Desde mediados del año pasado fue claro el giro discursivo de López Obrador respecto a la economía: el crecimiento ya no era lo relevante, sino el desarrollo y el bienestar social. Ahora va más allá y plantea la creación de un índice alternativo al del Producto Interno Bruto (PIB).
En la conferencia matutina de este jueves, el presidente mexicano reveló que trabaja en un índice que pueda medir el bienestar, los grados de desigualdad social y la felicidad, más allá del crecimiento económico que mide el PIB.
Su planteamiento es que la economía, medida bajo los parámetros "neoliberales", no reconoce otras variables y la riqueza queda contenida en unas cuantas manos: "No nos sirve nada más el crecimiento si no va acompañado de más igualdad. No es crecer por crecer. Por eso hay que añadirle a la fórmula del crecimiento la democracia", dijo desde Palacio Nacional.
En su concepción, tiene que haber crecimiento con honestidad, bienestar, cultura y felicidad. "Eso antes se llamaba desarrollo. No se usaba mucho en la economía el término crecimiento. Se usaba más desarrollo, porque tenía una connotación más amplia, tenía que ver con el bienestar, salud, educación. No solo el PIB", agregó.
El presidente explicó que para su formulación convocará a a matemáticos, a economistas, sociólogos, antropólogos, psicólogos y otros especialistas, mientras que él planteará el problema o hipótesis de arranque. "Va a ser nuestro aporte pensando en la nueva normalidad, porque no podemos seguir pensando de la misma manera. Y a lo mejor, contribuimos también para tener otros parámetros en el mundo con este sistema de medición distinto", explicó.
Como relató LPO, el año pasado López Obrador ya daba visos de un giro en el planteamiento económico. Ese cambio coincidía con un escenario ineludible: su promesa de crecimiento anual de 4% para todo el sexenio ya no iba a ser posible.
Entre una curva de aprendizaje, la desconfianza empresarial, los choques externos y ahora una pandemia que ha puesto a la economía mundial en recesión, esa apuesta se volvió ya un sueño inalcanzable y el presidente evitó desde entonces hablar de crecimiento, para enfocarse en el desarrollo y el bienestar.
Poco a poco también fue cuestionando que el mundo económico solo basara su criterio en los parámetros del PIB y empezó a plantear que éste resultaba insuficiente, una coincidencia que tuvo en días recientes Alicia Bárcena, secretaria de Cepal.
En su última conferencia, la representante del organismo latinoamericano afirmó sobre el PIB: "No es obsoleto, pero sí incompleto para reflejar lo que realmente está pasando en los países". Reconoció que es un buen indicador de lo que pasa en sectores productivos, pero deja fuera las medidas de desarrollo y subestima bienes y servicios que no pasan por el mercado.
Y tras estos comentarios, tampoco hay que dejar de lado las recientes polémicas que se suscitaron por la propuesta de Alfonso Ramírez Cuéllar, enfocada precisamente al tema de bienestar, sobre dotar de más herramientas legales al INEGI para medir la riqueza, una iniciativa que para muchos resultaba invasiva pues suponía la revisión de los bienes materiales de las personas.
López Obrador se desmarcó de ésta afirmando que "no era correcta" y que solo los funcionarios públicos tenían la obligación de transparentar su patrimonio.
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