En el imperio mexica, la educación era obligatoria, gratuita y universal. En cada Calpulli, la eficiente organización social mexica, era obligatorio establecer una o varias escuelas. Todos los niños debían ser educados, ya se tratara de nobles, plebeyos o esclavos.
Además, los menores, hasta los 14 años de edad, tenían que recibir clases de sus padres en casa para garantizar la prosperidad de la sociedad y asegurar la continuidad de su civilización.
Una vez consumada con éxito la invasión castellana del siglo 16, México se extravió al desaparecer el Calpulli y crearse la Encomienda. Se entregaron inmensas extensiones de tierra a los llamados conquistadores como recompensas por los servicios prestados a su corona, pero, en lugar de construir escuelas, en el virreinato se edificaron iglesias.
¿Qué hubiera sido de la Nueva España si durante los 300 años de existencia, el clero católico no hubiera privilegiado la educación a los criollos y peninsulares, es decir, a las élites y a las órdenes religiosas, y no se hubiera impedido el acceso a los indígenas y a los mestizos a la formación universal?
En el desastre educativo se encuentra el origen de las temerarias desigualdades sociales. ¿No es válido afirmar que a más conocimientos, mayores ingresos y mejores índices de bienestar? ¿Más? Sí: la Iglesia católica, con sus enseñanzas dogmáticas, despreció el pensamiento crítico y científico, por lo que procedió a la estupidización de las masas, al extremo de que a la llegada de Iturbide al poder más del 90 por ciento de los mexicanos, ya libres, no sabían ni leer ni escribir…
En el siglo 19, la educación se complicó severamente entre golpes de Estado, guerras civiles, invasiones extranjeras e inestabilidad doméstica propia, entre otras razones, porque el clero católico luchó con las armas para mantener el poder político, el espiritual y el económico.
Cuando casi 100 años después Porfirio Díaz fue afortunadamente derrocado, el 85 por ciento de la población era analfabeta, por lo que se difirió el desarrollo económico, se expandió la pobreza y se dispararon las desigualdades sociales.
Hoy, el 90 por ciento de los estudiantes del País son “preparados” por el Estado mexicano que no sólo ha sido históricamente un mal administrador, sino también pésimo maestro, de ahí que México sea un país de reprobados con 50 millones de nacionales en la pobreza y en la informalidad. ¿Dónde ha estado la sociedad mexicana que no le ha arrebatado al Gobierno la educación de sus hijos?
Los invasores del siglo 16 se negaron a educar. En el México independiente, propiedad de los criollos, se forjaron sólo las élites. En el siglo 20, la sociedad se negó a educar, lo que condujo a la burocratización de la educación, o sea, a la pobreza y a la postración de las mayorías, devastación social que aprovechó el Ladrón de Esperanzas (título de mi novela), quien no sólo se negó a educar al pueblo, sino que destruyó el sistema educativo para generar muchos más pobres dependientes del presupuesto público para afirmarse en el poder.
De ahí que se atreviera a declarar con cinismo que “los pobres son como animalitos”, que la pandemia, que enlutó y empobreció a cientos de miles, le había caído “como anillo al dedo”, al aumentar perversamente el número de dependientes de Morena y del erario, con el que comprarían su voluntad electoral.
El ladrón necesitaba más pobres y desempleo, por lo que endeudó al País, desperdició a propósito los recursos públicos en obras suicidas, obstaculizó a la IP nacional o extranjera, violó el T-MEC, impulsó la quiebra de pequeñas empresas para incrementar el número de marginados que votarían por lo que fuera a cambio de mendrugos.
Somos un país de reprobados con un claro futuro sombrío. ¿Qué hacer si la educación falló, y hoy se trata de destruirla aún más para ganar votos?
Fuente.-FRANCISCO MARTIN MORENO/ELNORTE/
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