El presidente del Gobierno mexicano, Andrés Manuel López Obrador, ha desatado de nuevo la indignación de las feministas al asegurar en su conferencia matutina que el 90% de las llamadas que se reciben en el teléfono 911, donde las mujeres denuncian la violencia de género, son “falsas”. Y ha negado que el confinamiento en casa para atajar la pandemia tenga algo que ver con el aumento registrado de maltrato, porque, según dice, México es un país especial: “La familia mexicana es distinta a la europea, a la estadounidense. Nosotros estamos acostumbrados a convivir, a estar juntos. En las casas mexicanas están hijos, nueras, nietos en una convivencia en armonía”.
Sin embargo, la Red Nacional de Refugios para mujeres en peligro están registrando un fenómeno nuevo estos días de confinamiento contra el coronavirus. Un 19% de las solicitudes de alojamiento en estos centros las están gestionando familiares, amigos en incluso los hijos de las maltratadas ante la imposibilidad de que ellas salgan a denunciar o por miedo a hacerlo por teléfono frente a su agresor, según unos datos facilitados a este periódico que se harán públicos el lunes. “Nos contactan para sacarlas de sus viviendas y les damos seguridad en ese traslado. El presidente no está entendiendo nada. Me da igual si son 10 o 20 las que están peligro, hay que actuar, ¿a qué espera?”, se indigna la directora de esta red de refugios, Wendy Figueroa.
“Si tuviese la información del incremento de la violencia pues lo tratamos”, ha contestado este viernes López Obrador a las preguntas de los periodistas. Los datos publicados el 25 de abril por la Secretaría de Seguridad Ciudadana en la página 76 de su informe demuestran que las llamadas de las mujeres pidiendo auxilio se han elevado en estos meses de pandemia y reclusión en las viviendas, pasando de algo más de 19.000 en enero a 26.000 en marzo. Los datos de la violencia en pareja y familiar también han experimentado un incremento en el mes de contingencia respecto a periodos anteriores y la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) ha alertado en fechas recientes de un incremento de los asesinatos, que en México ya se cuentan en 10 mujeres al día como promedio.
La violencia de género ha experimentado un aumento en muchos países debido a la convivencia obligada que ha impuesto la crisis vírica. Pero el presidente mexicano lo niega. “Sostengo que no es precisamente por el retiro en las casas por lo que hay más violencia. Quizá en otros países, por su tradición y cultura, el aislamiento provoque agravios, confrontación o violencia”. No niega que en México también la hay, dice, porque en todas las familias hay “diferencias”. López Obrador, ignorando los datos oficiales de su Gobierno, pide que “no se extrapole lo que pasa en otras partes. Cuidado con los estereotipos, con teorías de aplicación general. Me rebelo contra eso”.
“El presidente está contradiciendo los datos de su Gobierno, exigimos que aclaren esto, que se pronuncien la Secretaría de Gobernación y el Instituto de las Mujeres”, ha pedido Figueroa. Pero por ese lado no hay más que silencio, que contrasta con los comentarios encendidos en las redes sociales ante las últimas palabras del presidente.
“Denunciar estos días es más difícil que nunca. Si ya el sistema jurídico y policial es complicado en México para las maltratadas, la dificultada crece si están confinadas en casa. Tienen miedo a la covid-19, pero lo que el presidente no entiende es que ahora, con el confinamiento, no se trata de denunciar, sino de salvar la vida y en la Red de Refugios, un 19% de las que piden ayuda lo hace a través de familiares y amigos para que les apoyen para salir del infierno en que se han convertido sus casas. Y recurrir a terceros es un fenómeno nuevo, lo que indica que el confinamiento les pone en mayor dificultad”, dice Wendy Figueroa. Terceras personas llaman y la Red presta seguridad para sacarlas de allí, como si se tratara de una delicada operación militar. La Red de refugios tiene datos propios que reflejan un aumento del 80% en las llamadas y mensajes de socorro recibidas. Un 19% de las mujeres que se comunicaron con ellos ya habían llamado a otros números y no fueron atendidas, dicen, y las solicitudes de alojamiento en los refugios registran un alza del 12,7% de media. En algunos centros han crecido hasta un 50%. La Red ha pedido en las últimas semanas al Gobierno medidas específicas para combatir esta violencia en los días de pandemia.
Las organizaciones que se dedican a combatir la violencia contra la mujer siguen clamando por información. “¿Por qué no dan los datos, los servicios que están brindando a esas mujeres a quienes sí creen, por qué no dicen las órdenes de protección que se están dictando? Eso es lo que queremos saber y no escuchar las terribles declaraciones del presidente, que invisibilizan el maltrato y dan respaldo a los agresores”, critica Ana Yeli Pérez, asesora del Observatorio Ciudadano Nacional de Feminicidios.
Que las llamadas y las denuncias de las mujeres que sufren violencias son falsas e interesadas es una idea que diversos colectivos, la ultraderecha en España, por ejemplo, hacen circular recurrentemente. Argumentan que denuncian a sus parejas para sacar partido a un divorcio, quedarse la custodia de los hijos o fastidiar al padre para alejarle de ellos. Los expertos en las fiscalías especializadas han ofrecido en ocasiones los datos de denuncias falsas, que son ínfimos, y nunca mayores que en otra clase de delitos. “La palabra de la mujer no tiene valor, nunca lo tuvo y esto ha permeado siempre al ámbito público. La palabra de honor siempre es del hombre. Y en los delitos sexuales, donde están implicadas las mujeres mayoritariamente como víctimas y los hombres, mayoritariamente como agresores, siempre se antepone la credibilidad de lo que se denuncia. Cuanto más intrínseca es la razón de género en el delito más se recurre a la falsedad de lo denunciado”, dice Pérez, también directora del Instituto Pro Persona.
Los datos del número telefónico 911, del Gobierno, con 192 locutorios por todo el país, ponen de manifiesto que un 77% de las llamadas recibidas eran improcedentes, es decir, no se tomaban en cuenta porque se detectaba que quien está al otro lado del teléfono es un bromista, niños o adultos, un pendenciero o alguien que no contesta. Eso ocurre en cualquier teléfono de ayuda. Pero hay un 23% de llamadas procedentes, por cierto, en aumento desde 2016. Sobre ese total es sobre el que hay que determinar la falsedad o no de lo que se denuncia o se cuenta en el teléfono. ¿Conoce el presidente ese dato? En la conferencia matutina ha señalado que el 90% de las llamadas eran falsas porque así se lo han comunicado las mujeres que se dedican a esta área en su Gobierno, “en la secretaría de Gobernación” y en el Instituto Nacional de las Mujeres, donde no han querido hacer ninguna declaración sobre las palabras del presidente.
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