Documentos en la Corte de Texas revelan que tres integrantes del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) secuestraron “al estilo mexicano” a un ciudadano estadunidense por el que pedían un rescate de casi medio millón de dólares.
Su nombre se mantenía en secreto y sólo era identificado al interior de la Agencia Antidrogas de Estados Unidos, como E.Q., un hombre que se había convertido en una fuente confidencial de la DEA al haber logrado infiltrarse en el poderoso Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG).
Documentos obtenidos por MILENIO de la Corte en el Distrito Sur de Texas revelan que el 3 de mayo del año 2019, E.Q. llamó a un agente de la DEA, Marc de la Cerda, para informarle que por esos días planeaba reunirse con unas personas del cártel para organizar una transacción de drogas.
La información que obtendría de tal encuentro sería útil para seguir armando los expediente en contra de los lugartenientes del CJNG en el país del norte.
Al final la reunión quedó acordada el 4 de mayo de ese año. El infiltrado se encontraría con la gente del cártel en los apartamentos Winston Chase, ubicados en el 9410 de la calle Edgebrook Drive, en Houston, Texas, un conjunto de edificaciones de ladrillos rojos que podrían ser confundidas con un hotel de paso, un lugar discreto que al frente tiene un amplio predio de pastizales secos y por detrás una arbolada sin casas cercanas.
E.Q. recuerda que llegó al complejo a la hora acordada y cuando estaba afuera del lugar, vio como desde una camioneta Tahoe un hombre lo miraba: eran los traficantes del CJNG con los que había acordado reunirse.
El vehículo era manejado por un mexicano que, después sabría, se llamaba Homero Gallegos.
Este hombre de 50 años le pidió que subiera a la camioneta para hablar de la presunta transacción de droga.
E.Q. obedeció y una vez dentro, Gallegos le apuntó con un arma de fuego. Otros dos hombres que aparecieron desde los asientos traseros lo sometieron y le informaron lo obvio: era un secuestro.
El agente además fue sometido con una pistola de toques eléctricos y golpeado en la cabeza y en la espalda. No sabía a dónde lo llevaban, pero pudo identificar que lo trasladaron a una casa de seguridad.
Lo ataron y durante días lo amenazaron con una pistola en su cabeza, con la advertencia de que lo matarían si su familia no pagaba un rescate.
Los documentos obtenidos por MILENIO de la corte estadunidense revelan que los métodos de recaudación del CJNG, que se encuentra en disputa permanente con otros cárteles en el territorio mexicano, han trascendido las fronteras, y se animaba a secuestrar a uno de sus contactos (y además ciudadano de Estados Unidos) para exigir un rescate de 400 mil dólares, es decir más de ocho millones de pesos al tipo de cambio actual.
Este de por sí es un hecho inaudito, uno que sienta precedente de que los cárteles están llevando a cabo secuestros al estilo mexicano en aquel país.
A negociar con brutales secuestradores
Desde noviembre de 2023 se está llevando a cabo un juicio en la Corte de Texas que deja huella a quienes lo han presenciado.
“El poder [del CJNG] proviene de la voluntad, casi del afán, de cometer actos atroces, incluido el asesinato, el secuestro.
“El uso de toques eléctricos para torturar ejemplifica el nivel de brutalidad asociado con una de las organizaciones criminales transnacionales más peligrosas del mundo”, diría el fiscal federal Alamdar S. Hamdani.
Este diario obtuvo los acuerdos de culpabilidad de los tres acusados, que revelan cómo el CJNG ha logrado traspasar fronteras, con lo que sus miembros se arriesgan a ser juzgados en Estados Unidos.
Según la declaración que rindiera el agente De la Cerda, quien estaba en coordinación con E.Q., se enteró del secuestro del infiltrado cuando el hermano de éste le llamó asustado por teléfono. Le informaba que su hermano no aparecía.
Pero más tarde recibiría una nueva llamada del mismo hermano: se habían comunicado desde un número telefónico de México, y tenían información nada agradable.
“El hombre que llamó dijo que su hermano había sido secuestrado y que debían pagar 400 mil dólares para liberarlo (…) que necesitaban el dinero para el mediodía del día siguiente”.
