En el último año, los asesinatos en Sinaloa aumentaron 243 por ciento en el marco de la narcoguerra que sostienen “Los Mayitos” y “Los Chapitos” tras el secuestro y la entrega a Estados Unidos de Ismael “El Mayo” Zambada por parte de Joaquín Guzmán López, hijo de Joaquín “El Chapo” Guzmán,cita hoy EL Norte.
Entre agosto del año pasado y el 24 de julio del 2025, en el Estado sumaron mil 731 homicidios, mientras que en el periodo previo, de agosto del 2023 a julio del 2024, fueron 504 asesinatos, de acuerdo con el Sistema Nacional de Seguridad Pública(SNSP).
Por que del titulo: “ASESINATOS CRECIERON 243%: NINGÚN ARRESTO o DECOMISO le SIRVE a SINALOA o el PAÍS SI la VIOLENCIA NO solo PERSISTE, CRECE”.
Para argumentarlo implica evidenciar cómo, pese a los golpes mediáticos contra el crimen (capturas, incautaciones), la violencia no ha sido contenida; al contrario, se ha desbordado.
1. El dato central: 243% más asesinatos
El incremento de asesinatos en Sinaloa —de 504 a 1,731 en un solo año— es una fotografía clara del fracaso. Esto anula cualquier discurso optimista de cifras de arrestos o cantidades decomisadas de drogas y armamento. La violencia es la métrica que verdaderamente afecta la vida cotidiana y la percepción de seguridad de la ciudadanía.
2. ¿Por qué arrestos y decomisos resultan irrelevantes cuando la violencia crece?
- Fin último es la seguridad, no el show de resultados: El objetivo de una política de seguridad debe ser proteger vidas, no acumular estadísticas de detenciones. Cuando estas acciones policiales no traducen en tranquilidad social, pierden sentido.
- Fragmentación y efecto multiplicador: La captura o desaparición de los grandes líderes criminales suele acelerar el enfrentamiento entre facciones, multiplicando las expresiones de violencia. Es el conocido “efecto cucaracha”: se fractura la estructura dominante y surgen más grupos sin control.
- El rostro del fracaso está en la calle, no en el boletín: Para la sociedad, lo que cuenta no son los grandes golpes, sino la paz en barrios, en comercios y carreteras. Si la vida es más peligrosa, todo lo demás es irrelevante.
3. Ninguna cifra de “éxitos” policiales neutraliza el horror cotidiano
- El hecho de que Sinaloa registre cinco homicidios diarios —cuando antes era uno—, refleja que las estrategias de arrestos y decomisos están desvinculadas del principal indicador de seguridad: la reducción de la violencia.
- Los decomisos son reciclables: el narcotráfico repone armas y droga casi de inmediato; las vidas perdidas, jamás.
- La “crisis humanitaria” que reconocen incluso organismos oficiales y la parálisis social evidencian que la violencia es la auténtica vara de medir.
4. La trampa del “éxito aparente”
- Cada operativo o arresto de alto perfil es vendido como un logro, pero la realidad es que no reduce el luto ni el temor entre la población.
- El Estado presume decomisos, mientras la gente cuenta muertos: ahí está la contradicción fundamental de la política de seguridad.
La violencia creciente cancela el sentido de cualquier éxito parcial. Si arrestar capos y decomisar droga solo deja más huérfanos, desplazados y comercios cerrados, el saldo es claramente negativo.
La prioridad debe ser reducir asesinatos y recuperar la vida cotidiana, no inflar informes detrás de operativos inútiles.
Pero el balance es demoledor y exige un análisis al detalle. Aquí te desmenuzamos la situación, poniendo especial énfasis en los datos duros, las responsabilidades y el trasfondo de fracaso institucional:
1. Cifras del horror:
- Aumento de homicidios: El salto de 504 homicidios a 1,731 en Sinaloa en un año (aumento del 243%) no solo es estadísticamente alarmante, sino que representa que la violencia se ha disparado 3.4 veces. Pasó de 1 asesinato diario a 5.
- Comparativa histórica: Antes de la pugna interna en el Cártel de Sinaloa, Sinaloa ya era una entidad marcada por el crimen organizado, pero había presencia de “pax narca”: el equilibrio mantenido por el poder centralizado de “El Mayo” y “Los Chapitos”. Rompido este control tras el secuestro de Zambada, la violencia se desbordó.
2. El fracaso institucional:
- Radiografía del horror consentido:
- El incremento exponencial de homicidios, la parálisis económica (cierres de negocios y comercio detenido) y el terror social muestran la incapacidad del Estado para reaccionar.
- La Comisión Estatal de Derechos Humanos lo reconoce: “crisis humanitaria”. La autoridad llega tarde, reacciona mal y ni siquiera logra contener la espiral de sangre.
- Gobierno estatal ausente: Rubén Rocha y su administración se muestran rebasados. El discurso oficial se centra en cifras que intentan disfrazar el desastre, mientras la población vive en estado de sitio.
- Responsabilidad federal: No se perciben golpes contundentes desde la Federación. El operativo de captura/delación de “El Mayo” fue un punto de quiebre mal calculado, pues desencadenó violencia mayor y sin control posterior.
3. Los errores de estrategia:
- García Harfuch y la “estrategia de capturas selectivas”: El fracaso es atribuible al modelo de seguridad representado por figuras como Omar García Harfuch , ícono de una supuesta “mano dura y otra oscura” ,que persigue jefes sin considerar el desmembramiento violento subsecuente.
- Lo cierto es que la aprehensión de “El Mayo” como saldo de una primera traición, fue el detonante que desató una guerra interna, con miles de víctimas colaterales.
- Simulación de éxitos: El Estado presume capturas y decomisos. Pero el índice de homicidios, el terror social y la falta de justicia para los desaparecidos demuestran que el daño es mucho mayor que los supuestos logros.
4. Consecuencias concretas:
- Crisis humanitaria: La masacre cotidiana, personas desplazadas, desaparecidos e impunidad. Los “perdidos” que mencionas no son sólo un número: son familias desintegradas, comunidades fracturadas.
- Economía local devastada: La violencia no es solo estadística; paraliza la vida cotidiana, inhibe inversiones e induce éxodo.
- Sociedad en shock: Un Estado donde la ciudadanía vive aterrorizada, perdiendo la fe en sus gobernantes y las instituciones.
5. Conclusión:
- El aumento brutal de homicidios, el estado de excepción no declarado y la incapacidad de respuesta exhiben la catástrofe humanitaria y la fragilidad de la “gobernabilidad” en buena parte de México.
- Todo intento oficial de simular “control” queda por los suelos ante la evidencia: ni Sinaloa ni el país están mejor, y la región vive una dinámica de horror que difícilmente podrá revertirse mientras no cambie de raíz la estrategia de seguridad y se deje de medir el “éxito” únicamente con capturas superficiales.
Con informacion: ELNORTE/

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