Casi medio centenar de cajas con dirección a territorio sinaloense le parecieron sospechosas a la Policía Nacional de Colombia (PNC). Se trataba de supuestos cartuchos para impresoras y tóner de fotocopiadoras, según las calcomanías. Al parecer un producto inofensivo que saldría del aeropuerto El Dorado, en Bogotá, en septiembre del año pasado. Pero bastó una olfateada perruna para echar todo abajo.
Mona es una perra color miel asignada a la detección de narcóticos. Con su chaleco amarillo fluorescente dirigió la mirada hacia uno de los agentes para darle luz verde. De inmediato abrieron las cajas para extraer las bolsas de plástico con un polvo negro. Las pruebas químicas arrojaron resultados positivos: eran mil kilogramos de “droga negra”.
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Una hora antes, un cargamento de
peso similar navegaba por los aires hacia el Aeropuerto Internacional de la
Ciudad de México (AICM). Fue por aviso de la PNC que las autoridades mexicanas
lograron interceptar el producto valuado en 19.2 millones de dólares, con una
capacidad de generar casi 3 millones de dosis. En ningún país se capturó a los
responsables, pero el boletín colombiano señalaba que “sería recibido por
integrantes del Cártel de Sinaloa, y al parecer fue enviado por
una red narcotraficante que tiene arraigo en la costa atlántica de Colombia”.
Los comunicados de la PNC consultados por este diario —del periodo 2008-2016—
corroboran al aeropuerto El Dorado como el principal punto de origen de la
droga.
El dato cobra relevancia, puesto que en el
último año se disparó el decomiso de cocaína en el AICM. Si en los
ocho años anteriores el promedio de incautaciones era de 342 kilogramos de
polvo blanco al año, de enero de 2015 a febrero de 2016 la Policía Federal (PF)
aseguró mil 79 kilogramos de esa droga, de acuerdo con información obtenida vía
la Ley de Transparencia. Tres veces más que el promedio anual de los años
previos.
Durante el año pasado y los primeros cuatro
meses de 2016 se decomisó más de una tonelada, registrando al menos una entrada
por mes. Los dos países más reincidentes son Perú y Colombia, de acuerdo con el
oficio de la PF obtenido vía transparencia.
Carlos Zamudio Angles, investigador del
Colectivo por una Política Integral hacia las Drogas, A.C., señala que el
incremento se observa “tomando en consideración los promedios. Desde hace
tiempo que [Ismael Zambada] El Mayo es
quien controla el AICM, y dado que cada vez hay más atención por vigilar las
costas, se ha empujado a que busquen alternativas como la Ciudad de México, que
es de los pocos [aeropuertos] que conecta con Perú y Colombia, de donde llegan
más drogas, y sólo hablamos de la cantidad de decomisos, no sabemos cuánta más
pasó. Esto indica que hay un mayor uso del aeropuerto como punto de llegada”.
“Es un punto neurálgico. Por ejemplo, durante
el sexenio pasado había vuelos directos de República Dominicana a México, ahora
no hay, y no fue una razón comercial o de las aerolíneas, fue estrictamente
para cortar el flujo, particularmente de cocaína, que hacía una escala y luego
se iba para Europa, México y Estados Unidos”, comenta Erubiel Tirado,
coordinador del programa de Seguridad y Democracia en México de la Universidad
Iberoamericana (UIA), quien critica la “relajación” de las autoridades en la
oportuna detección de estupefacientes.
Mulas extranjeras.
Una por una se las tragó hasta cargar en su
cuerpo 34 cápsulas que contenían clorhidrato de cocaína. Se trataba de un
ciudadano peruano sexagenario, quien fue descubierto en abril pasado en el
AICM. En el Hospital Balbuena le extrajeron más de un kilogramo de la droga.
Dos meses y medio antes, otro viajero de esa
misma nacionalidad fue sorprendido con tres decenas de bolsitas de coca dentro
de una maleta color gris y envueltas con una chamarra.
Ambos detenidos fueron puestos a disposición de
las autoridades.
Pero Perú y Colombia no son las únicas
nacionalidades que figuran en el tráfico de cocaína que llega a México vía
aérea. De acuerdo con la solicitud de transparencia, también hay registros de
procedencia de Estados Unidos, Canadá y El Salvador. Incluso hay puntos
regionales como Chihuahua y Quintana Roo.
