Mientras con una mano el gobierno federal colocaba en la PGR al alfil de Televisa, con la otra ofrecía el prototípico show mediático –la captura del capo de moda– a la manera de una operación distracción. Nadie más apropiado para esto último que La Tuta. La trayectoria delictiva de Servando Gómez Martínez, el jefe de Los Caballeros Templarios detenido el 27 de febrero en Morelia, es una muestra de la tragedia de Michoacán. Formado como maestro rural, tomó el camino más corto hacia el poder y el dinero: el narcotráfico. Pronto destacó en La Familia Michoacana y después participó en la fundación de Los Caballeros Templarios, con mucho las organizaciones delictivas más poderosas que hayan asolado la entidad. Pero sin duda la peculiaridad de este jefe criminal fue su facilidad para utilizar medios de comunicación como la televisión y el internet para hacerse propaganda y atacar a sus enemigos.
Mexico,D.F 02/Mar/2015 El pueblo de Arteaga, Michoacán, donde nació y se crió Servando Gómez Martínez, La Tuta, es una tierra de montes áridos y abrojos que por muchos años estuvo abandonada, hasta que la industria minera china descubrió ricos yacimientos de hierro.
Cuando ya era maestro rural –de donde le viene su apodo de El Profesor–, Gómez Martínez encontró el más socorrido atajo hacia el poder y el dinero que se conoce en el estado: el narcotráfico. Comenzó con la venta de mariguana y en unos años escaló a la jefatura del grupo criminal más poderoso que ha tenido Michoacán en medio siglo: Los Caballeros Templarios.
Extraoficialmente se calcula que en 2013 la banda obtuvo ganancias de 31 mil millones de pesos, tomando en cuenta sus diversos delitos: tráfico de estupefacientes, extorsiones, secuestros y negocios con los empresarios chinos, según se desprende de informes del gobierno de Fausto Vallejo y declaraciones del entonces comisionado para el Desarrollo Integral del estado, Alfredo Castillo.
Luis Felipe Gómez Martínez, El Güicho –hermano de El Profesor, La Tuta o El Viejo–, detenido en agosto de 2014, les contó a fiscales de la Subprocuraduría Especializada en Investigación en Delincuencia Organizada (SEIDO) cómo Servando cambió los salones de clase por el narcotráfico:
“Cuando tenía como 19 años se juntó con su esposa y se fue a vivir por Quiroga, donde dio clases, ya que es maestro normalista. Cuando se separó, se fue a vivir al rancho de su papá, llamado Medina, el cual se encuentra a las afueras de Arteaga. Ahí durante dos años cultivó papaya, jitomate y maíz.
“Después se fue a trabajar a unos ranchos de maestro y regresó posteriormente al pueblo –prosiguió El Güicho–. Tiempo después me di cuenta que tuvo un problema con una persona de apellido Barragán, quien cuando fue detenido dijo que en un rancho había un sembradío de mota y que era de mi hermano, pero yo creí que era mentira, que lo había dicho para que lo dejaran ir y porque mi hermano le caía mal.”
Sin embargo, todo era cierto. Desde 2001 La Tuta se dedicaba al tráfico de drogas, en vez de dar clases en la primaria Melchor Ocampo del municipio de Arteaga.
“Yo le dije a Servando que dejara eso, esas cosas, y luego fue cuando me di cuenta que él estaba metido en el narcotráfico”, confesó su hermano tras ser detenido por la Policía Federal en la casa de sus padres, también en Arteaga. La respuesta de Servando fue: “Tengo que seguir en esto, porque ya no me puedo salir”.
Servando Gómez Martínez nació el 6 de febrero de 1966. Con su primera esposa, Ana Patiño López, tuvo tres hijos: Luis Servando, Alejandra Sayonara y Huber Gómez Patiño. Según los vecinos de Arteaga, El Profesor creía en la brujería y hacía caso de “guías espirituales” que le revelaban nombres de traidores, así como los parajes donde podía ocultarse de sus enemigos. No obstante, fue detenido el viernes 27 en Morelia.
En un recorrido por las calles de Arteaga se ubican fácilmente la primaria Melchor Ocampo, donde el jefe templario dio clases durante 15 años, y la escuela normal de Arteaga, de donde egresó.
En la parte alta de las calles empinadas del pueblo se levanta la casa de su madre, María Teresa Martínez Castañeda, y las de los hermanos Flavio, Aquiles y Luis Felipe Gómez Martínez. Se distinguen porque, en contraste con las modestas viviendas vecinas, abarcan media cuadra cada una.
