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martes, 16 de marzo de 2021

LA "HISTORIA de la GALLINA": NO HAY MACHO MAS COBARDE que el "PADROTE" un VIOLENTO AGRESOR SEXUAL que VIVIA de RENTAR MUJERES...pero eso si, un hijo devoto.


El hombre que violó más de 100 veces a Lucero tiene dos caras: por un lado, es un violento agresor sexual que vivía de rentar mujeres niñas y, por el otro, es un devoto hijo que haría lo que fuera por proteger a su madre, su hermana y sobrinas.

Sus dos facetas son reales. Como una quimera sin máscaras. El mismo día que podía entregar a una niña secuestrada en las puertas de alguna habitación en un motel perdido en Nueva York con un violador como huésped, podía hablar horas por teléfono con las mujeres de su familia que vivían en México y luego invitar a cenar a su hermana Arcelia al lugar que ella quisiera.

“Cualquiera que lo hubiera escuchado en la calle pensaría que era una buena persona”, dice Lucero, en algún lugar secreto del norte de Estados Unidos donde se recupera de sus heridas físicas y emocionales. “Hablaba con mucho amor. Era un buen hijo, un buen hermano… también un hijo de la chingada”. 

Dentro de Norberto Hernández Velásquez convivían dos personas. Uno era “Norbertito”, el tlaxcalteca tierno que jamás hubiera permitido que alguien dañara a su familia, protector, proveedor de todo lo que quisiera su madre y juguetón con sus sobrinas pequeñas, a quienes parecía amar como si fueran sus propias hijas.

Otro era “La Gallina”, el apodo que se había ganado entre los padrotes de su pueblo, Tenancingo, Tlaxcala, donde aprendió a enamorar mujeres, sacarlas de sus hogares familiares, llevarlas a vivir con él y convencerlas de entrar sin documentos a Estados Unidos, donde supuestamente les conseguiría un empleo de ensueño.

Ya en Estados Unidos, sus “novias” se enteraban de la doble personalidad de su pareja: devoto de la Virgen María, pero endemoniado con sus víctimas, a quienes solía quemar con ganchos de ropa que calentaban en las hornillas de la estufa, si no rentaban sus cuerpos con al menos 15 hombres cada día. 

“Ahora con todo lo del movimiento feminista aquí en Estados Unidos y en el mundo pienso mucho en lo él que me decía… que no había macho más perfecto que un padrote”, recuerda Lucero, a quien conocí gracias a un refugio estadounidense cuyo nombre no debo mencionar.

“Tenía razón: el macho perfecto. Decía amar a las mujeres, pero en el fondo odiaba a todas”.


"La Gallina" ahora está extraditado en Estados Unidos, donde podría ser sentenciado a cadena perpetua. 

ERA UN “MALDITO DEMONIO”

En palabras del fiscal interino de la Corte del Distrito del Este en Nueva York, Seth D. DuCharme, Norberto Hernández Velásquez es un “maldito demonio”. También un “despiadado traficante” y, al mismo tiempo, uno de los padrotes mexicanos más importantes en ser recientemente procesado por el aparato de justicia Estados Unidos.

El encierro de padrotes tlaxcaltecas en cárceles estadounidenses es una tendencia creciente en el país vecino desde hace 10 años, pero que suele perderse entre los medios de comunicación porque no tienen la misma notoriedad que los grandes capos del narcotráfico que duermen en prisiones federales junto a los más famosos terroristas.

Pero no por desconocidos, los padrotes mexicanos son menos temibles. Si bien no tienen la mala fama del “Chapo” Guzmán, pueden ser igual o peor de sanguinarios, sólo que su violencia se restringe a nivel local, porque los padrotes —a diferencia de los narcos— no pelean por territorios.

Lucero tiene otra hipótesis de por qué los arrestos en el extranjero de padrotes mexicanos no resuenan en la prensa nacional: sus víctimas no son otros hombres poderosos, sino mujeres que nacieron en condiciones que las suelen hacer invisibles.

“‘La Gallina’ sólo agarraba ‘niñas de campo’, como las llamaba. Entre más pobres, más morenas, más inseguras, mejor. Se iba a los pueblos de Puebla o Veracruz donde, si se pierde una niña, los papás no la buscan, pero si fuera niño, moverían mar y tierra”.

En los refugios para sobrevivientes de este delito, Lucero aprendió sobre el feminismo frente al fenómeno de la prostitución forzada, cuyas víctimas son 70% niñas y mujeres a nivel global, según la ONU: la explotación sexual se alimenta de un pacto de silencio entre hombres.

“Todo es un acuerdo: el pollero que me metió a Texas, el camionero que me llevó a Nueva York, el recepcionista del hotel que me veía entrar una y otra vez con el hombre que me rentaba y le pagaba a mi padrote. El policía que no hacía nada, mi papá que nunca me buscó, mi hermano que dijo que si yo regresaba embarazada, mejor me fuera por puta”.

Un “negocio” que vale unos 99 mil millones de dólares anuales, según la Organización Mundial del Trabajo. Que cada año devora a unas 20 millones de víctimas. Que condensa la peor de las violencias: fraude, secuestro, extorsión, lesiones, tortura, violación y, a veces, feminicidio. 

Un tipo de crimen organizado que tiene un desnivel notorio: en la trata de personas los víctimarios suelen ser hombres y las víctimas, mujeres.

“NOS DABA UNAS GOLPIZAS TERRIBLES”

La caída del clan Hernández Velásquez comenzó en noviembre de 2019 con el arresto intempestivo de la hermana y hermano de “La Gallina”, Ernesto y Arcelia, alias “Chapas” y “La Gordis”, respectivamente.

El caso 1:19-cr-00306-WFK, radicado en Brooklyn, Nueva York, no cuenta los detalles del arresto; sin embargo, le acusa de ser cómplices de la red familiar de trata de personas que entre 2001 y 2019 obligaron a prostituirse a decenas –acaso cientos– de víctimas que aún están por localizarse.

El gobierno de Estados Unidos les ubicó casas de seguridad en Alabama, Connecticut, Florida, Georgia, Louisiana, Maryland, Massachusetts, New Jersey, North Carolina, Pennsylvania, Virginia y más, aunque su base de operaciones estaba en Queens, Nueva York, donde “La Gallina” mantenía una casa de tortura para las desobedientes.

“Nos decía que, si fuéramos inteligentes, le daríamos las gracias, porque una de las funciones de las mujeres es satisfacer hombres. Que aunque no pareciera, él era un caballero: a todas las mujeres, decía, nos encanta coger y él nos daba esa oportunidad.

“Pero ni tan hombre, porque en cuanto se las vio negras… corrió. Se fue a México a esconderse y dejó pudrirse a su hermana, a la que, según, amaba con toda su alma”.

Norberto Hernández Velásquez se hizo llamar Hugo, se dejó la barba y se cortó el bigote. Pero ni eso logró salvarlo. Fue aprehendido en Tlaxcala en agosto del 2020 y el miércoles 17 de febrero su nombre apareció en las páginas de las agencias de justicia estadounidense: había sido extraditado hacia Nueva York para enfrentar una eventual sentencia de cadena perpetua.

Son 12 cargos lo que le imputan al hombre que presumía ser el “más macho de los machos” y de haber tenido relaciones sexuales con más de 100 mujeres, según Lucero, muchas de ellas sin consentimiento: desde lavado de dinero hasta trata de personas. 

“¿Qué es lo que más recuerdo de él? Me sorprendía la manera en que podía cambiar de una personalidad a otra: le hablaba con mucha ternura a su mamá, pero colgaba el teléfono y nos daba unas golpizas terribles… ni siquiera te puedes imaginar lo que le hacía a las niñas más pequeñas”.

Peter Fitzhugh, agente especial de Investigaciones de Seguridad Nacional en Nueva York (HSI), conoció a detalle esas torturas, pero aquel veterano acostumbrado a ver las peores violencias ni siquiera puedo enunciarlas.

“Las palabras no pueden describir el tipo de persona que se alimenta y victimiza a las mujeres obligándolas a prostituirse”, dijo el agente especial celebrando la extradición de “La Gallina”.

“Le decían así porque usaba gallinas para rituales de magia negra, las degollaba… pero yo creo que es porque era un maldito cobarde. Un macho asustado que, como no podía enamorar mujeres, las torturaba… y luego extrañaba a su mamá”.  

Fuente.-@oscarbalmen/



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