De la Cerda refiere que dio aviso a la DEA y empezaron a orquestar la liberación. Le dieron instrucciones al hermano de E.Q. para demostrar que actuaría de acuerdo con los requerimientos: le dieron unos fajos de dinero y tomaron fotografías de los dólares envueltos en papel de plástico.
El hermano del informante envió las imágenes a los secuestradores y les dijo que había reunido el dinero; a cambio necesitaba una prueba de vida.
En respuesta, los secuestradores enviaron una fotografía de E.Q., y le ordenaron al hermano que llevara el dinero a una dirección –el 8710 de Fondren Road, en Houston–, por lo que rápidamente la DEA armó un operativo alrededor del lugar, y vieron entrar al área de los departamentos a un Chevrolet Malibu.
Les pareció sospechoso y no se equivocaron, pues al mismo tiempo llamó al hermano un hombre desconocido que avisó justamente respecto de la llegada de un Malibú blanco, a cuyos ocupantes finalmente les entregó el dinero.
En una acción conjunta agentes de policía de Houston detuvieron al conductor del Malibú blanco e identificaron como Pedro Luis Guerra, de nacionalidad mexicana.
Mientras era detenido, su teléfono celular comenzó a sonar. Un oficial de policía, Juventino Castro, contestó el dispositivo, se identificó como un oficial y la persona que llamó colgó de inmediato.
El hermano de E.Q. recibió una llamada en la que le informaron que el secuestrado había sido liberado en el restaurante Michoacana, en 11402 North Highway 45. El agente De la Cerda confirmó que el infiltrado estaba en efecto en el estacionamiento de ese lugar.
Aunque los informes no detallaron cómo se llevaron a cabo las aprehensiones, sí revelaron en documentos que Homero Gallegos, el que manejaba la Tahoe, y su cómplice Noé Hernández fueron detenidos y encarcelados. Por su parte Pedro Luis Guerra llegó a un acuerdo de cooperación con la Fiscalía para no ser juzgado.
Representantes de la DEA aseguraron durante el juicio que el secuestro fue ordenado por narcotraficantes de alto nivel del CJNG, fueron miembros de esta organización quienes llamaron a los familiares de la víctima y exigieron 400 mil dólares por su liberación, sin saber desde luego que trabajaba para la DEA.
Les salió el tiro por la culata.
En un escrito presentado por la defensa de Gallegos, se aseguró que si bien Homero se vio seducido por el dinero que le ofrecieron, no sabía que era un secuestro orquestado por el CJNG.
Su versión es que fue llamado por un viejo conocido, Noé Hernández, quien le ofreció mucho dinero si accedía a ser su chofer.
“Le dijo que alguien le debía dinero a alguien y tenía que pagarlo. El Sr. Gallegos fue tentado por el dinero para hacer lo que hizo (…) nunca supo ni entendió los detalles completos de su participación.
“Tuvo una breve interacción con Noe Hernández y eso fue todo”, dijo su defensa ahora que su cliente podría enfrenta una sentencia por secuestro en Estados Unidos.
El juez pospuso la audiencia de sentencia al argumentar que necesita más tiempo para revisar la documentación relacionada con este caso.
Respecto del otro imputado, Noé Hernández, su expediente ha sido reservado como confidencial por el juez Andrew S. Hanen a petición de la defensa y la Fiscalía de Estados Unidos. Mucho del caso se sabrá el 24 de febrero del 2025, fecha que el juez ha fijado para dictar sentencia.
Aunque este tipo de actos no son comunes en Estados Unidos, sí hay algunos antecedentes. Como el de junio del 2020, cuando el Cártel Jalisco demostró una vez más que no existen fronteras para implementar sus métodos criminales.
En aquel tiempo las autoridades estadunidenses descubrieron que personajes de esa banda mexicana intentaron asesinar a un agente especial de la DEA en la Unión Americana.
Un lugarteniente de la organización llamado Manuel García, intentó contratar a un sicario que a cambio de 20 mil dólares se prestara a asesinar a un agente de la agencia antidrogas. No tuvieron éxito en la misión, y los involucrados se encuentran en prisión.
Se supo que este atentado tenía dos motivaciones: una era simplemente la venganza, y otra para que ese funcionario federal no pudiera testificar en contra de Manuel García, conocido por ser un operador mexicano de narcolaboratorios en Estados Unidos. Él fue detenido por la policía antidrogas en ese mismo 2020.
Fuente.-MILENIO/
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