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jueves, 18 de febrero de 2021

LAS FUERZAS ARMADAS en MEXICO y el PROBLEMA de su "POLICIACION"...el remedio se convirtió en parte de la enfermedad.



En América Latina, las Fuerzas Armadas siguen manteniendo un papel preponderante en las estrategias de seguridad implementadas por los Estados. Ya en otro artículo en este espacio, he plasmado un acercamiento inicial al fenómeno de la “policiación” de las Fuerzas Armadas en México  y en este artículo, me gustaría escribir sobre algunas otras en tanto el papel de la Guardia Nacional en la transformación del Ejército Mexicano (si bien, la Guardia Nacional cuenta con integrantes de la Armada de México, en este artículo me enfocaré únicamente la fuerza de tierra).

Cuesta trabajo creer que la Guardia Nacional represente un esfuerzo de transformación del Ejército Mexicano puesto que la discusión pública se ha centrado mayoritariamente en la transformación de las funciones civiles de seguridad pública en funciones de las Fuerzas Armadas. Sin embargo, los procesos de militarización de la seguridad pública, guste o no, se ven acompañados de un proceso de “policiación” de las Fuerzas Armadas al dedicarse estas cada vez más a tareas de Policía que de un Ejército regular ante una amenaza a la soberanía del Estado.

Ante una amenaza a la soberanía o la integridad territorial, los Ejércitos tienen la misión de defender al Estado y esta ha sido asociada a sus funciones primordiales como cuerpo armado. Sin embargo, esas amenazas, como los actos de agresión de un Estado a otro, son cada vez menos probables en la América Latina. Cuando la agenda de seguridad nacional establecida por Estados Unidos en el continente para combatir al socialismo como la principal amenaza a la seguridad de los Estados, se incrustó en las formas de actuar de las Fuerzas Armadas, estas se hicieron cada vez más cercanas a asuntos relacionados con la seguridad pública o la seguridad interior.

Las contradicciones de Andrés Manuel López Obrador sobre el papel del Ejército Mexicano, no deben ser tomadas a la ligera como ya bien ha referido Ernesto López Portillo, sino que deben ser analizadas a la luz de una serie de hipótesis, entre ellas, que el Presidente sí pretende transformar al Ejército en una institución enfocada en las actividades primordiales del Estado, entre ellas las de seguridad pública. La composición de la Guardia Nacional, por ejemplo, da cuenta de ello. De acuerdo con datos del Gobierno de México presentados en “las mañaneras” al menos el 70% del personal que compone la Guardia Nacional es personal militar. Si bien, este porcentaje no representa la totalidad del personal que está dado de alta en el Ejército o incluso la Armada, sí significa un número importante de militares que ya no harán funciones de defensa nacional, sino de seguridad pública.

De hecho, el Ejército poco hace ya de defensa nacional desde el sentido clásico. La preparación de sus integrantes para responder ante una agresión externa y desarrollar operaciones militares sostenidas y organizadas ha quedado atrás. Las prioridades actuales están en la construcción de obras nacionales, en la atención de emergencias por desastres naturales, o ahora, la pandemia. El problema radica en que la “policiación” no necesariamente significa que se elimina la militarización, entendida esta como una forma de atender problemas viéndolos como una amenaza que se tiene que combatir. De hecho, pareciera que ambos fenómenos representan un circulo vicioso difícil de romper.

La “policiación” no puede ser vista como la solución de transformación del Ejército porque le permite mantener sus dinámicas de actuación trasladadas a otros escenarios. Esto es posible porque se convive con un enfoque de policías militarizadas, y es importante mencionarlo puesto que en muchas ocasiones se entiende que al hablar de “policiación” de las Fuerzas Armadas en México, se hace referencia a que el personal del Ejército hará mejores funciones de policía que la Policía desde una perspectiva de seguridad ciudadana y esto es incorrecto.

El enfoque de seguridad pública permite que las Policías “combatan delitos” justificando el empleo de niveles de fuerza que tienen más probabilidades de limitar los derechos a la vida, integridad y dignidad personal y un despliegue territorial de sus agentes inspirado en el mismo despliegue de las Fuerzas Armadas para representar la fuerza del Estado. De ahí, por ejemplo, la importancia que tiene la cantidad de agentes, y no la calidad de los mismos en sus interacciones con la ciudadanía.

Lo anterior, son sólo acercamientos iniciales a los problemas que tenemos por delante. Son un punto de partida personal para analizar con más rigor y detalle la militarización, la “policiaciación” y el neomilitarmos que se viven en México.

A considerar:

Recomiendo este texto de Sergio Padilla Oñate que muestra cómo la “policiación” de las Fuerzas Armadas mexicanas puede plantearse a partir de una disminución del uso de la fuerza letal en sus intervenciones con la ciudadanía.

Fuente.-Daira Arana/Internacionalista. Investigando sobre las causas

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