Rafael Prieto Curiel recuerda la decepción que le supuso, tras terminar en 2009 su carrera en Matemáticas Aplicadas en México, trabajar en las finanzas. Lo pintaban como el trabajo ideal, pero a los seis meses dijo: “Yo aquí no más”. Luego llegó “el mejor empleo que alguien podría pedir” como director de análisis estratégico en la policía de Ciudad de México.
Cuatro años dentro del cuerpo capitalino que recuerda “muy intensos”, y que tocó dejar para seguir con un doctorado en Londres y un posdoctorado en Oxford. “Me fui del país con la promesa de que México se va a hacer menos violento”, explica. Ahora, a sus 37 años y como investigador del Complexity Science Hub de Viena, ha publicado en la revista científica Science que la violencia ha seguido en aumento desde que dejo el país en 2013. Y lo que es aún peor, que el narco es el quinto empleador de México.
Prieto Curiel ha reflejado en su investigación que con un modelo matemático -que tiene en cuenta cifras oficiales de homicidios, personas desaparecidas y población penitenciaria en México- es capaz de deducir que el narco tiene aproximadamente 175.000 “empleados”, por encima de empresas como Pemex u Oxxo. La rápida difusión de este número en los medios y una pregunta sobre esta información en la conferencia mañanera del presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, llevaron al mandatario a decir que este dato “es falso”.
Al matemático mexicano, ver como la población de Chiapas aplaude la llegada del Cártel de Sinaloa, le reafirman en su teoría. Prieto Curiel explica mediante una llamada telefónica los detalles del estudio que intenta descifrar “la caja negra” que supone el narco. Su solución al aumento de la violencia pasa por reducir el reclutamiento de las organizaciones. Actualmente, captan 350 personas cada semana, una cifra demoledora que Curiel afirma que es lo único que evita el colapso de los cárteles.
Pregunta. ¿Cuánto tiempo le llevó hacer el estudio?
Respuesta. Es un proyecto de años: modelarlo, platicar con diferentes personas, buscar datos, entender los resultados. Todo para llegar a este número de los 175.000 empleados del narco, que es el que vemos publicado por todos lados.
P. En el estudio hay muchas fórmulas matemáticas, ¿cómo se puede explicar de forma sencilla la metodología con que se obtiene la cifra de personas vinculadas al narco?
R. Pues diríamos que los cárteles son como canicas en una bolsa. Muchas canicas, muchas personas que son asesinadas, muchas personas que son fragmentadas, muchas personas que son arrestadas. Tenemos muchísimos datos de lo que salen de esas bolsas, pero no tenemos información de qué tan grande es esa bolsa. Con un modelo matemático conseguimos saber su tamaño.
P. De esa bolsa de canicas salió la conclusión de que la única forma de reducir la violencia es disminuir las detenciones. ¿Cómo se obtiene esta afirmación?
R. La pregunta que le hicimos al modelo es, ¿qué pasa si arrestamos a más personas? Las matemáticas nos dicen que incluso si arrestamos al doble de criminales de los que apresamos hoy vamos a tener más violencia en el futuro. No podemos seguir en este nivel de detenciones. Arrestar tiene un impacto muy serio, porque pierdes a la población joven que es económicamente activa, pagas el costo de ese sistema y las familias pierden a sus miembros productivos.
P. La solución que propone es evitar el reclutamiento. Sin embargo, muchas veces este reclutamiento es forzado, ¿intentar evitarlo no puede desembocar en más detenciones y más violencia?
R. Efectivamente. Pero hay dos tipos de reclutamiento: el forzado y el que es voluntario, deseable y opcional. Contra el reclutamiento forzoso hablamos de un tema distinto. Si hablamos del reclutamiento opcional, basta con ver lo que sucede en Chiapas. Reciben al Cártel de Sinaloa con aplausos porque “qué padre” que ya llegó un grupo criminal que es menos violento que el Cártel Jalisco Nueva Generación. Ese chico que hoy acoge al Cártel de Sinaloa con aplausos y con fanfarrias, seguramente tiene motivaciones para unirse al crimen organizado.
P. Hay informes que advierten de que en los cárteles puede haber hasta 45.000 menores, lo que sería aproximadamente un 30% de su estimación de personas que trabajan para el narco. ¿Cómo se combate esto?
