Debido a la complicada situación económica está claro que la aduana electoral de 2015 no será nada fácil para Peña Nieto y su decepcionante administración
Mexico,D.F 28Mar/2015 Entre la caída de la economía que no levanta y golpea por igual a todos los sectores —desde los más ricos hasta los más pobres— y la confirmación de que la aprobación del presidente Enrique Peña Nieto continúa en picada, hay un claro hilo que conecta ambos indicadores a la baja: el malestar de una sociedad que no ve mejoría en sus ingresos, que no ve certidumbre en sus necesidades más básicas y que, por el contrario, se enfrenta en todos los niveles a situaciones apremiantes que obligan a reducir el consumo, a recortar gastos y a “apretarse el cinturón” para sortear momentos complicados que ya duran los últimos tres años del sexenio peñista, mientras el panorama del futuro inmediato, dicho por el propio gobierno, no pinta nada mejor.
Si los estrategas de Bill Clinton anticiparon en aquella campaña mítica de 1992 que lo que haría perder a un imbatible George Bush no eran su agresiva política exterior ni sus incursiones bélicas en el Golfo Pérsico, sino la situación económica de los estadounidenses, que era tan difícil que contrastaba con la exitosa política exterior de Bush padre, es claro que aquella misma lógica se podría aplicar a lo que se avecina para el gobierno de Peña Nieto en las elecciones intermedias de junio próximo: “Es la economía, estúpido”, dijeron entonces los estrategas de Clinton, y es la misma economía la que hará perder al presidente mexicano y a su partido que sufrirán un fuerte retroceso en el Congreso.
La mayoría de las encuestas apunta en esa dirección: el voto para el partido gobernante se desploma (30%), mientras la oposición empieza a capitalizar el descontento social, con un PAN (27%) que ya casi empata al priísmo, una izquierda que se divide y se achica (PRD 13%, Morena 10%, PT 2% y MC 3%), mientras el fenómeno de propaganda y mercadotecnia del PVEM, impulsado por Los Pinos y apoyado por televisoras como Televisa, logra captar algo del voto perdido del PRI y busca aminorar la caída del gobierno con un 10% en los sondeos de opinión.
¿APUESTAN A PERDER? Aunque el presidente Peña ya respondió a las encuestas que confirman que su aprobación sigue a la baja (30%) al igual que la desconfianza de los mexicanos en su gobierno (70% no le cree), y dijo que no trabaja “para ganar medallitas”, la gran interrogante que se hacen cada vez más mexicanos es, ¿para qué entonces trabaja el Presidente? Porque más allá del discurso de las reformas que impulsa su gobierno y de los beneficios que éstas van a traer a los mexicanos, no hay en la comunicación gubernamental, supuestamente mejorada, un mensaje claro que le transmita a los mexicanos una idea bien definida de qué es lo que en concreto le está beneficiando de este gobierno.
Más bien en los últimos días pareciera que la administración de Peña Nieto se empeña en ir en sentido contrario al de un gobierno que apuesta a ganar las elecciones y obtener un voto de respaldo de la ciudadanía. En los últimos días y desde hace semanas, los mensajes del gobierno son, si bien realistas y responsables, cada vez más preocupantes: “Preparémonos para lo peor”, advirtió hace unos días el secretario de Hacienda, Luis Videgaray. “El 2016 será de menores ingresos”, había anunciado semanas antes. “Tendremos un presupuesto base cero”, definió el hombre fuerte del gabinete presidencial.
Todos esos mensajes, en los tiempos electorales y en los tiempos de economía complicada que se viven en casi todos los sectores de la sociedad, suenan a una muy mala noticia. ¿Cómo puede ser peor el 2016 si ya el 2013, el 2014 y este 2015 no han sido precisamente de bonanza y más bien de escasez e incertidumbre para la mayoría de los mexicanos?
Se entiende que el secretario Videgaray intenta pasar por un político “responsable” y que quiere hablar con la verdad, pero cuando esa verdad se ha vuelto el motivo de un creciente malestar social contra una economía que lleva ya 3 años contraída y una política económica que no ha hecho nada para reactivarla, y un responsable de esa política económica, como el mismo doctor Videgaray —que ideó e impuso a los mexicanos una reforma fiscal que aumentó los impuestos, eliminó deducciones y lesionó al mercado interno al desincentivar el consumo—, el mensaje que transmite el secretario de Hacienda, y con él todo el gobierno, parece más de insensibilidad ante la desazón, el malestar y las angustias que la situación económica ya provocan en buena parte de las sociedad.
Con esos escenarios y esta realidad económica, no hay duda de que el Presidente y su equipo se enfrentarán a una reacción adversa del electorado en los próximos comicios. Si la economía y las condiciones de la gente, en relación con la satisfacción de sus necesidades más básicas, definen elecciones, como lo evidenció Clinton y su equipo en aquel 92 en Estados Unidos, no hay manera de que a Peña y a su partido, el PRI, les vaya bien en los próximos comicios.
Si a la complicada situación económica y a los escenarios macabros que ya nos anticipa el gobierno, le sumamos una política de seguridad que no ha dado los resultados que muchos mexicanos esperaban del actual sexenio y una ebullición social que ya no sólo se localiza en el histórico sur marginado (Oaxaca y Guerrero), sino que se extiende a otras zonas de la geografía nacional (Michoacán) y ha llegado incluso al norte del país en forma de la rebelión campesina que paró por 10 días las actividades agrícolas de Baja California, está claro que la aduana electoral de 2015 no será nada fácil para Peña Nieto y su decepcionante administración. Se avizora un voto de castigo.
Fuente.-EL UNIVERSAL/sgarciasoto@hotmail.com
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