Se vislumbra la Tercera Guerra Mundial y los críticos de Andrés Manuel ¿qué hacemos? Seguir sobre él como en tiro al blanco.
Nada nos gusta: que si no condenó lo suficiente la invasión a Ucrania, que si Ebrard se tardó en corregir, que si no ha anunciado sanciones a Rusia. Esa actitud nos la recriminan los amlovers, quienes quisieran prestarnos sus ojos para ver al Presidente con la mirada con que Juan Diego vio a la Guadalupana.
Pero nada, aquí estamos sus críticos dedicados día y noche a encontrar la fórmula matemática que finalmente provoque la caída de la popularidad de AMLO.
Olvídense de José Ramón y de Scherer y volteen a ver las atrocidades que está haciendo Putin, nos sugieren los fans de Andrés Manuel. Sin embargo, ¿cuál es la necesidad de analizar a Putin y sus locas intenciones si los mexicanos tenemos a nuestro propio loco en el poder? Se alarma un amlover: ¿Ya ves?, ¿cómo lo llamas loco? Lo que los críticos de López Obrador tienen es un odio patológico y un enorme coraje por haber perdido sus privilegios. Deben hacer un ejercicio de encontrarle lo bueno al Presidente. Y no me vengas con apreciaciones neoliberales del estilo de que no le ha metido la mano al Banco de México. Hablemos de una virtud de fondo como la honestidad.
Tienes razón, amlover, la decencia del Presidente es el último bastión que le queda. Ya ha dado muestras de incapacidad en muchas áreas, pero se mantiene el consenso de que a él no lo mueve el afán de volverse millonario. Incluso sus detractores lo comentan: Andrés Manuel no ha desviado dinero con el fin de comprarse departamentos en el extranjero o autos de lujo, si acaso hizo uso indebido de fondos fue para llegar al poder e iniciar su transformación.
Aunque ¿la casa gris no lo mancha? ¿No es lo mismo que la casa blanca de Peña Nieto? Por supuesto que no, refuta el amlover, Enrique se veía a leguas interesado en la buena vida, en la farándula, mientras que Andrés Manuel transpira sencillez. Como bien lo aclaró un aliado nuestro, Lorenzo Meyer, en entrevista cibernética: AMLO no habría arriesgado sus años de lucha por ahorrarle la renta de una casa a su hijo. ¿O sea por un negocio más jugoso sí? Cómo eres enfadoso, me responde.
Está bien, amlover, supongamos que el Presidente es honesto y no lleva beneficio en los últimos escándalos que han brotado dentro de la 4T. Pensando así tendrás que aceptar que López Obrador sufre de otro padecimiento: estar más allá del bien y del mal de lo que sucede en su gobierno. ¡Cómo se te ocurre!, me replica, si Andrés Manuel es el político más habilidoso en la historia de México, una especie de Carlos Salinas orientado a hacer el bien.
Me duele decírtelo, amlover, pero me parece que al Presidente le interesan ciertas cosas del acto de gobernar y lo demás ni lo voltea a ver. A él le gusta el discurso, el contacto con la gente, el trabajo fuera de la oficina, mas los detalles le abruman, arrastrar el lápiz es algo que le da mucha flojera. Lo puedes apreciar en cómo ha sustituido todo lo que había por algo más sencillo y defectuoso. Andrés Manuel no se mete en los detalles de calcular cómo armar los programas sociales o administrar fideicomisos, mejor entrega dinero. Eso no tiene ciencia.
Yo veo a un Presidente en control total durante las mañaneras, me contesta. Sí, ése es un juguete que le gusta. Me recuerda a lo que pasa en las empresas familiares cuando el patriarca octogenario se aferra a seguir tomando decisiones. Sus hijos terminan dándole ciertas funciones en donde no interfiera con la administración de la empresa.
Igual me imagino a los secretarios de la 4T y a los hijos y hermanos de Andrés Manuel. Haciéndole creer al Presidente que él manda, que él los calla y contradice, que todo pasa por él; pero en realidad partiendo el pan a su antojo. Andrés Jr. se comunica con los secretarios, Gonzalo pone a sus amigos en puestos clave, José Ramón y su esposa negocian con petroleras, Julio Scherer chantajea a presos para llevarse una tajada, Pío López y Martín controlan áreas del país, Bartlett crece su negocio inmobiliario.
Mientras tanto, López Obrador se divierte en sus mañaneras, se burla de sus enemigos, hace chistes, pasa videos y juega con la grilla. Así déjenlo, dicen sus subalternos, no nos vaya a arruinar el festín.
Fuente.-anclaran@hotmail.com/Andres Clariond
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