La visita de Francisco a México ha despertado
altas expectativas para aquellos que piensan, ven, sienten y en algunos casos
padecen, que las cosas en este país marchan hacia atrás. Polarización social,
violencia y víctimas de abusos que crecen por semanas, generan incertidumbre y
encono que reflejan el deterioro del humor social en México.
La historia de
lucha social de los jesuitas, la orden a la que pertenece el Papa, su activismo
a favor de los normalistas desaparecidos de Ayotzinapa y la visión crítica del
estado de cosas en México, permearon el discurso de Francisco en vísperas de su
arribo a México.
La pregunta hoy es si la visión crítica que mostró en sus
mensajes desde Roma se mantendrán en sus homilías y actos públicos en este
país. Francisco dijo que no va a ocultar la realidad mexicana. ¿Cuál es
la realidad a la que se refiere? Una es la de los jesuitas, que no han logrado
hasta ahora que reciba a los padres de los normalistas de Ayotzinapa.
Otra es
la del obispo Raúl Vera, a quien Juan Pablo II sacó de Chiapas para enviarlo a
Saltillo y buscar su desconexión de las causas indígenas y su trabajo por los
derechos humanos, que tampoco pudo concretar un encuentro de Francisco con
movimientos sociales. Los otros dos que contribuyen a su visión son el obispo
de Tlalnepantla, Carlos Aguiar, su mejor amigo en México desde que hicieron
mancuerna en la Comisión Episcopal de América Latina, y el cardenal Alberto
Suárez Inda, de quien le llamó la atención su crítica a la política de
seguridad del ex Presidente Felipe Calderón.
Pero no son lo mismo.
Aguiar y Suárez Inda, a diferencia de Vera y los jesuitas, han jugado en
momentos definitorios, por el PRI. Aguiar, un obispo que públicamente se maneja
con mucha discreción, es un hábil político. Lo demostró en el CELAM, donde
relegó a la extrema derecha de la Iglesia latinoamericana, y lo probó como
presidente de la Conferencia del Episcopado Mexicano, donde tejió lazos con el
Gobierno y los grupos políticos emergentes.
Uno de ellos fue el del entonces
Gobernador del Estado de México, Enrique Peña Nieto, por quien intercedió ante
el Papa Benedicto XVI para que se anulara el matrimonio religioso de Angélica
Rivera y pudieran volver a casarse por la Iglesia.
No fue una gestión
sin recompensa. Aguiar, quien desde que asumió su cargo en Tlalnepantla –la
diócesis de Ecatepec pertenece a ella- se comprometió a luchar por la libertad
religiosa en México, recibió como pago informal del Presidente Peña Nieto,
la reforma al artículo 24 de la Constitución mexicana, donde en
términos coloquiales, se permite que la religión salga de los templos y se
inserte en la vida cotidiana, amenazando al Estado laico. Su cercanía con Peña
Nieto desde Toluca no ha sido incómoda para El Vaticano, que a través del apoyo
de la Curia Romana por medio del nuncio Christopher Pierre, le ha sostenido el
respaldo absoluto por los réditos políticos entregados, aunque por lo que toca
a su avance en la jerarquía eclesiástica, como la posibilidad de ser cardenal,
está frenado porque es considerado, de acuerdo con fuentes de la Iglesia, como
un prelado demasiado cercano al poder.
El caso de Suárez Inda es menos
transparente en sus alianzas con el PRI y el poder que el de Aguiar, pero no
menos importantes. Suárez Inda hizo voltear a Francisco en mayo de 2013, cuando
firmó una carta –junto con otros siete obispos- contra la violencia en
Michoacán, y en donde expresaban el sentir de indefensión que sentían los
michoacanos. “¡No es posible seguir viviendo así!”, arrancaba esa carta que
allanó el camino para que Suárez Inda, quien había pedido cambiar la estrategia
de seguridad del ex Presidente Calderón, fuera el primer cardenal mexicano
nombrado por Francisco. No es un hombre progresista, sino se inscribe en el
corte más conservador de la Iglesia mexicana.
Suárez Inda forma parte
del llamado Club de Roma, al que pertenece el controvertido cardenal emérito
Juan Sandoval Íñiguez, y junto con otros dos de sus integrantes, Norberto
Rivera y Emilio Berlié, lograron cerrar en los 90s el Seminario Regional del
Sureste, en Tehuacán, Puebla, influido por la Teología de la Liberación. Como
pago, El Vaticano los nombró al frente de los arzobispados en Morelia, ciudad
de México y Tijuana. No sería el único servicio a las élites del viejo sistema
político. A diferencia de su postura abierta contra la estrategia de seguridad
de Calderón, ha sido complaciente con la del Presidente Peña Nieto. Ni una
palabra sobre la paramilitarización en Michoacán con criminales ni las fallas
iniciales de la estrategia. Inclusive, en un momento álgido del Gobierno con
los padres de los normalistas de Ayotzinapa, dijo que estaban siendo
manipulados.
Como Aguiar, está cercano al poder político y económico, y
lejano a un perfil como el de Vera y de los jesuitas, que son contestatarios.
¿Cuál es la realidad a la que se referirá Francisco en México? Dentro de la
Iglesia mexicana también es un misterio. Saben la temática de sus homilías,
pero no el contenido, en buena parte porque a Francisco le gusta improvisar. ¿Qué
pesará más en su la visita que hoy empieza? Uno podría pensar que su visión
crítica lo llevará a pronunciamientos que incomoden al Gobierno. Pero tampoco
hay que sorprenderse si el trabajo de los sacerdotes del PRI, matiza sus
posturas.
Fuente.- @rivapa
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