El obispo emérito de Chilpancingo-Chilapa, Salvador Rangel, ha roto su silencio este miércoles, con un comunicado que ha divulgado la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM). “Perdono a las personas que me han hecho daño y a las que me han revictimizado”, ha dicho.
Rangel, de 78 años, protagonizó un extraño episodio hace 10 días, cuando sus allegados le perdieron la pista y denunciaron su desaparición. Ubicado un par de días más tarde en un hospital en Cuernavaca, cerca de su casa, la fiscalía de Morelos apuntó que había sido víctima de un secuestro exprés. Días más tarde, el Gobierno del Estado, enfrentado con la Fiscalía, sugirió que, en realidad, había estado de juerga.
“Después de haber hecho oración, meditado profundamente y de haber consultado con mis seres queridos, tanto del clero como laicos y, en razón de que lamentablemente mi vida, edad y mi salud están en condiciones desfavorables”, dice el comunicado de Rangel, “siguiendo los principios evangélicos de nuestro Señor Jesucristo, que perdonó a las personas que lo traicionaron, lo vendieron, lo juzgaron, lo torturaron y lo asesinaron, con todo mi corazón perdono a todas las personas que me han hecho daño”, añade. Rangel parece referirse, por un lado, a sus presuntos secuestradores. Y, por otro, al gobernador interino de Morelos, Samuel Sotelo, y el jefe de policía, José Ortiz Guarneros, que alentaron la teoría de la juerga.
“En ejercicio de mis derechos constitucionales, no presentaré ninguna denuncia contra las personas que tanto mal me han hecho”, sigue el prelado. “Y pido a los medios de comunicación me comprendan y respeten mi decisión encaminada al bien de mi seguridad e integridad física y moral”. No está claro si Rangel se refiere aquí a los que, a su juicio, lo han “revictimizado producto de la desinformación”, o a los presuntos secuestradores. En entrevista con EL PAÍS, su abogado, Luis Gasca, señala que el obispo habla en general, pero que en el comunicado “se refiere a las personas que le hicieron daño, a los delincuentes”.
El comunicado del prelado ataja parcialmente el chorro de rumores y habladurías sobre el tema, pero deja en el aire aclaraciones concretas sobre lo ocurrido durante los días que estuvo desaparecido, del 26 al 29 de abril de este año. “Yo hablé con él ayer y me decía que no podía hacer la declaración ante la Fiscalía, porque aún no se siente bien”, dice Gasca. “Su recuperación va a ser más lenta todavía. Quiere estar tranquilo, no tener presiones de ningún tipo”, añade.
Mediador entre grupos criminales de Guerrero, donde vivió y dirigió la diócesis de la región Centro, de 2015 a 2022, Rangel desapareció el 26 de abril en Morelos, donde vivía desde su retiro, hace un par de años. El religioso salió en la tarde su casa, en Jiutepec, cerca de Cuernavaca. Lo hizo solo, sin su chofer, ni sus celulares. El religioso ya no volvió y sus allegados empezaron a detectar retiros en sus tarjetas, por lo que movieron el dinero de cuenta. Rangel no volvió. El lunes 29, la CEM denunció su desaparición, dado su pasado negociador. Horas más tarde, la Iglesia informó de que la Fiscalía lo había encontrado en un hospital, en Cuernavaca.
En los días siguientes todo se enredó. El fiscal de Morelos, Uriel Carmona, adelantó que, con las pruebas recabadas, los retiros de la tarjeta, los análisis realizados, positivos a cocaína y benzodiacepinas, Rangel había sido víctima de un secuestro exprés. Pero el gobernador Sotelo y Ortiz Guarneros señalaron que no había pruebas de que tal cosa hubiera ocurrido y dijeron que había pruebas, en cambio, de que el prelado se había encontrado con un pizzero y luego había llegado a un motel con un hombre, que luego se había retirado.
La imagen se complicó más todavía cuando se filtró el formato de alta de Rangel en el hospital. Paramédicos habían acudido de urgencia al motel donde estaba Rangel, el domingo 28. Encontraron al religioso desnudo e inconsciente y con pastillas azules que, como luego se filtró, se supo que eran tipo viagra. En los días posteriores, la Iglesia trató de arropar al obispo emérito, criticando una campaña de bots contra Rangel, como dijo el obispo de Cuernavaca, Ramón Castro, el domingo pasado, en su homilía en la catedral de la ciudad.
Viejo pendejo, ni casto ni honesto. Iba a culear y perdió morado, perico y enviagrado.
ResponderBorrarNo pasa nada de no ser que ellos pregonan una cosa y hacen otra.
Y como todos que ya es costumbre, ahora resulta que también es una víctima.