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La hija de un alto mando de la justicia militar fue secuestrada la tarde del miércoles. Su nombre y el de su padre lo reservamos para no poner en riesgo la vida de la joven plagiada o las eventuales negociaciones que estarían en marcha para su liberación.
Sobre el plagio, confirmado a esta columna por fuentes de la Policía Federal, se sabe que la chica transitaba por la autopista México-Querétaro cuando le cerró el paso una camioneta Cherokee blanca, placas PYB 5710, a la altura del kilómetro 105 con dirección a Querétaro. Fue subida a la fuerza y el vehículo de sus captores siguió rumbo a la capital del estado, sin que hasta ahora se sepa si llegó a ese destino o se desvió por alguna brecha entre Arroyo Zarco y Polotitlán.
Horas después se supo que la coordinación de la Policía Ministerial de Atlacomulco, en el Estado de México, fue la primera en tener conocimiento de lo ocurrido, ya que varios automovilistas se percataron y denunciaron que una joven había sido obligada a detenerse y subida por la fuerza a la Cherokee.
Consultada sobre estos hechos, la Sedena respondió que no podía confirmarlos ni desmentirlos, aunque otras fuentes militares aseguraron a este reportero que de inmediato envió a un grupo de oficiales de inteligencia para colaborar en una indagatoria que para entonces ya estaba en manos de la PGR, instancia que cerró el acceso a la investigación a otras corporaciones policiacas.
Han pasado dos días del secuestro y el hermetismo es absoluto. Se entiende que así sea para no poner en riesgo la vida de la víctima. El secuestro de cualquier persona es uno de los peores agravios, pero este es de alto impacto por tratarse de la hija de un general de la justicia militar.
Este plagio puede ser uno más de los muchos cometidos en el país por bandas delincuenciales, sobre todo si se toma en cuenta que fue cometido en una zona considerada muy peligrosa por su alta incidencia de secuestros y asaltos carreteros, pues es un punto de salida hacia dos sitios de gran inseguridad: Atlacomulco y Tula.
Pero es inevitable pensar que pudiera haber alguna relación con la actividad del padre de la víctima, ya que este general ha tenido un importante desempeño dentro de la justicia militar. Entre otros casos, participó en 2002 en el Consejo de Guerra que la Sedena inició contra los generales Francisco Quirós Hermosillo y Arturo Acosta Chaparro, acusados de homicidio calificado en agravio de 143 campesinos involucrados en movimientos guerrilleros entre 1975 y 1979, quienes fueron muertos en la base militar de Pie de la Cuesta, en Guerrero, y posteriormente arrojados al mar, durante la llamada guerra sucia.
Otro caso relevante fue el proceso iniciado en 2001 contra el general Ricardo Martínez Perea, el capitán Pedro Maya Díaz y el teniente Antonio Quevedo Guerrero, parte del Décimo Sexto Regimiento de Caballería Motorizada con sede en Nuevo Laredo, Tamaulipas, por supuestos nexos con el Cártel del Golfo.
Especialistas en temas de seguridad consultados por esta columna consideran sin embargo que, por la estructura y cadenas de mando en el fuero de guerra, es poco probable que se trate de alguna venganza proveniente de militares afectados por las decisiones del general de marras. Estiman, en todo caso, que podría tratarse de un chantaje o presión de grupos delincuenciales o, como todo parece indicar, la acción de una banda de plagiarios, sin descartarse del todo otras motivaciones de carácter más personal.
En cualquier caso, el secuestro de la hija de un general viene a confirmar que todos, sin excepción, seguimos ardiendo en el infierno de la inseguridad.
Fuente.-rrodriguezangular@hotmail.com
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