¿Qué estaba cruzando por la cabeza de los cinco panistas que votaron para instalar a Ernesto Cordero como presidente de la Mesa Directiva del Senado? ¿Qué pensaron cuando fueron en contra de su propio partido, el PAN? ¿Cuando se volvieron facilitadores del PRI y el Fiscal Carnal y el pacto de impunidad por nueve años? ¿Cuándo decidieron formar parte de un trueque político que sabotea la posibilidad de una Fiscalía General autónoma, eficaz e independiente?
En este momento las respuestas son poco claras pero se irán decantando con el paso del tiempo. A la larga la sociedad sabrá si actuaron así a cambio de puestos, posiciones, protección, pactos o solo dinero. El voto que emitieron estará tatuado sobre su frente, marcando el resto de su trayectoria política por secula seculorum. Ernesto Cordero, Javier Lozano, Roberto Gil Zuarth, Salvador Vega Casillas, Jorge Luis Lavalle. Panistas que en lugar de ser oposición optaron por ser damas de compañía. PRIANistas. Traidores. Valets.
Pocos espectáculos tan indignos y tan indignantes como presenciar las posturas públicas de los “Cinco Maléficos”. Retorciéndose en entrevista tras entrevista, en tuit tras tuit, en un esfuerzo fútil por defender lo indefendible. Ernesto Cordero eludiendo una toma de posición convincente y consistente en torno al apoyo político que le permitiría al priista Raúl Cervantes permanecer ahí nueve años. Roberto Gil Zuarth intentando infructuosamente de explicar por qué cambia de postura como si cambiara de calcetines. Javier Lozano demostrando el cinismo político que se ha vuelto su huella dactilar en el Senado. Ante el oprobio generalizado no han sabido cómo reaccionar, cómo explicar, cómo justificar.
Porque no hay justificación posible para actuar en contra del interés público como lo acaban de hacer. Sólo hay intercambio de favores y todos corren en contra de cualquier ética política, cualquier responsabilidad fiduciaria, cualquier sentido de representación ciudadana. No solo han dañado a su partido; han traicionado a todos los que pagan su sueldo con la esperanza de ver su voz amplificada en el Senado. Y nos dicen que “no es un trueque”, que “así es la política”. Y tienen razón. Así es y ha sido la política en México. Sin ciudadanos. Sin liderazgo ético. Sin principios o causas. Todo, siempre, se remite a pleitos partidistas, rencillas personales, candidaturas presidenciales, presiones de poderes fácticos, platos de lentejas.
Hay que frenar a Ricardo Anaya y empoderar a Margarita Zavala. Hay que darle al PRI esto a cambio de aquello. Hay que seguir las consignas de los calderonistas antes que permitir el avance de los anayistas. Hay que votar en favor de Raúl Cervantes para que nos proteja si gana AMLO. Esos son los cálculos; esas son las consideraciones. Miopes y mezquinas. Y no sólo de los PRIANistas. Los senadores del PT y Morena avalaron aquello de lo cual buscan deslindarse. Demostraron que se oponen a la mafia en el poder excepto cuando de formar parte de ella se trata. Nadie se salva del lodazal que ha generado las votaciones -antes y ahora- del Fiscal Carnal. Muchos critican al PRIAN pero no han logrado sacar al pequeño priista que incluso los partidos de oposición llevan dentro.
Y habrá que exigir su exorcismo porque lo que está en juego es fundamental para el futuro. La posibilidad de una Fiscalía General independiente del Presidente, de los chantajes políticos, de los imperativos de protección transexenal. La posibilidad de una institución que genere confianza por su profesionalismo y no incredulidad por su politización. La esperanza de un Fiscal General que no sea cuate, carnal y compadre del Presidente o su séquito para así poder enfrentar Casas Blancas y Odebrechts y OHLs y Ayotzinapas y violaciones a derechos humanos. Tantos casos que hoy permanecen en la impunidad gracias a la cuatitud.
Va el mensaje entonces para los PRIANistas en el Senado, evidentes y disfrazados. Va la exigencia del movimiento ciudadano #VamosPorUnaFiscalíaQueSirva en contra de lo que el PRI y sus cinco choferes quieren hacer: nombrar un Fiscal General mediante una votación construida mediante mayoría simple. No a la coalición de cuates armada para permitir el “pase automático” de Raúl Cervantes, cuando no ha sido sometido a una auscultación abierta dada su agenda encubierta. Y recuerden: ustedes son sólo valets. Nosotros somos dueños del carro.
fuente.-Denisse Dresser
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