Hoy hace 50 años, Nuevo León fue escenario del secuestro de un avión comercial con 102 pasajeros a bordo, por el que se pagó un rescate de 3 millones de pesos.
Concepción Morales, quien era escribiente de la ahora desaparecida Policía Judicial y fue una de las tres personas que vivieron en carne propia ese acontecimiento, narra para EL NORTE cómo transcurrió aquel miércoles 8 de noviembre de 1972.
El jueves 9 de noviembre, así publicó EL NORTE los hechos sobre la jornada del día anterior.
Ese día, un grupo de la Liga 23 de Septiembre secuestró un Boeing 727 de Mexicana de Aviación y lo retuvo en el Aeropuerto Mariano Escobedo, en Apodaca, con 102 pasajeros a bordo, entre los que estaban Luis y María Emilia Farías Mackey, hijos del entonces Gobernador Luis M. Farías.
Los guerrilleros pedían la liberación de varios de sus compañeros que habían sido detenidos por la Policía Judicial y que les regresaran dinero que les habían incautado.
Morales, entonces de 20 años de edad, acompañó al entonces director de Seguridad Pública del Estado, Juan Urrutia Paura, y a un empleado del aeropuerto, a entregar los 3 millones de pesos que demandaban los secuestradores.
A petición de los secuestradores, José Concepción Morales (izq.) y un empleado del Aeropuerto se dirigen al avión sólo vistiendo ropa interior.
“Yo trabajaba en las oficinas de la Judicial como escribiente en el momento en que hablaron del aeropuerto”, narra Morales.
“El compañero que estaba comisionado allá llamó para avisar que habían secuestrado un avión. A mí me tocó contestar la llamada y se lo reporté al licenciado Alejandro Garza Delgado… Pedían 3 millones de pesos en efectivo”.
Días previos, la Policía Judicial, encabezada por Garza Delgado y el Secretario Fernando Garza Guzmán, había detenido a cinco integrantes de ese grupo y decomisado más de un millón de pesos.
Los secuestradores pidieron que los hombres que entregaron el pago del rescate se acercaran semidesnudos al avión.
“El avión levantó el vuelo de aquí de Monterrey, iba a la Ciudad de México, pero los guerrilleros lo regresan al aeropuerto, allí estuvo varios horas”, recuerda.
Si no cumplían sus peticiones, los secuestradores amenazaban con matar a uno por uno a los 102 pasajeros, incluyendo a los hijos del Gobernador y a la tripulación.
“Casi de inmediato se logró juntar el dinero y se trajo a los guerrilleros que estaban detenidos”, recuerda Morales.
Entre sus exigencias, añadió, estaba que se acercaran semidesnudos específicamente él, Urrutia y un empleado del aeropuerto.
“Pidieron por mi nombre… los tres desnudos en puros calzoncillos”, dice, “ellos sabían mi nombre porque días previos yo les había tomado declaraciones a varios de los que habían sido detenidos.
“Me acerqué al avión para dejar dejar a la (guerrillera) herida, nos dijeron que nos acostáramos… allí en la pista. Duramos como 15 o 20 minutos en puros calzoncillos, tirados.
“Hasta la puerta trasera me dejaron pasar. Al capitán Paura, quien era el que llevaba el dinero en un maletín, le pidieron que pasara, y lo golpearon con las culatas de un rifle en las manos”.
Otra demanda de los plagiarios fue que Edna Ovalle, integrante de la Liga 23 de Septiembre, quien había sido detenida y se encontraba herida, fuera subida al avión.
Morales, que actualmente es empresario maderero y mueblero, dice que no sabe cómo fue que no pensó en el miedo.
“Siendo uno joven no piensa… en que nos fuera pasar algo”, dice.
“Fue una experiencia que nos marcó… Soy de los pocos que participamos que sigo vivo”.
Gerardo Jiménez Cantú (centro), Agente del Ministerio Público, lleva el maletín con el dinero del pago del rescate.
Tras casi cerca de 7 horas de aerosecuestro y la liberación de los pasajeros, los guerrilleros dirigieron el avión a Cuba, donde recibieron asilo.