En la sierra de Guerrero donde no hay ley, donde no llega la justicia, donde lo único que tienes son obligaciones sin derechos, es ahí donde se siembra el opio mexicano, es donde los únicos que mandan son los narcotraficantes para los que sin querer trabajan.
Sin querer, porque es una obligación, si no siembran opio, no viven, si lo siembran te lo roban, si lo siembran te persiguen. No hay salida, es la ley del opio.
El portal de El País, ha publicado una investigación que realizó en aquella zona de Guerrero, donde el narco manda, las montañas son hermosas, la orografía es esplendida, sin embargo reina el narco, no hay carreteras, ni hospitales, y para colmo ni el narco está bien organizado.
México, en específico Guerrero, se ha convertido en el mayor productor de opio de América Latina según la ONU, publica el diario español.
Cuenta la historia de un campesino, pero no es común ni corriente, es Jaime de 33 años y planta amapola según mantienen desde los 8 años.
Jaime es un campesino que trabaja de sol a sol, y tiene miedo por su familia, los narcotraficantes de la zona, no los tienen amenazados, pero es como si los tuvieran, no pueden dar un paso en falso, porque se meterían con su familia, se meterían con sus hijos.
Cuenta el agricultor “ocurrió hace un año, en tiempo de cosecha. Se llamaban Valerio Ciprés y Daniel Landa. Habían ido a la escuela con Jaime; juntos habían jugado con balones descosidos, y juntos, llegados los domingos, habían sentido la mordida del mezcal en la frente. Como todos en la montaña, también cultivaban amapola. Pero un día dijeron a algo que no. Y al otro, desaparecieron. Poco después, sus cuerpos fueron descubiertos minuciosamente desmembrados a lo largo de la carretera que serpentea la sierra”. Nadie preguntó por el asunto, nadie fue detenido, dice Jaime.
Los narcos, siempre se refieren a las zonas como “zonas tranquilas”, pero no se refiere a la paz que hay en la comunidad, sino a que no hay militares o que está tranquila para seguir delinquiendo. Controlados por alguna organización criminal.
En otro caso, Jonás, otro agricultor cuenta cómo las organizaciones los “apoyan” para cultivar amapola les pagan por adelantando o les prestan para “invertir” en la agricultura, pero cuenta el señor de aproximadamente 50 años que si no cumplen con las deudas o lo pactado, las organizaciones, secuestran, matan o saquean. Incluso, cuenta, se pueden llevar a sus hijos y convertirlos en sicarios.
Otro joven de 23 años, Jorge, relata que desde muy joven dejó la escuela, y empezó a trabajar, iba en segundo de secundaria pero no pudo seguir estudiando. Trabaja desde las 4 de la mañana y termina hasta las 6 de la tarde, trabaja más de 12 horas. Pero, “no hay de otra” comenta. Al preguntarle (los investigadores de El País) comenta que no hay oportunidades, le dicen que si no hay mejores oportunidades en la zona de la costa en Acapulco, por ejemplo, dice que no es trabajo para él, le piden idiomas, le piden secundaria, vestir bien, pagar una casa y no tiene los recursos para todo eso.
No, hay mejores oportunidades para nadie, no pasan de la sierra, ni siquiera piensan en un día salir de ahí.
Es sin duda una de las peores situaciones, de los ciudadanos que no existen para el Estado, porque no hay Estado en ese lugar, se ha vuelto en una ciudad fantasma, pero no por no ser habitada, sino porque no está en el mapa de la justicia, ni siquiera hacen algo para disminuir la inmensa violencia.
Todos los relatos son desalentadores para una vida digna, una vida con derechos y obligaciones como lo marca la Constitución, porque los que mandan y ponen sus leyes son los criminales.
Fuente.-LaSillaRota
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Tu Comentario es VALIOSO: