Un sicario que simuló estar enfermo y se trasladaba en silla de ruedas burló a una guardia de 15 escoltas y agentes, algunos de ellos militares, que debían proteger a Alfredo Cabrera, candidato priista a la Alcaldía de Coyuca de Benítez, en Guerrero.
El tirador solitario se acercó en la silla al candidato y, después de saludarlo, se incorporó para tirarle a quemarropa dos letales disparos en la nuca.
El político y empresario constructor, de 40 años de edad y quien cerró su campaña en su natal comunidad Las Lomas, caminó previo al ataque varios metros por las calles, siempre bajo un cinturón de seguridad de al menos 10 escoltas, vestidos de civil, pero coordinados bajo radiocomunicación y con armas dispuestas a usar.
Además, elementos de la Guardia Nacional (GN) que fueron dispuestos a la vigilancia se encontraban más lejos del candidato de la alianza PRI-PAN-PRD, con sus armas largas, pero vigilando a las personas que decidían acercarse.
Sin embargo, fue ya a metros del templete, en una cancha de basquetbol que se transformó en el escenario del último mitin, donde el atacante pudo dispararle en la nuca en al menos dos ocasiones, justo al lado de su principal cinturón de seguridad.
Los guardias tenían una formación de rombo para resguardar por distintos puntos al candidato, quien el año pasado sufrió un atentado a balazos.
El homicida llegó hasta el aspirante.
A su lado, unas mujeres ondeaban banderines del PRI, pero tras ser saludado por el candidato, el sicario se levantó y realizó los disparos frente a simpatizantes, escoltas y el tumulto de personas.
La silla de ruedas quedó abandonada, pero el victimario, al intentar huir, fue alcanzado por los escoltas, que le propinaron varios balazos, por lo que su cuerpo quedó tirado a mitad de la cancha.
"El joven estaba sentado en una silla de ruedas", dijo uno de los testigos, "y, a lo mejor por eso, a los escoltas y al mismo candidato no les llamó la atención, y eso fue aprovechado para que sin ninguna prisa se le acercara a su víctima y le disparara por la espalda".
Mencionó que el grupo de los hombres vestidos de civil que portaban armas largas y cortas que protegían a Cabrera andaban como "locos" en la cancha buscando a más involucrados en la agresión para detenerlos.
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