Todos los días, los medios de comunicación y las redes sociales traen notas sobre la violencia que azota nuestro país. Asesinatos, balaceras, secuestros, masacres y desapariciones están convertidas en la columna vertebral de la información. El crimen organizado (CO) controlando territorios y expandiéndose a actividades de todo tipo: alimentos, medicinas, pequeños comercios, préstamos y probablemente instituciones financieras.
La ausencia del Estado es tan notoria que los que sufren las actividades de los criminales parecen estar abandonando la esperanza de que algún cuerpo de seguridad los ayude, tal vez porque sospechan, con toda razón, que puede estar coludido con los delincuentes. Denunciar puede significar una sentencia de muerte para el quejoso y su familia.
Dos, mujeres de una zona de Jalisco
pidieron al Mencho, líder nacional del CJNG, que le “corte la cabeza” al cabecilla regional de esa organización por abusar de ellos y estar “violando” los “principios” del cártel. La petición no fue dirigida a las autoridades estatales o las federales porque es una pérdida de tiempo. ¿Para qué plantearlo al presidente López? Contestará que todos los días el gabinete de seguridad se reúne a las 6 de la mañana y que se ha avanzado. Palabras vacías. La petición de las mujeres es surrealista, hablar de principios y abusos tratándose del CO es estar de rodillas frente a los delincuentes: explótenos, pero no nos maten.
Tres, Ceci Flores, madre buscadora del Estado de Sonora, dirigió un mensaje a quienes se llevaron a Lorenza Cano después de allanar su casa y asesinar a su marido y a su hijo. Palabras más les dijo:
ya le quitaron todo, déjenla con vida. Igual que en el caso anterior, ¿para qué dirigir el mensaje al presidente o al gobernador si ellos no hacen nada?.
Noticias como estas bombardean a los habitantes del país. No son inventos ni campañas sucias contra el mandatario, sino evidencias de su fracaso en materia de seguridad. Analistas, comunicadores y organizaciones nacionales y extrajeras denuncian, exhiben o solicitan que el gobierno tome cartas en el asunto ante el crecimiento del CO.
En este panorama de realidades es donde se presenta la Encuesta Nacional de Seguridad Urbana (ENSU) del INEGI y nos dice que, pese a todo esto, la percepción de los habitantes de México es que tenemos un país más seguro. A nivel nacional, la ENSU indica que la percepción de inseguridad en el cuarto trimestre de 2023 disminuyó en un 3.7% con respecto al trimestre anterior. En el periodo julio-septiembre un 61.4% de los entrevistados dijo sentirse inseguro mientras que en el lapso octubre-diciembre bajó a 59.1%. No solo eso, si abrimos el abanico y vemos esta estadística desde el primer trimestre de 2019 al último de 2023, la disminución es más pronunciada y alcanza el 20.7% menos.
¿Cómo explicar este divorcio entre un país que ha alcanzado más de 177 mil muertes violentas, que sufre 11 feminicidios diarios, que ha visto el aumento en las desapariciones de personas y las extorsiones, por un lado, y una mejoría en las percepciones de seguridad, por otro?
Cuando he planteado esta disonancia en el programa de YouTube El Rapidín, las respuestas de quienes nos ven son variadas. La primera es que las cifras de la ENSU mienten y el INEGI ya está tomado por las huestes de la 4T. ES posible, pero no lo creo, resulta muy fácil asegurar esto. Hay otras encuestas de este Instituto que no dejan bien parado al gobierno, por ejemplo, la de Ocupación y Empleo (ENOE), que derriba la idea de que grandes contingentes sociales están saliendo de los estratos más bajos de salarios. Si había maquillaje en una, ¿por qué no hacerlo en todas?
En muchos lugares, las bandas del CO son dadores de empleo; en otros, los pobladores se han acomodado malamente y sobreviven dando tributo (no encontré una palabra mejor) a quienes los explotan. No descarto que la machacona narrativa presidencial haya calado en la mente y en el deseo de la población. La indiferencia también juega: ¿dónde esta la solidaridad con las madres buscadoras o la protesta masiva por los secuestros y cobros de piso? Habrá que dar explicación a este divorcio entre realidades y percepciones porque jugará a la hora de emitir el voto.
Pero mientras esto sucede, hay que decirlo: somos un país de rodillas ante el crimen organizado.
fuente.-Jaime Guerrero Vazquez/ (imagen/editada/Infoabe)
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