El Güicho sigue dando clases de educación física en Arteaga. El primero en titularse como profesor de primaria fue Luis Felipe, que estudió en el Centro Regional de Educación Normal y en 1987 obtuvo la cédula 1136171.
Aquiles siguió sus pasos en el mismo plantel y obtuvo la cédula 2424081 en 1997, pero fue ejecutado el 19 de septiembre de 2014 en el fraccionamiento Los Tulipanes, del municipio de Lázaro Cárdenas.
Y Flavio era señalado como administrador de La Tuta. Fue detenido el viernes 27, en Mérida, Yucatán, en un operativo paralelo a la detención de su hermano en Morelia.
La Tuta aparece en el Registro Nacional de Profesionistas con la cédula 1576654, expedida en 1991, con la carrera de profesor en educación primaria. Estudió de 1981 a 1985 en la misma institución que sus hermanos.
Información de la Procuraduría General de la República (PGR) indica que su primera incursión en el crimen organizado la realizó en 2001 con una banda denominada La Empresa, dirigida por Carlos Alberto Rosales Mendoza, que después se cambiaría el nombre por La Familia Michoacana. La Tuta llegó a ser uno de sus jefes.
Vecinos del pueblo cuentan que los Gómez Martínez “eran hacendados” porque poseían cientos de cabezas de ganado y vendían lácteos y ropa para bebé en una tienda aledaña a su enorme casa.
A la entrada del panteón municipal, llama la atención un mausoleo de cemento, pintado de amarillo, con columnas romanas blancas y puertas de cristal esmerilado con dos gallos: un giro y otro colorado, en actitud de pelea. Ahí están los restos de su padre, Luis Felipe Gómez, y de sus tíos Arcadio y Bolívar, lo mismo que de sus abuelos Felipe y María Soledad.
Frente al camposanto se localiza el palenque donde La Tuta se jugaba en peleas de gallos parte del dinero que ganaba con las drogas, las minas, las cuotas y las extorsiones a comerciantes y empresarios que vivían en su feudo.
Y a un lado está el salón de fiestas El Cepillo, donde el capo citaba a los comerciantes, empresarios, hoteleros y restauranteros para que le entregaran sus “cuotas”. Enseguida, la casa de una de sus amantes, hoy ocupada por las autodefensas, lo mismo que el rancho a la entrada del pueblo.
El capo mediático
El capo era escurridizo. Llegó a vivir en cuevas, mantenía un bajo perfil, era hábil para disfrazarse. Grababa sus conversaciones con autoridades y políticos para exhibirlos después. Según el servicio de inteligencia de la Policía Federal, existen cientos de esos audios y videos.
El comisionado nacional de seguridad, Monte Alejandro Rubido, declaró que La Tuta se inició desde 2000 en la compra y venta de mariguana, cuando el mercado de la droga en Michoacán era controlado por Amado Cornelio Valencia y Luis Valencia, cabecillas que habían roto con quien fue líder del Cártel del Golfo, Osiel Cárdenas. Gómez Martínez se puso en contacto con Nazario Moreno, El Chayo, y fue designado jefe regional en el puerto de Lázaro Cárdenas.
Fue hacia 2006 cuando El Chayo y Gómez Martínez formaron La Familia Michoacana, y descubrieron el negocio de la extorsión en la región de Tierra Caliente, con tales ganancias e impunidad que les permitieron extenderse a otras entidades del país.
Tres años más tarde La Tuta ordenó el asesinato de 12 agentes de la Policía Federal asignados a su persecución. Según los expedientes PGR/SIEDO/UEIDCS/283/2009 y PGR/SIEDO/UEIDCS/284/2009, además de informes de la Secretaría de Seguridad Pública federal, desde entonces ya desplegaba estrategias mediáticas para desacreditar a funcionarios y proponer públicamente pactos al gobierno federal.
Tras el crimen contra los federales, trasladó su centro de operaciones a Tumbiscatío. Desde entonces se le atribuye la contratación de militares de élite kaibiles guatemaltecos y la corrupción de policías municipales de Arteaga, a quienes habría pagado 100 mil pesos mensuales.
También como jefe de La Familia Michoacana, en 2010 ordenó ataques simultáneos a instalaciones de la Policía Federal en Guanajuato, Guerrero y Michoacán.
