Tan inaudito como preocupante. Tan inverosímil como alarmante.
Tan sorpresivo como amenazante:
Que los secretarios de la Defensa Nacional y de Marina arremetan
públicamente, juntos, en contra del principal político opositor al sistema,
jamás se había visto en México. ¡Nunca! Codo a codo, los jefes de soldados y
marinos blandiendo armas y escudos en franca amenaza a la propuesta de un civil
(AMLO) respecto al planteamiento discutible – solo fue eso: un planteamiento-,
de amnistiar a victimarios y líderes del narco, es una postal que vaticina días
de represión y de totalitarismo.
“Mera propaganda electoral”, acusa el titular de Marina,
almirante Francisco Soberón.
¿Y desde cuando el jefe de la Marina se convirtió en vulgar
matraquero electoral del sistema, crucificando a los opositores cuyas
propuestas son debatibles?
“Están dejando de lado todo el mal que le han hecho al país,
cuánta gente ha muerto por su culpa…cómo es posible pensar en que se les dé una
amnistía”, atizó Salvador Cienguegos.
¿Y desde cuándo los generales le ordenan al poder civil qué sí
discutir y qué no discutir?
La andanada de Cienfuegos y de Soberón en contra de un político
civil – López Obrador-, es preocupante por dos razones fundamentales (más allá
de nombres, personajes o propuestas polémicas):
Primero, porque, de manera abierta y sin ningún límite, ya se
está permitiendo a los jefes de los cuerpos de seguridad responsables de la
tranquilidad interna del país, intervenir en asuntos políticos-civiles. Podrán
gustar o no las propuestas de AMLO, pero una cosa es discutirlas, criticarlas,
apoyarlas o desecharlas, en un marco de discusión civilizada, y otra cosa, muy
diferente, es permitir que los secretarios de la Defensa y Marina salgan y
vociferen en contra del puntero en las próximas elecciones presidenciales. Ello
no es casualidad: Cienfuegos y Soberón se suman así al TUCOMO (Todos Unidos
Contra Morena), y desde ahora avisan que participarán, con armas y toletes, en
el proceso político-electoral del año próximo. Soldados y marinos serán los
operadores electorales del gobierno peñista. Nada menos.
Segundo, que al amparo de la Ley de Seguridad Interior (LSI),
los militares tendrán facultades para intervenir contra protestas de carácter
social o electoral, como bien podría ocurrir en el 2018, en caso de que haya
manifestaciones públicas opositoras en contra de lo que, desde ahora, se viene
diseñando y perfilando: un fraude electoral que le permita al PRI mantenerse en
Los Pinos. La andanada pública de Cienfuegos y de Soberón en contra de López
Obrador es apenas el inicio de un estado ya anunciado: el Estado militarizado,
con plenas facultades para intervenir, confrontar y someter a civiles, sin
castigo alguno y cobijados legalmente por la LSI.
(Personalmente, yo no estoy de acuerdo con la propuesta de AMLO
de otorgar amnistía a líderes y victimarios del narco; empero, sí apoyaría
discutir nuevas estrategias para combatir al crimen organizado, no atacarlas
con amenazas militarizadas como las de Cienfuegos y Soberón. No en balde, el
sexenio de Peña Nieto pasará a la historia como el más violento, sangriento e
impune).
La postura de Cienfuegos y de Soberón ya no es la posición
respetuosa de los jefes del Ejército y de la Marina en torno a conflictos que
competen exclusivamente a civiles. No. Ya no lo es.
Su postura, ahora, es la de dos activistas políticos del sistema
que se lanzan, abiertamente y sin pudor alguno, en contra de un planteamiento –
ni siquiera ha llegado a ser una propuesta formalmente planteada ante el
Congreso-, del líder político que amenaza con sacar al PRI de Los Pinos. Esa es
la fotografía del momento: General y Almirante contra López Obrador.
¡Cuidado!
*****
Más allá de la polémica y la preocupación que ha generado la
militarizada Ley de Seguridad Interior – esa sí discutida formalmente en el
Congreso mexicano y que confiere facultades extraordinarias al Ejército y a La
Marina, incluyendo la posibilidad de llevar a cabo tareas de investigación
sustituyendo al Ministerio Público, intervenir comunicaciones privadas sin una
orden judicial, y utilizar la fuerza para contener protestas sociales o
electorales-, nos debe alertar en qué momento se aprueba dicha ley.
La LSI se aprueba de cara a las elecciones presidenciales del
2018. El mensaje es: si hay protestas públicas de inconformidad con los
resultados electorales del uno de julio próximo, los militares saldrán a
aplacar a los ciudadanos. Más claro: si hay fraude, las manifestaciones de
denuncia serán aplacadas por tanques, fusiles, escudos y toletes. Garantizar y
proteger el triunfo del PRI por las urnas o por las armas. Es girar las manecillas
del reloj a 1968.
La LSI se avala como escudo protector del desastre dejado por
Enrique Peña Nieto. Ante el pésimo gobierno peñista y la imposibilidad de
obtener un triunfo limpio en las urnas, se recurrirá al modelo 1988 (fraude
electoral salinista), o al de 2017, en el Estado de México: la compra de votos
y la ceguera del INE y del TEPJF. Ante la avisada estrategia, ¿quiénes serán
los policías que se encarguen de cuidar las urnas y de calificar el resultado
electoral? Sí: los militares. En la praxis, la calificación de la próxima
elección presidencial se hará en el Periférico, sí, pero no en el Sur, donde se
ubica la sede del Instituto Nacional Electoral, sino en el Norte, donde se
enclava la Secretaría de la Defensa Nacional.
La LSI nos lleva a un Estado militarizado. Los especialistas
dicen que solamente se está ordenando, jurídicamente, lo que en las calles ya
ocurre: la intervención de los militares en acciones de seguridad. De acuerdo.
Sin embargo, se aprovecha este lance para darles mayores facultades a Defensa y
Marina de intervenir en asuntos que competen exclusivamente a poderes civiles,
desplazando, inclusive, a poderes ya establecidos – legislativo y judicial-,
absorbiendo tareas que las convierten en poderes supranacionales sin ningún
límite o restricción.
*****
A unos cuántos meses de la elección presidencial, el gobierno
peñista nos muestra el camino para enfrentarla: si protestan por los
resultados, los militares saldrán a las calles a aplacar las protestas. Ese es
un propósito toral de la LSI.
Los secretarios de la Defensa y Marina se asumen, desde ahora,
como los principales garantes del triunfo priista en 2018: con amenazas
abiertas y directas en contra de AMLO, principal opositor al régimen peñista.
No es, ni de lejos, una casualidad. AMLO solo les dio el pretexto para que
enseñaran las fauces.
Los tiempos de la represión parecen perfilarse.
1968-2018: 50 años después.
Fuente.-TW @_martinmoreno
FB / Martin Moreno
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