“Pecadores sí, corruptos jamás”, exclamó el
Papa Francisco en la homilía de la misa que celebró en El Vaticano el viernes
29 de enero, exactamente dos semanas antes de iniciar su visita pastoral a
México, un país capturado por la corrupción que nace en la cúspide del Estado
que encabeza Enrique Peña Nieto.
En esa homilía, en la capilla de la Casa de
Santa Marta, como lo expone también en el libro El Nombre de
Dios es Misericordia, del vaticanista Andrea Tornielli, el Papa
afirmó que los corruptos no sienten, a diferencia de otros pecadores, la
necesidad de pedir perdón, porque les basta el poder sobre el que se basa su
corrupción:
“Hay que hacer una diferencia entre el
pecador y el corrupto. El primero reconoce con humildad ser pecador y pide
continuamente el perdón para poderse levantar, mientras que el corrupto es
elevado a sistema, se convierte en un hábito mental, en un modo de vida”.
Más allá de los matices entre lo espiritual
y lo terrenal, la corrupción es uno de los temas que ha marcado el pontificado
de Jorge Mario Bergoglio, el religioso argentino que está sacudiendo las
estructuras de la iglesia católica, y no podría omitirla si su anfitrión en
México la simboliza y sobre todo si anida en las estructuras del poder
político, económico, mediático y eclesiástico.
No es casual que en víspera de la visita
del Papa, prevista para este viernes 12, Peña remueva al
director general de Petróleos Mexicanos (Pemex) Emilio Lozoya
Austin, involucrado en el escándalo de corrupción de la trasnacional española
OHL, de la que fue uno de sus principales consejeros y operadores.
Pero esta noticia, que parecería buena, en
realidad es nociva: A Lozoya lo sustituye José Antonio González Anaya, concuño
de Carlos Salinas, casado con Gabriela Girard Rivero, hermana de Hipólito, cuya
empresa Constructora y Edificadora GIA+A tiene jugosos contratos de obra y
concesiones carreteras, hospitalarias y hasta de cárceles.
Otro cuñado de Carlos Salinas y del nuevo
director de Pemex, Jerónimo Marcos, está al frente de la empresa que administra
fideicomisos para fondear, entre otros polémicos contratistas, al tamaulipeco
Juan Armando Hinojosa Cantú, el contratista favorito de Peña Nieto, constructor
y financiero de la Casa Blanca, propiedad de Angélica Rivera.
GIA+A, no hay que olvidarlo, era parte del
grupo empresarial encabezado por China Railway Construction Limited que ganó la
licitación para construir el tren de alta velocidad México-Querétaro que antes
de su cancelación preveía una inversión por 50 mil 820 millones de pesos y que
involucraba también a la Constructora Teya, de Hinojosa Cantú.
Hinojosa Cantú también vendió una
residencia al secretario de Hacienda Luis Videgaray en Malinalco, Estado de
México, en otra turbia operación financiera, con el sello de la corrupción del
gobierno de Peña.
Y justo a unos días de la visita del papa
Francisco a México, el semanario Proceso publica en su edición de
esta semana, junto con el portal Aristegui Noticias, una
maciza investigación de Jenaro Villamil sobre otro emblemático acto de
corrupción al más alto nivel político y eclesiástico: La fraudulenta boda de
Peña y La Gaviota.
En la maquinación para anular el primer
matrimonio de Rivera interviene el poder político con Peña como gobernador del
Estado de México, el mediático con Televisa y el eclesiástico
con el cardenal Norberto Rivera, capaces de todo para consolidar el proyecto de
corrupto y corruptor que se instaló en México en 2012.
En este contexto está en curso una idea de
ciudadanos para que la iniciativa 3 de
3 se convierta en una iniciativa de ley ciudadana y los
servidores públicos obligación jurídica –no simple buena voluntad– de presentar
sus declaraciones patrimonial, de intereses y fiscal.
El siguiente paso es reunir 120 mil firmas
para materializar este esfuerzo que, aunque parece fácil por su cantidad, es
clave para la otra etapa: Que el Congreso procese, sin regateos, esta
iniciativa ciudadana que, al margen de ideologías, es una herramienta para
combatir la principal enfermedad nacional de México…
Apuntes
La llegada de González
Anaya a Pemex fortalece al presidenciable José Antonio Meade, secretario de
Desarrollo Social, precisamente el encargado de comprar como secretario de
Hacienda de Felipe Calderón el avión que costará a los mexicanos 7 mil 500
millones de pesos y que a Peña le urge estrenar…
fuente.-
Y QUIEN MAS QUE EL MISMO PRESIDENTE PEÑA QUE ABANDERA A TODOS LOS CORRUPTOS DE MEXICO,OJALA Y CON ESE DINERO MANCHADO DE ESTIERCOL Y SANGRE DE TODOS LOS MEXICANOS LE ALCANCE PARA COMPRAR EL CIELO
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