El gobierno que iba a traer Estado de derecho, justicia y honestidad a toda prueba, se encuentra nadando en un pantano de ilegalidad y abuso de poder.
Ni siquiera la tragedia en el estadio de Querétaro hará que se olvide que el viernes en la noche comenzaron a circular en YouTube los audios de las conversaciones telefónicas del fiscal Alejandro Gertz Manero con su número dos, el subprocurador Juan Ramos.
En esos audios, el fiscal General de la República es desnudado crudamente como un alto funcionario que abusa de su enorme poder para ejecutar venganzas personales usando el aparato del Estado y los recursos del presupuesto. Al mismo tiempo, el propio fiscal es blanco de una intriga palaciega y espionaje interno.
Por si fuera poca crisis política, los audios implican en hechos indebidos a varios ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, y se revelan en medio del litigio contra el exconsejero Jurídico del presidente, Julio Scherer, al que el fiscal Gertz ha salpicado en actos multimillonarios de extorsión a través de una red de abogados.
En los audios, el fiscal Gertz…
…se refiere a su sobrina política —con quien mantiene un litigio tras la muerte de su hermano— como “vieja” y “pendeja”. Mañana es el Día Internacional de la Mujer.
…sugiere que tenía un pacto con un ministro de la Suprema Corte, Alberto Pérez Dayán, pero que “ya se volteó completo”.
…asegura que “tenemos 3 o 4 ministros que nomás no se la van a dejar pasar”, poniendo en entredicho la independencia e imparcialidad de la SCJN y en particular de su presidente, Arturo Zaldívar.
…deja claro que la FGR y su estructura institucional —empezando por el subprocurador— fungen como su despacho de abogados privado para litigar un tema absolutamente personal del fiscal.
Las conversaciones telefónicas del fiscal Gertz le generan una crisis. A él, a su número dos y a la institución que encabeza. Generan también una crisis en la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Y vienen a documentar muchas cosas que ya se sabían, que se vienen denunciando desde hace meses y que el presidente López Obrador ha preferido encubrir: ha dicho mil veces que le tiene toda la fe a Gertz, ha dicho mil veces que le tiene toda la confianza a Zaldívar y ha dicho que Scherer es como su hermano.
Ver este escándalo como una pugna interna en la que habrá ganadores y perdedores, renuncias o empoderamientos, sería incompleto. En realidad, va a pasar lo que el presidente quiera: en él quedará a quién deja impune y contra quien aplica la justicia, será él quien decida los costos políticos y asuma las vergüenzas históricas. Haga lo que haga, nadie de los involucrados en el escándalo puede ganar. Pierden todos ellos, perdió el gobierno, perdió el presidente y pierde el Estado mexicano.
Aunque no lo acepte el presidente, su gobierno está en crisis, chapoteando en un pantano de lodo en el que ya casi no se salva nadie.
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