¿Cuánto pesarán los 14 gobiernos estatales en manos del PRI, los 12 en manos del PAN y los cuatro en manos del PRD en la definición de la elección presidencial de julio entrante?
Si nos atenemos a la historia reciente de los comicios presidenciales, probablemente no mucho.
De 2000 a la fecha, los mandatarios estatales no han mostrado, en general, mucho músculo político en las contiendas para llegar a Los Pinos, pues han perdido más elecciones de las que han ganado para sus respectivos partidos.
De un total de 96 gobiernos estatales que han estado en funciones durante los comicios presidenciales de 2000, 2006 y 2012, sólo 45 (46.88%) han podido presumir que en sus respectivas entidades triunfó el partido del que surgieron.
Y aunque los gobernadores de sello priista son los que han ganado el mayor número de esas elecciones, con 23, su marca en ese terreno es la peor entre las tres principales fuerzas políticas, pues han perdido en 36 ocasiones.
En cambio, los gobernadores salidos del PAN y del PRD, con menos triunfos en su haber, tienen un mejor palmarés.
Los mandatarios estatales panistas han ganado 14 y han perdido ocho elecciones presidenciales en sus respectivas entidades, mientras que los perredistas han ganado ocho y han perdido cuatro.
Los dos casos faltantes son de gobernadores que llegaron al poder por la vía de una alianza y no desarrollaron ataduras con ningún partido, aunque en sus respectivos estados (Sinaloa y Chiapas) no ganó la elección presidencial ninguno de los partidos con los que ellos ganaron la gubernatura.
Se tiende a exagerar la importancia que tienen los gobernadores en la definición de los comicios de carácter federal.
Es verdad que hay estados donde, desde 2000, siempre ha ganado la elección presidencial el partido que gobierna localmente, como son los casos de Guanajuato y Querétaro. Sin embargo, también los hay en los que los gobernadores nunca han entregado buenas cuentas a los candidatos de sus respectivos partidos, como Tamaulipas y Veracruz.
Aun así, parece normal que los gobernadores actuales quieran ayudar en asegurar la victoria de su partido.
A quienes lo han logrado, eso les ha permitido, en algunos casos, incorporarse en el siguiente gabinete presidencial.
Fue el caso de Fernando Canales Clariond y Alberto Cárdenas Jiménez, gobernadores de Nuevo León y Jalisco, respectivamente, cuando Vicente Fox ganó la elección presidencial en ese estado en 2000 y a cuyo gabinete se incorporaron en 2003.
O Francisco Ramírez Acuña, el gobernador de Jalisco que en mayo de 2004 destapó a Felipe Calderón como aspirante presidencial y se convertiría en su primer secretario de Gobernación.
O José Calzada Rovirosa, gobernador de Querétaro cuando Enrique Peña Nieto ganó allí la elección presidencial de 2012, y tres años después se incorporó al gabinete como secretario de Agricultura.
Otros no han llegado al gabinete, pero han continuado su carrera política cobijados por el agradecimiento presidencial. Como el zacatecano Miguel Alonso Reyes, actual director de Fonatur, y el mexiquense Eruviel Ávila, vicecoordinador de campaña del aspirante priista José Antonio Meade.
Seguramente, el zacatecano Alejandro Tello Cristerna, cercano al grupo de Meade, y el veracruzano Miguel Ángel Yunes, cercano al aspirante frentista Ricardo Anaya, entre otros, estarán buscando entregar buenas cuentas electorales en esta campaña.
Y los candidatos presidenciales estarán deseando que los gobernadores surgidos de los partidos que los postulan puedan ayudarlos a obtener una buena cantidad de votos para impulsarlos hacia Los Pinos.
Cabe destacar que el puntero de las encuestas de la carrera presidencial, Andrés Manuel López Obrador, no podrá contar con ese apoyo, pues ninguno de los partidos que lo postulan controla alguno de los gobiernos estatales.
fuente.-Pascal Beltran/
(Imagen/Parametria)
Y de las redes el enredo...
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