En el círculo cercano del senador Miguel Ángel Osorio Chong están muy nerviosos por lo que podría suceder en las próximas semanas.
Una sensación de angustia y paranoia se les ha instalado debido a que han recibido información confiable de que en Palacio Nacional se prepara un expediente negro contra el exsecretario de Gobernación en el sexenio de Enrique Peña Nieto, debido a que rompió un pacto con el presidente: el de colaboración con la llamada Cuarta Transformación.
DIOS LOS HACE Y ELLOS SE JUNTAN:
Es un acuerdo que se habría cerrado desde antes de las elecciones presidenciales del 2018, cuando Andrés Manuel López Obrador se perfilaba para derrotar sin sobresaltos al abanderado del PRI, Nueva Alianza y Partido Verde, José Antonio Meade, así como al panista Ricardo Anaya y al independiente Jaime Rodríguez.
Aquel trato se basaba en una idea muy sencilla, pero poderosa: inmunidad para el futuro expresidente Peña Nieto y sus más cercanos colaboradores –lo que incluye a Miguel Ángel Osorio Chong– a cambio de su silencio y cooperación para que la administración obradorista lleve a buen puerto sus promesas electorales. El llamado “Pacto Primor”.
Del grupo político de Osorio Chong no se esperaba obediencia ciega ni lealtad absoluta, es decir, podían votar contra Morena y sus aliados cuando lo creyeran necesario. Pero si el presidente requería su ayuda para algún tema crucial para su sexenio, el acuerdo establecía que había que cooperar.
“Es un acuerdo basado en una confianza muy frágil”, aseguró a EMEEQUIS un trabajador cercano a Miguel Ángel Osorio Chong. “Ambos se ven con recelo. Por eso, para reforzar la protección, Osorio Chong buscó ser senador. Justamente para días como estos es que buscaba tener fuero”.
En el caso de Ricardo Anaya, este sábado subió un video a sus redes en el que afirma que AMLO lo quiere poner tras las rejas y por eso se vio obligado a dejar el país.
LOS DÍAS DE LA ANSIEDAD
“Días como estos” son los que han pasado entre el jueves 19 de agosto y este sábado 21, cuando han sentido el enojo del presidente después de que acusara a Osorio Chong de dictar línea a los senadores priístas para bloquear las reformas constitucionales que le urgen a López Obrador para la segunda mitad de su sexenio.
El presidente también cargó contra Josefina Vázquez Mota por supuestamente ordenar a los senadores panistas que voten en negativo contra todo lo que proponga Morena.
“Ahora los estamos viendo. El señor Chong en el Senado, la señora Josefina Vázquez Mota oponiéndose a que se lleve a cabo el ejercicio de la revocación del mandato. Entonces, ¿el discurso de tantos años fue pura más demagogia? ¿Lo que ellos planteaban de la democracia participativa, del referéndum, plebiscito, de la consulta?”, ironizó el presidente durante la conferencia matutina.
Pero la molestia del presidente no se quedó en eso. Por la tarde, ese mismo jueves, a los celulares de los principales colaboradores de Osorio Chong llegó la información de que, con el acuerdo roto, la cláusula de no agresión había sido rescindida. Si el senador no cumple con su palabra, el presidente tampoco.
Desde entonces, Osorio Chong y sus cercanos imaginan escenarios para adivinar por dónde podría venir el golpe de una administración que ha retirado fueros como ninguna otra: el gobernador tamaulipeco Francisco Javier García Cabeza de Vaca y los legisladores federales Cipriano Charrez, Mauricio Toledo y Saúl Huerta lo saben bien.
UIF, PEGASUS Y POLICÍAS SUCIOS
El primer escenario –el más factible– dicen que es una denuncia ante la Fiscalía General de la República por parte de la Unidad de Inteligencia Financiera que acuse a Osorio Chong de la maldita triada para los políticos mexicanos: lavado de dinero, fraude fiscal y delincuencia organizada.
“Ese tipo de acusaciones son las preferidas de la 4T porque te congelan las cuentas de inmediato, dejándote sin recursos económicos para defenderte. No puedes pagar protección política y a los pocos meses tus abogados ‘fifís’ te abandonan porque ya no puedes pagarles los honorarios”, dice la fuente.
El segundo escenario –“muy probable”– está en el nexo que pueda trazar la llamada Cuarta Transformación entre el exsecretario de Gobernación y los contratos firmados en el sexenio anterior con la empresa israelí NSO para implementar en México una red ilegal de espionaje.
El tema regresó al debate nacional a mediados de julio pasado, cuando una investigación internacional llamada “Proyecto Pegasus” encontró que el gobierno mexicano usó un software de intervención de comunicación privadas que supuestamente iba dirigido a grupos criminales contra 15 mil números de teléfono de políticos, representantes sindicales, periodistas y activistas críticos del gobierno que integraba Osorio Chong.
Como secretario de Gobernación, Osorio Chong era el jefe del organismo encargado de usar softwares espías con el objetivo de recabar información política y criminal para el presidente y su gabinete: el desaparecido Centro de Investigación y Seguridad Nacional (Cisen), que en el sexenio actual se llama Centro Nacional de Inteligencia (CNI).
El tercer escenario –improbable, pero no imposible– es hacer responsable a Osorio Chong por los presuntos desvíos de recursos que ocurrieron bajo su gestión en las áreas de seguridad, como la Comisión Nacional de Seguridad y la Policía Federal.
Se trata de una pesquisa ya muy avanzada por la cual han caído 19 de sus colaboradores cercanos en aquellos años, como la exsecretaria general de la PF, Frida Martínez Zamora, y el también exsecretario general de la Policía Federal y exjefe de la policía en la Ciudad de México, Jesús Orta, así como otros amigos de Osorio Chong, como Édgar Ulises Calderón Luna, María Eldy Sosa Calderón, Verónica Tlahuitzo Pérez y Mercedes Hernández Rodríguez, entre otras personas.
ABRAZOS O BALAZOS
“Básicamente estamos viendo que por ahí nos podrían dar un golpe. Y descartado, por complejo, casos viejos como la Estafa Maestra o aquella calumnia de que Osorio Chong estaba involucrado en el caso del general (Salvador) Cienfuegos y el narco”, asegura la fuente consultada.
Con el pacto de no agresión roto, sólo hay dos caminos para el hidalguense, dicen en el Senado de la República: ofrecer una ofrenda de paz al presidente que mande el mensaje de que las próximas reformas constitucionales que salgan de Palacio Nacional tendrán el aval priísta.
O pertrecharse detrás de la curul y el fuero y esperar a que la munición que aseguran tener en Palacio Nacional sean, en realidad, balas de salva que pueda herir, pero no matar.
¿Qué será?, se preguntan en las oficinas del PRI en la Cámara Alta. ¿Reconstruir la paz o prepararse para la guerra?
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