Dos lecturas predominan por estas horas entre la alta oficialidad del Ejército mexicano a partir del arresto de Emma Coronel en EU. Por un lado es la ratificación de que el cartel de Sinaloa sigue siendo el objetivo primordial de las agencias de seguridad del país vecino y por el otro, tal vez lo más rutilante, es que a la esposa de Joaquín Guzmán no le detuvo la DEA, sino el FBI.
La relación de los militares mexicanos con la DEA está rota desde el arresto de Salvador Cienfuegos y la posterior votación de una nueva ley de seguridad en el Congreso que limita a sus agentes en el país. Desde la Sedena tomaron nota de una importante retirada de agentes de la DEA ni bien asumió Joe Biden.
Tal como reveló LPO, el pasado enero 40 agentes de la DEA abandonaron el país. La plantilla ha quedado reducida a una expresión mínima y todavía no hay certezas sobre quién será el encargado de conducir esta agencia.
Los militares mexicanos señalan que la DEA traía la pesquisa sobre Coronel muy avanzada pero que la detención final fue orquestada por el FBI. Un detalle no menor: gran parte del expediente se confeccionó por los delegados del FBI en México e incluye diversos elementos sobre el accionar de Coronel en el país.
El movimiento alimenta la tesis de que el gobierno de Biden podría comenzar a darle más protagonismo al FBI en el conflicto con los carteles mexicanos, especialmente porque con esta fuerza hay mejor animo de cooperación a este lado de la frontera.
Por estos días Merrick Garland, futuro procurador de Biden, atraviesa sus audiencias en el Senado en Washington y de momento no se ha pronunciado sobre su política o sus planes hacia los carteles de la droga mexicanos.
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