Y el año siguiente, junto con los cabecillas Kike Plancarte y El Chayo Moreno, dejó La Familia Michoacana para formar Los Caballeros Templarios, organización que llegó a controlar una buena parte de la entidad, imponiendo incluso autoridades municipales y estatales.
De acuerdo con un informe de la Secretaría de Seguridad Pública de Michoacán, en noviembre de 2011 se reunió con Jesús Reyna, entonces coordinador de campaña del candidato priista Fausto Vallejo, a quien le entregó dinero para su proyecto en pos de la gubernatura. Vallejo ganó.
En una ficha de los órganos de inteligencia de Michoacán, elaborado en 2014, se indica:
“Servando Gómez Martínez (Arteaga, Michoacán, 6 de febrero de 1966) es el actual dirigente de Los Caballeros Templarios y fue líder de La Familia Michoacana, por debajo de Nazario Moreno González, El Chayo, y de José de Jesús Méndez Vargas, El Chango Méndez. Se graduó en la Escuela Normal de Arteaga, donde obtuvo su plaza como maestro en 1985.
“Es uno de los hombres más violentos de Los Caballeros Templarios, al grado de ser capaz de asesinar sólo porque quien le leía las cartas del Tarot le revelaba que supuestamente alguien lo traicionaba.
“Fue profesor de primaria, después agricultor, creó centros de ayuda a jóvenes farmacodependientes y luego fue traficante de estupefacientes, según la PGR.”
En efecto, La Tuta creó los “centros de rehabilitación” con que los templarios atrajeron a jóvenes para darles cursos de superación personal y de “autorreflexión”, pero en realidad los adoctrinaron con supuestos valores de bienestar y respeto a la familia para transformarlos finalmente en un ejército de sicarios.
Las habilidades de Gómez Martínez y su formación como profesor le ayudaron a constituir una base social para su organización: gente que salió a las calles a defender a Los Caballeros Templarios exigiendo la salida del Ejército y de la Policía Federal del estado.
También fue capaz de desarrollar una estrategia mediática para difundir información negativa sobre las fuerzas federales en los medios locales, a través de reporteros que recibieron línea y la siguieron por amenazas o por dinero.
En marzo del año pasado, cuando El Chayo Moreno fue abatido, La Tuta tomó el mando de Los Caballeros Templarios. La banda aún tenía presencia en el Estado de México, Baja California, Tamaulipas, Jalisco, Nayarit, Guanajuato, Colima, Querétaro y Chiapas.
Guillermo Valdés Castellanos, exdirector del Centro de Investigación y Seguridad Nacional (Cisen), asegura en su libro Historia del narcotráfico en México que, con La Familia Michoacana y con Los Caballeros Templarios, Michoacán “fue el estado pionero en este tipo de privatización de la totalidad de los asuntos públicos municipales” hasta llegar a la “captura del Estado”, es decir, a la “reconfiguración cooptada del Estado”.
Fue el único grupo criminal del país, y quizá del mundo, que tenía un representante ante los medios de comunicación, a través del cual limpiaba su imagen y enviaba mensajes al gobierno federal.
Gómez Martínez logró cooptar a autoridades, empresarios y políticos o sus familiares, como sucedió con el hijo del entonces gobernador Fausto Vallejo, Rodrigo Vallejo (El Gerber), y el hermano del exgobernador Leonel Godoy, Julio César Godoy Toscano. A los dos los grabó de manera clandestina para negociar posteriormente con el poder.
En una grabación del 10 de febrero de 2014, el capo dijo que las autoridades no lo agarrarían vivo: “¿Quieren putazos? Putazos va a haber, y va a correr mucha sangre de gente inocente”, amenazó. Pero según la versión oficial, lo detuvieron la madrugada del viernes 27 sin disparo alguno.
La captura del capo hizo pasar a segundo plano, de manera natural, la renuncia del procurador Jesús Murillo Karam y el anuncio del nombramiento para sustituirlo de Arely Gómez, hermana del vicepresidente de noticiarios de Televisa, Leopoldo Gómez, propuesta por el presidente Peña Nieto al Senado. .
El mismo esquema empleó el gobierno en el caso de la captura de Héctor Beltrán Leyva, El H. Su anuncio, en septiembre del año pasado, desplazó de los titulares, en cierta forma, a la desaparición de los normalistas de Ayotzinapa.
Fuente.-Proceso.
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