015. ¿Ah,
sí? Pues mintió. Es el sello de la casa: el embuste.
El Meme/Internet |
Hoy por hoy, millones se sienten engañados por las falsas
promesas del gobierno. Burlados por la mentira oficialista. Timados por la
realidad. Todo eso, sin duda.
Sin embargo, hay un factor mayor: la
indignación nacional.
Indignación, cuando el priista Javier
Duarte se robó en Veracruz miles de millones de pesos a la vista de todos, nada
se hizo, se le protegió y se le permitió escapar. Peña calló.
Indignación, porque el priista César Duarte
mutó de Gobernador a banquero multimillonario, vendió más de la mitad de la
reserva territorial de Chihuahua mediante operaciones irregulares, y nada se le
hizo. Camina como si nada hubiera hecho. Peña calló.
Indignación, cuando Roberto Borge hizo
todos los negocios posibles en beneficio personal y para su familia en Quintana
Roo, reprimió como dictador bananero a sus opositores, atacó a la prensa
crítica y ahora se pasea orondo por el mundo. Peña calló.
Y allí están Humberto Moreira, el emblema
del cinismo nacional, amenazando con ser diputado – sí, por el PRI- y mofándose
de la justicia. O Rodrigo Medina, el gobernador que al erario público de Nuevo
León lo convirtió en cuenta bancaria personal. Y muchos otros más. Y también
Peña calló.
Ante la impunidad que solapa a esta legión
de delincuentes políticos, con Los Pinos como manto protector, los mexicanos se
preguntan, indignados:
¿Por qué se permite que estos priistas, que
entre todos timaron miles de millones de pesos, no paguen sus culpas y no
reembolsen lo robado, mientras a los ciudadanos se les crucifica con brutales
aumentos a los precios de las gasolinas?
No nos debe extrañar: es el priismo de
ayer, de hoy, de siempre.
Ayer, Jolopo y Salinas; hoy, Peña Nieto.
Los apellidos son lo de menos. Lo de fondo, es la política económica aplicada:
de sacrificio para los bolsillos de millones de mexicanos, y de protección
impune para sus aliados político-financieros. Sí, como Duarte, Moreira, Medina
y compañía.
A todo ello, ¿qué le pasó a José Antonio
Meade? Ayer, un secretario de Hacienda sensible y respetado. Hoy, un lacayo del
priismo peñista, acarreado a celebraciones del PRI, e insensible, al ser el
instrumento para aplicar los gasolinazos. Sin ser militante, Meade es uno más
de la pandilla priista mexiquense. Qué lástima.
Gasolina Magna – la de mayor consumo nacional-que
a partir del primer minuto del sombrío 2017 costará $16.00 por litro. Su
aumento será del 14 por ciento.
Gasolina Premium – la más cara- que valdrá
17.79 pesos el litro, con un incremento del 20.1 por ciento.
Diésel, 17.05 pesos por litro, con una alza
del 16.5 por ciento.
Aumentos a la gasolina…y a precios en
general: alimentos, transporte, servicios, educación, etc. ¿Por qué? Porque
todo se mueve con gasolina.
Pulverizadas quedaron las promesas de Peña
Nieto y de su gobierno.
Pulverizadas, las posibilidades de grandes
estratos de la población de elevar su nivel de vida.
Mientras usted y las mayorías se truenan
los dedos por estos aumentos salvajes a las gasolinas, los priistas aliados de
Peña Nieto se pasean por Europa, comen pavito tranquilamente en su casa, o
están prófugos de la justicia.
Ese es Peña. Ese es el PRI.
Llega 2017. ¡Agárrense!
FELICIDADES. A los lectores de esta
columna, a mis compañeros en SinEmbargoMX, y a pesar de las
dificultades económicas que se avecinan, les deseamos un buen fin de año.
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