Gustavo Cárdenas Gutiérrez lo sabe en carne propia pues su restaurante, hotel y gasolinería, fueron clausuradas por el gobierno estatal panista, con cualquier pretexto, sin que sus colegas se hagan presentes para expresarle respaldo, apoyo y solidaridad.
Apenas unas cuantas y tímidas llamadas telefónicas de dueños de negocios ha recibido el todavía proclamado Muchacho Alegre, para decirle que lo acompañan en su sentimiento, pero en lo oscurito, por debajo del agua, para no ser castigados por su audacia y temeridad.
Gustavo nunca ha necesitado guajes para nadar (aunque tampoco le estorban) y está defendiéndose de la agresión gubernamental de Cabeza de Vaca, en tribunales, civiles, penales, mercantiles, y todos los demás que sean necesarios.
Se trata de un abuso de poder, el uso de instituciones gubernamentales en asuntos personales porque Cabeza de Vaca es un individuo rencoroso, vengativo, que se cree tejido a mano y merecedor de todos los privilegios, prebendas, canonjías y concesiones.
Pero no se trata más que de un advenedizo que dio un golpe de suerte, pues de vender chamoyadas en Reynosa, brincó a la función pública de la mano del payaso de Fox y su esposa Martha.
UN GOBERNADOR RATA Y DE PIEL DELICADA:
En apenas 22 años, Cabeza consiguió amasar una fortuna de más de 900 millones de pesos, sin tener actividades productivas declaradas (restaurantes, mueblerías, etcétera) y en la actualidad el monto de sus bienes es un misterio insondable.
A partir de 30 de septiembre, Cabeza estará expuesto al escrutinio judicial pues tiene en su contra orden de aprehensión por la comisión de cuando menos tres delitos federales, graves, como delincuencia organizada, defraudación fiscal y uso de recursos ilegales.
Esto ya se convirtió en una cantaleta, pero no es ocioso repetirla porque la justicia se cumplirá inexorablemente cuando el nativo de Reynosa/McAllen, Texas, pierda la inmunidad procesal, justo dentro de 24 días.
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