Catalina Martínez de Rivas sufrió a mediados de marzo la muerte de una de sus hermanas, este viernes la de su esposo a quien se le detectó COVID-19 y teme que ahora su hijo resulte positivo al coronavirus. A ella las autoridades le negaron la aplicación de la prueba “por no tener los síntomas”, aunque inicialmente los vivió junto a su marido.
La pesadilla para Catalina inició cerca del 15 de marzo; su hermana ingresó a la clínica 7 del IMSS por complicaciones de la diabetes, en aquel entonces el virus comenzaba a dispersarse entre el personal del hospital.
La pesadilla para Catalina inició el 15 de marzo; su hermana ingresó a la clínica 7 del IMSS por complicaciones de la diabetes, en aquel entonces el virus comenzaba a dispersarse entre el personal del hospital.
Ella ingresaba constantemente a ver a su hermana; su esposo Jesús Manuel Rivas, un reconocido maestro, le acompañaba, pero aguardaba en la sala de espera en urgencias.
El 22 de marzo su hermana falleció, pero nunca se le hizo la prueba del coronavirus. Ese mismo día, durante el velorio, “el profe” comenzó con los síntomas de COVID-19, primero una fiebre insoportable que les obligó a regresar a casa y Catalina le dio paracetamol.
En todo el sepelio Jesús no se quejó, pero al regresar a casa mencionó: “ ya no puedo, ya no puedo ni manejar”. Para ese entonces su hijo también ardía en temperatura, él ya tenía más días con ese problema.
Salieron a buscar ayuda, pero no había doctores, sólo las Farmacias Similares, ahí la doctora le dio antibióticos inyectados.
Al día siguiente Jesús se levantó mejor, sin embargo, Caty ya presentaba temperatura, pero sólo habló al doctor de la familia que le recetó antibióticos. Su esposo sólo estuvo tres días bien y al cuarto, el 29 de abril, comenzó de nuevo la temperatura.
“Aunque le recetaron medicamentos no tenían cambio, yo también ardiendo en temperatura, mi hijo tirado no aguantaba la cama”, cuenta Catalina.
Su marido sin saber que tenía coronavirus, aseguró se levantaría de esta enfermedad, pero al día siguiente pidió lo llevaran al médico, no podía respirar. Catalina llamó a la Cruz Roja y los trasladaron al Hospital Amparo Pape.
Ella estuvo toda la noche esperando, pero los médicos no le dijeron nada. Al día siguente, a las 15:00 horas, tuvo que regresar a su casa pues su hijo ardía en fiebre y no podía ni levantarse.
Pasó todo un día cuando le anunciaron que “el profe” estaba sumamente grave que “no pasaba”, tenía comprometido el corazón.
Ordenaron la prueba de COVID-19 y a los tres días anunciaron que salió positivo y que seguía muy grave. Al “profe” le empezaron a fallar riñones, hígado, pulmones y el corazón.
“Lo atendieron bien, pero él no se salvó”, dice Catalina. Ayer entregaron las cenizas de su esposo.
La familia está a la espera de que les entreguen los resultados de la prueba de COVID-19 que le aplicaron a su hijo.
Catalina ya perdió a su hermana, esposo y ahora teme por su hijo; a ella le han negado la prueba, afirman.
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