La Policía de Coolidge en Arizona logró capturar a dos prófugos que escaparon de una prisión estatal en Florence gracias a la ayuda de un inmigrante mexicano que luchó contra ellos para defender a su familia y logró someterlos hasta entregarlos a las autoridades. Sin embargo, hasta ahora no ha recibido reconocimiento de las autoridades por su heroica acción.
Luis Álvarez dijo que “no sabe de dónde” sacó tanta fuerza para combatir mano a mano a los dos reclusos considerados de alta peligrosidad, quienes allanaron su hogar y golpearon a su esposa Rosalina López el pasado jueves.
“Sabía que eran los prófugos, ya los había mirado en la televisión y traían uniforme anaranjado. Durante veinte minutos estuve peleando con ellos. Saqué fuerzas por mi familia; me dio mucho coraje que golpearan a mi mujer”, dijo Álvarez, de 58 años, quien fue pieza clave en la captura de los prófugos.
Pero el inmigrante, oriundo del estado mexicano de Sinaloa y quien hace 20 años emigró a Estados Unidos, no solo se decidió a darles batalla a los fugitivos que el 23 de enero habían escapado de la prisión estatal, sino que cuando huyeron fue tras ellos hasta someterlos mientras la policía era alertada por su familia.
La Policía no lo mencionó
“Ellos quisieron escapar, pero yo los detuve. Lo bueno es que los vencí. Se cansaron; a la mejor venían cansados de tanto caminar”, señaló Álvarez, quien se siente decepcionado por no haber sido mencionado por la policía durante una conferencia de prensa sobre el suceso.
“Cuando llegó la policía los solté; es cuando se ven corriendo brevemente en el vídeo. Pero no me gustó que nunca me mencionaron en la captura. Fue una discriminación”, afirmó el trabajador agrícola, padre de tres hijos.
David T. Harmon y John B. Charpiot fueron capturados en Coolidge, Arizona, el jueves pasado por la mañana. Varias agencias participaron en el arresto, incluida la policía de Coolidge, los alguaciles de Estados Unidos y los alguaciles del condado de Pinal.
Chapriot, quien estaba cumpliendo 35 años por abuso sexual de menores, y Harmon, sentenciado a 100 años por secuestro y robo, fueron grabados por las cámaras corporales de la policía mientras corrían por un campo a unos 17 kilómetros de la cárcel.
Álvarez recordó que antes de la lucha y la captura de los prófugos había salido de su casa para trabajar en los campos de cultivo de algodón y alfalfa, cuando escuchó los gritos de su esposa.
“Entraron por la puerta del perro. Mi esposa pensó que era yo cuando escuchó ruidos; estaba acostada en el cuarto. Fue cuando escuché sus gritos. Andaban desesperados pidiendo dinero y las llaves del carro”, relató.
Una vez que los enfrentó y llegó la policía, pudo sentirse más tranquilo y es cuando “realmente se me vino el miedo encima por todo lo que había vivido”.
La policía ofreció una recompensa de $35,000 dólares por cada preso, que ahora es reclamada por varias personas y sobre la que Álvarez solo se limita a decir: “Pues según andan diciendo un hombre habló primero, pero yo no vi a nadie”.
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