De enero de 2015 a febrero de 2016, 27 personas
fueron arrestadas en el AICM, de nacionalidades colombiana, venezolana, cubana
y mexicana. Todas eran mulas de coca.
En el listado de drogas decomisadas destacan
cocaína, con mil 79 kilogramos; metanfetamina, 10.45; marihuana, 1.39, y
pastillas sicotrópicas, un kilo. Sin embargo, no aparecen registrados
precursores químicos, hachís, efedrina, anfetaminas, morfina, heroína, semillas
de marihuana y cristal, como figuraron en el periodo 2006-2014 que documentó EL
UNIVERSAL en enero de 2015.
¿Mayor control?
La cocaína “sigue siendo la droga que mayor
preocupación suscita en América Latina y el Caribe”, refiere el Informe mundial
sobre las drogas 2015, de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y
el Delito. Según el mapa de corrientes entre países o regiones, la ruta
Colombia-México se ubica en la categoría de “tráfico principal”.
Erubiel Tirado, experto en seguridad nacional,
considera que si los controles del AICM fueran eficaces “no se insistiría en
pasarla por ahí”. En sentido estrictamente operativo, cuestiona: “¿Cuántas
veces han cambiado el mecanismo y cuántas veces han sido más eficaces las
secciones de control para detectar el flujo de droga?
“De hecho, lo que están haciendo desde hace dos
décadas es vulnerar los derechos humanos de los pasajeros, particularmente de
quienes llegan de Centro y Sudamérica. Sus pertenencias son revisadas sin
autorización y sin la presencia del dueño. Vulneran cualquier garantía
internacional. En otros países dejan una notificación con responsiva para
demandar a las autoridades en esos casos”, agrega.
Polvo negro
Las modalidades de trasiego se sofistican cada
vez más. Puede ser desde un clásico doble fondo en una maleta o hasta los
llamados correos humanos (conocidos también como mulas o burreros), que llevan
envoltorios en sus entrañas. Se han usado sillas de ruedas, instrumentos
musicales, tapas de zapatos o artículos de diversa índole. A veces los rayos X
la detectan; en otros casos, los canes, y en algunos más la revisión de los
agentes de la PF, quienes se percatan del nerviosismo de algunos pasajeros.
Pero el año pasado se decomisó un cargamento
con nuevas características en el AICM: cocaína negra procedente de Colombia.
Los antecedentes de ese producto datan de 1998, cuando el entonces general
Rosso José Serrano anunciaba el decomiso de 115 kilos en el aeropuerto El
Dorado, de Bogotá, que contenían hierro en polvo y carbón de palo molido, según
documentó el diario El Tiempo. En noviembre de 2015, en esa misma
ciudad se incautó un laboratorio que procesaba coca negra, de acuerdo con ese
medio.
“La usan como un modo de camuflaje. No tiene ninguna
otra propiedad. Si uno ve un polvo blanco es sospechoso aunque sea sal.
Mientras que el color negro o rosado no tiene vinculación lógica. Venderla en
ese color tiene que ver con lo innovador de los mercados de Medellín. Más que
la calidad, es como ponerles una marca”, precisa Zamudio Angles.
En el decomiso de septiembre pasado las
autoridades colombianas dijeron que la cocaína sería recibida por el Cártel
de Sinaloa. “La hubieran dejado pasar si no es por Colombia. Hay una razón
importante aquí: hace dos décadas está la cooperación de Estados Unidos con el
Estado colombiano. Eso implica la implementación de controles que tienen
rendición de cuentas de transparencia”, enfatiza Tirado.
“La colaboración de la DEA con la PNC está
documentada año con año. Se reporta al Congreso de Estados Unidos. Hay recursos
humanos, materiales e incluso de infraestructura en el aeropuerto El Dorado.
Tienen, por ejemplo, máquinas de escáner que prácticamente revisan o hacen
evidente el contenido del cuerpo humano y así detectan a los burros.
Aquí no hay información, es ambigua o simplemente no dicen nada”, agrega el
experto.
Fuente.-
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