Si
hay una elección en llamas este 5 de junio, esta es Veracruz. Todo quema ahí.
Este fin de semana dos ataques armados dejaron un saldo de seis muertos y 10
heridos en Xalapa y Orizaba, y la oposición acusó al Gobernador Javier Duarte
de un presunto desvío de recursos públicos.
Esto es sólo el colofón de
acusaciones y difamaciones de pederastia y corrupción, que han pintado la
campaña electoral para Gobernador en amarillo escándalo. Pero esto es sólo lo
que se ve. Lo que no se ve es más violento porque habla de una ruptura dentro
del PRI, en los más altos niveles donde la gubernatura no es el fin de un
proceso, sino la antesala de lo que vendrá delante.
No comenzó así la
campaña. En el principio, el Gobernador Duarte habló con el jefe de Morena,
Andrés Manuel López Obrador, a quien ofreció apoyo a cambio de nada. Una
elección entre tres, era la racional, favorecería al candidato del PRI. En ese
entonces Duarte pensaba que el abanderado tricolor sería quién él deseaba,
Alberto Silva, a quien promovió como Secretario de Desarrollo Social. Si
ayudaba al candidato de Morena, Cuitláhuac García –como lo había hecho cuando
contendió el año pasado por una diputación por Xalapa en contra de una priista
adversaria de él-, le quitaría votos al candidato del PAN, respaldado por el
PRD, Miguel Ángel Yunes. Pero las cosas cambiaron rápidamente.
El candidato del PRI a la
gubernatura no fue Silva, sino el senador Héctor Yunes. Duarte no tuvo
posibilidad alguna de operar por su candidato. Pudo, en pago a los recursos que
inyectó a la campaña presidencial de Enrique Peña Nieto, evitar el desafuero en
diciembre pasado pese al costo que significaba su presencia en las
posibilidades electorales del PRI. Una elección entre tres, sería la solución.
Para el Gobernador, la contienda entre los primos Yunes se convirtió en una
amenaza a su libertad. Al arrancar sus campañas, ambos se comprometieron a
revisar las cuentas de Duarte y dejaron entrever que podrían encarcelarlo. Una
victoria del priista no le garantizaría inmunidad: si no le podían probar
corrupción, el hoyo fiscal que tiene en Veracruz sería motivo suficiente para
emprender un litigio en su contra. Veracruz es el único Estado donde los más
altos niveles en la Secretaría de Hacienda dicen que “está quebrado”, por el
mal manejo financiero del Gobernador.
Lo que ha sucedido en las
últimas semanas de la campaña habla de varios niveles de competencia. Veracruz
es el tercer Estado en peso electoral del país y nunca ha estado en otras manos
que no sean las priistas. Para el 5 de junio es la elección más importante de
todas y lo que se juega ahí lleva directamente a la sucesión presidencial en
2018. Duarte, que comenzó su gobierno en el establo político del Secretario de
Hacienda, Luis Videgaray, lo terminará en el del Secretario de Gobernación,
Miguel Ángel Osorio Chong, quien compite por la candidatura del PRI con su
colega de gabinete y con el presidente del partido, Manlio Fabio
Beltrones.
Duarte ha estado operando
en estas últimas semanas en contra de los primos Yunes y a favor de García, el
candidato de Morena. Ha sido tan obvio su apoyo, que se ha convertido en uno de
los temas que se han venido mencionando en las columnas políticas de la prensa
en la Ciudad de México. A esos esfuerzos se han sumado diputados y petroleros priistas
vinculados al Secretario de Gobernación. ¿Qué tanto tienen el aval de Osorio
Chong? No hay una prueba directa que los una, salvo las propias indiscreciones
de los operadores priistas, particularmente en el norte de Veracruz, de que
tienen el respaldo del hidalguense. La derrota del PRI en esa elección sería
una derrota clara de Beltrones, y elevaría los costos para el candidato de
Videgaray, que optó por no impulsar a su candidato, el senador José Yunes, para
esta gubernatura corta, y llevarlo en la boleta del 2018.
La forma como están
jugando los priistas en las sombras, están siendo sumamente rudas al plantearse
la lucha intramuros en términos de objetivos personales por encima de los
generales para el PRI y el Presidente Enrique Peña Nieto. A cerca de un año y
medio para que se decida la sucesión presidencial dentro del PRI, los pre
candidatos tricolores están viendo el árbol pero no el bosque, si se pudiera
utilizar esta metáfora que raya en el lugar común.
Veracruz es el ejemplo.
Uno de los estados de mayor crecimiento de Morena es ahí, en buena parte por el
conocimiento de varios de sus líderes de la entidad, como Rocío Nahle, la
coordinadora parlamentaria del partido, quien le ha asegurado a López Obrador,
inclusive mucho antes de comenzar este proceso por la gubernatura, que Veracruz
sería de ellos. La forma como está operando Duarte y las huestes de Osorio
Chong podrían acortar el tiempo para la concreción de esa promesa. Sería a
costa del PRI, y en beneficio de López Obrador. Este es el árbol. El bosque es
que si Veracruz se va para Morena, López Obrador tendría dos entidades en la
bolsa para 2018, porque no se ve quién podrá despojarlo de la Ciudad de México,
y lo colocará en la antesala de Los Pinos. No será lo que buscaban, pero será
lo que logren.
Fuente.-Raymundo Rivapalacio
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