El
domingo pasado por la noche en el puerto de Acapulco se suscitaron un par de balaceras
en las zonas turísticas de la bahía. Los objetivos fueron un hotel donde se
hospedaban elementos de la policía federal y un centro de operaciones de esa
misma institución.
Dentro
de la terrible cotidianidad de la violencia en México, dichos ataques, por
desgracia, no nos sorprenden; sin embargo, resalta que a través de una serie de
mensajes en el sistema de mensajería WhatsApp y en redes sociales circuló un
aviso a la ciudadanía en que se advertía de dichas agresiones.
Desde
un par de días antes empezaron a circular una serie de mensajes en que se
señalaba que un grupo del crimen organizado haría una “limpia” en la ciudad.
Además,
vía Twitter y Facebook se advirtió sobre las balaceras que tendrían lugar el
fin de semana. Y si bien este tipo de mensajes son comunes en las redes
sociales, éste sí fue real.
¿Por
qué las autoridades no pudieron saberlo? ¿No hubo trabajos de inteligencia?
El
gobernador de Guerrero, Héctor Astudillo, aceptó que hubo balaceras en tres
puntos del puerto, pero cuyo objetivo era la Policía Federal, lo que desató una
persecución y, por consiguiente, los enfrentamientos, que desataron el terror
entre la población civil de Acapulco.
El
gobierno minimizó los hechos e insistió en que el suceso se sobredimensionó
debido a las redes sociales. La aclaración llegó casi un día después de los
hechos. Antes hubo silencio.
Hace
un par de meses, Idris Rodríguez Zapata, director del Centro de Control,
Comando, Comunicación y Cómputo (C4), indicaba que sólo en la Ciudad de México
se reciben cerca de 83,000 llamadas de emergencia, de las cuales 80,000 son
falsas o son bromas. El hecho dificulta, a todas luces, la correcta operación
de los servicios de emergencia; no obstante, es posible saber en qué
circunstancias una amenaza es real.
En
teoría, las autoridades deberían hacer trabajos de inteligencia que les
permitieran ubicar las direcciones IP desde donde salen los mensajes y hacer
una geolocalización de los emisores. Con ello, aunado a trabajos de
investigación, podrían determinar si quienes emiten las alertas son miembros
del crimen organizado o pertenecen a la sociedad civil.
Ello
permitiría poner ciertos niveles de alerta que pudieran advertir a las
autoridades sobre la veracidad de las amenazas y tomar las acciones para
evitarlas o prevenir daños. Sin embargo, la ausencia de protocolos claros para
determinar el nivel de las amenazas en medios digitales o bien el silencio de
las autoridades ante una situación así, puede generar un clima de confusión.
Por
otro lado, también es cierto que en las redes sociales circulan todo tipo de
rumores, que van desde las amenazas con cierto grado de veracidad hasta los
rumores francamente ridículos. Ante tal situación es recomendable:
1. Buscar
la fuente del rumor. Es importante informarnos de dónde viene
un rumor, sobre todo cuando se trata de situaciones de seguridad. En ocasiones
se trata de rumores sin fundamento, que sólo buscan confundir a la ciudadanía.
2. Buscar
las fuentes oficiales. Ante un rumor de
tal magnitud es importante buscar la posición de las autoridades. En el caso de
que no existiera una postura oficial, entonces sería muy pertinente preguntar y
pedir orientación.
3. Hacer
una búsqueda en internet. La mayor parte de
las veces los rumores son reciclaje de otros lanzados previamente. Por ello es
importante que recurramos a los motores de búsqueda para saber si esa amenaza o
texto no se ha lanzado con anterioridad.
4. No
confiar en las imágenes. Muchas veces las
amenazas se acompañan de imágenes que resultan contundentes o muy convincentes.
Antes de creer en todo lo que vemos en las redes sociales podemos hacer una
búsqueda de imágenes para saber si no se han utilizado antes o cuál es su
procedencia. TinEye es
un excelente servicio de búsqueda de imágenes que permite encontrar el origen
de las imágenes, cuántas veces se ha utilizado o si se ha modificado; una
herramienta similar es PicsLikeThat. Basta con subir la imagen para encontrar
su origen.
Sin
embargo, es muy importante que las autoridades desarrollen protocolos de
monitoreo de amenazas en redes sociales e internet para determinar si la
eventual crisis es una coacción real o se trata sólo de un rumor.
Además,
el silencio jamás ayuda. La comunicación en situaciones así es fundamental para
evitar que la población se confunda o entre en pánico. La cercanía de las
autoridades es también una cuestión de estrategia digital.
Fuente.- ruben.vazquez@picnic.media
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