Algo se pudrió en México. Si todo iba bien en materia de seguridad durante los cuatro primeros años de gobierno, como afirma el presidente Enrique Peña Nieto, ¿qué sucedió en el quinto año cuando todos los indicadores de criminalidad se dispararon? Homicidios dolosos, extorsiones, robos, secuestros. Todo se incrementó en el penúltimo año de gobierno.
Peña Nieto asegura que esta descomposición se debe a que gobernadores y alcaldes, el hilo delgado por cuanto a debilidad institucional, no han hecho bien su trabajo. Hay de todo. Incluso hay variables que inciden en el fenómeno que llegan a ser extraordinarias, lo que hace más difícil el diagnóstico y la puerta de solución al problema.
Por ejemplo, ¿por qué Colima se descompuso? Porque el Fentanilo, un droga sintética con base en el opio, que se convirtió en El Dorado para los consumidores en Estados Unidos, llega de China al puerto de Manzanillo y genera una lucha por el control de lo que se volvió un negocio altamente redituable. ¿Por qué perdió la paz Chihuahua? Porque se reactivó la ruta de la cocaína, de la Comarca Lagunera a Ciudad Juárez, por la sobreproducción en Colombia, luego de que como parte de los acuerdos de paz entre el gobierno y las FARC, se aceptó la exigencia de la guerrilla que dejaran de erradicarse los cultivos de la coca. Estos fenómenos exógenos ayudan a entender parte del incremento en la criminalidad, pero sólo en una parte.
Según el índice GLAC, la consultoría del ex secretario de Seguridad Pública Federal, Genaro García Luna, el ex director de Contraterrorismo de la CIA –que encontró a Osama bin-Laden-, José Rodríguez, y Luis Enrique Montenegro, el general que formó parte del Bloque de Búsqueda que encontró y aniquiló a Pablo Escobar, en 2016 había 13 entidades donde la seguridad estaba controlada y se vivía con bienestar. Pero en 2017, seis estados se sumaron a la mayoría de las entidades que sufren con la violencia. Todos los estados del Pacífico norte se volvieron más violentos y socialmente más inestables, afectando la calidad de vida. Aquí se puede argumentar que la violencia responde a las variables internacionales, a las que hay que añadir la información de testigos protegidos, como los hermanos Flores, que trabajaban con el viejo Cártel de Sinaloa.
Sin embargo, la debilidad institucional es el factor más poderoso que incide en el deterioro y la violencia, donde no sólo los estados, sino la Federación, tienen actuaciones deficitarias. Un análisis realizado por ejecentral de las cifras del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, encontró que los delitos que más impactaron a la sociedad en el primer semestre de 2017 fueron homicidios, secuestros y extorsiones, y que los estados más se generadores de estos crímenes fueron el México, Guerrero y Veracruz.
Ninguno de ellos, salvo el estado de México en materia de extorsiones (505 delitos de este tipo), ocupan el primer lugar e, incluso, Veracruz (253) figura en cuarto lugar en este tipo de crimen, mientras que Guerrero no se encuentra entre los cinco primeros lugares afectados por el delito. Después de los mexiquenses, Nuevo León es el más afectado por extorsiones (400), seguido de Jalisco (304), Veracruz y la Ciudad de México (248). En este tipo de delitos subyace la deficiencia o vacíos de autoridad, o la corrupción de las autoridades.
En homicidios, Guanajuato supera al segundo estado donde más muertes (dos mil 10 contra mil 757) que es México, seguidos de Michoacán (mil 326), Guerrero (mil 450) y Veracruz (mil 426), aunque en esta entidad el incremento del delito entre enero y junio fue de 90%.
En el tema de los secuestros, Tamaulipas figura en lo alto de la tabla de criminalidad (116), seguido de Veracruz (113), el estado de México (94), Tabasco (54) y Guerrero (39). El análisis de Eje Central revela los voluminosos incrementos en robos en carretera (85.49%), los robos a negocios con violencia (54.80%), y los homicidios dolosos (27.92%). En este último rubro, el total aproximado ya alcanzó los 80 mil, contra los 70 mil homicidios dolosos estimados del sexenio de Felipe Calderón.
De acuerdo con el Índice GLAC, los estados más afectados durante el primer semestre fueron Guerrero, México y Chiapas, donde cayó la calidad de vida. El Índice encontró que en Guerrero influyó la falta de inversión y crédito en diversos sectores, mientras que en Chiapas, como sucedió en Veracruz y Tabasco, fue la caída en los precios del petróleo lo que contribuyó al deterioro. Si no hay bienestar, hay violencia. El repunte en estados como Quintana Roo y Baja California Sur, como en Guerrero, afectó al turismo y perjudicó a sus habitantes por la caída de visitantes, que los empujó a buscar ingresos por otros caminos.
El incremento de la violencia, al analizar los diferentes factores que llevaron a ella, no se puede explicar únicamente como un tema de buenos y malos, sino de manera más compleja. Las variables que inciden en ella no necesariamente tienen que ver con criminalidad, sino con fenómenos que alteran la dinámica de la sociedad. Tales son los ejemplos del Fentanilo o de las FARC, o el incremento de los secuestros en Sinaloa por la tardía temporada de lluvias, donde los agricultores, se mudan de su actividad legal a una ilegal para poder comer. Estas explicaciones del fenómeno no disminuyen la relevancia del problema. Al contrario. Con tantas variables involucradas, lo sorprendente es que no estemos peor en el repunte de criminalidad, porque si no hay respuesta para lo básico, menos aún para la complejidad que se vive.
fuente.-@rivapa
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