R. Es uno de los retos de evitar reclutamiento. Hoy no reclutan a adultos, sino que el cártel va a por jóvenes. A chicos de 14 años que se les ofrecen más recursos, ser alguien muy exitoso como el líder del cártel al que hoy le aplaudían en Chiapas. Tal vez primero se convierte en un repartidor, luego en un vigilante o vendedor de drogas y, luego, en sicario. Nuestro modelo dice que más o menos en 10 años una persona que se une al crimen va a terminar en la cárcel, con una probabilidad de 20%, o muerto, con una probabilidad de 17%.
P. ¿Qué tipo de cargos dentro de las mafias se tienen en cuenta dentro del estudio?
R. Nosotros solo tomamos los datos de homicidios, personas desaparecidas e ingresos al sistema penitenciario. Al partir de estos datos generales es muy difícil distinguir el desempeño dentro de las organizaciones delictivas.
P. Los cárteles son redes internacionales con muchas personas que trabajan, por ejemplo, en Estados Unidos. Si se tienen en cuenta a los trabajadores que tienen fuera de México, ¿este número podría ser aún mayor?
R. Si tomamos en cuenta los datos internacionales, sí.
P. Andrés Manuel López Obrador dijo este martes en una conferencia mañanera que puede probar que la cifra que usted ha dado no es real. ¿Hasta qué punto puede asegurar que los resultados son fiables?
R. Pues mira, me encantaría que hubiera otros datos. Soy mexicano y me encantaría ver a mi país como un lugar próspero y pacífico. Me encantaría que el presidente tuviera razón, el problema es que aquí lidiamos con datos muy duros, con ciencia, con evidencias de modelos matemáticos complejos que nos dan esta certeza. Sería el más feliz si el presidente tuviera otros datos sobre los cárteles. Esta investigación da realidades técnicas que, desafortunadamente, no empatan con la narrativa del presidente. Tampoco empatan con una reducción en la violencia y, más bien, empatan con lo que vimos este martes en Chiapas.
P. ¿Facilitaría mucho la investigación tener datos oficiales sobre los cárteles?
R. Pues sí. Sería un resultado positivo, el problema es que no es así. Los cárteles son grupos gigantescos, con presencia casi nacional, que reclutan a miles de personas. Qué maravilla sería decir que México bajó en homicidios, que estamos mejor que antes. En 2012 ya era un país muy violento y atravesaba uno de los momentos más difíciles de su historia moderna en cuanto a la violencia. Hoy, los homicidios de 2012 serían deseables. Ya ni siquiera nos escandaliza la violencia.
P. ¿La policía está superada ahora mismo por los criminales?
R. La policía está superada, pero no solo es que esté superada, sino que aumentar los recursos policíacos no necesariamente va a tener buenos resultados. Y no es que yo esté a favor de permitir la impunidad de los criminales. El punto es que reaccionamos una vez que la persona es miembro del cártel y el delito ya se cometió. Y de un grupo criminal solo se sale encarcelado o muerto.
P. ¿Y cuál es la opción para que la gente no ingrese en estas organizaciones?
R. Enfocar los esfuerzos en prevenir el reclutamiento, quitarle la deseabilidad a estas organizaciones. Lograr que en vez de que hoy se le aplauda la entrada del Cártel de Sinaloa en Chiapas se aplauda su salida.
P. El presidente de El Salvador, Nayib Bukele, ha optado por aplicar una política de encarcelaciones masivas contra los criminales. ¿Funciona?
R. No. Me parece terrible porque se vulneran los derechos humanos y porque no estamos seguros de quién es arrestado y las condiciones en las que están. Además, no sabemos si eso es escalable al tamaño de México y si esto es sostenible en el largo plazo. Por lo pronto El Salvador sí bajó los delitos, pero también tiene al 2% de su población en la cárcel. Ese porcentaje de la población, en su mayoría joven, es la más activa para la economía. Se pierde una sociedad más productiva. Yo no sé si esto lo puede pagar El Salvador por mucho tiempo.
P. ¿Le pareció una buena táctica la guerra contra el narco que lanzó Felipe Calderón en 2006?
R. Lo único que generó fue más violencia en el país, pero eso no lo podíamos saber antes. Lo que más me preocupa es que Genaro García Luna fuera el conductor de esa guerra contra el narco.
No es sí, tampoco es No sino todo lo contrario. Coincido.
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